El Movimiento pro Democracia y Derechos Humanos de Cuba ha llegado a los veintisiete años de existencia. Durante todo este tiempo hemos estado bregando, a cara descubierta y a voz en cuello, a favor del respeto integral de las libertades ciudadanas. Este activismo también ha incluído la defensa del tránsito, de un orden estalinista, a un estado de derecho fundamentado en la herencia de la civilización occidental.
Como era de esperar, Fidel Castro ha respondido a nuestra labor de resistencia y, de desobediencia civil frente a la ignomia del totalitarismo, con todo un arsenal de armamentos diseñados para la guerra sucia y, para la extorsión criminal, llevadas hasta el paroxismo.
Desde las conspiraciones, como lo fueron las dirigidas al exterminio físico de varios opositores civiles, entre los que están los casos de Aramís Taboada, Sebastián Arcos Bergnes, Diosdado Amelo Rodríguez y Dámaso Aquino del Pino; incluyendo la organización de escenarios proclives al linchamiento de intelectuales contestarios por parte de turbas de gamberros, como ocurrió con la poetisa María Elena Cruz Varela; hasta el regodeo con la perversidad del encarcelamiento y, el sometimiento a condiciones de vida infrahumanas, contra cientos de librepensadores que, eran y son, inocentes de cometer el mas leve delito real.
Sin embargo, todas estas acciones, incubadas en la soberbia, el odio y la ira desenfrenadas de Fidel Castro contra los integrantes de las organizaciones oposicionistas, de derechos humanos y de la nueva sociedad civil independiente, han tenido que enfrentar la más humillante de las derrotas en el campo de la batalla de las ideas. Esta realidad ha sido posible, porque nuestra disidencia no solo no ha podido ser aniquilada, sino que se ha multiplicado por miles. Así lo demuestran , los adherentes a los proyectos Varela, de la Asamblea para una Sociedad Civil, el Movimiento Todos Unidos, el periodismo independiente, el sindicalismo emancipado y, a otras múltiples manifestaciones de que, el castrismo, ya se encuentra en el basurero de la historia.
Tampoco Fidel Castro escarmienta con las derrotas que ha debido enfrentar, al emplear la modalidad de las campañas de desinformación, difamación y pretendidos linchamientos morales, llevadas a cabo por las maquinarias de agitación y propaganda de los comisarios comunistas de La Habana, contra diversos sectores disidentes, como aconteció desde los años sesenta con la microfracción; se recrudeció con tintes fascistas en 1977 contra la Dra. Marta Frayde y, en 1988, contra el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, y ahora pretenden reeditar con dos libelos, de puro estilo dirigido al burdo chantaje gangsteril.
Todas estas fascetas del padillerismo criminal de Fidel Castro, que pudieron ser relativamente efectivas en el terreno de la lucha armada, en estas esferas de las confrontaciones del pensamiento, inspirado en la defensa integral de los Derechos Humanos, que ha propiciado la oposición civilista cubana, se han convertido en un instrumento extraordinariamente efectivo para dejar al desnudo y así, reducir de manera muy considerable la impunidad de que en otras épocas disfrutó el castrismo, en relación a sus fechorías políticas . De manera particular en Europa y, ante los sectores de la izquierda ilustrada de Estados Unidos y de América Latina, en los que poseía no pocos adeptos.
El nuevo presidio político cubano de hoy es heredero directo de las tradiciones de resistencia infinita y, de la lucha constante por la democracia en Cuba que, a partir del año 1959, existió entre la vanguardia de los prisioneros políticos cubanos, en especial en aquellos sectores de entre los opositores encarcelados que, jamás, aceptaron los llamados “planes de rehabilitación” y, de manera muy especial, en el segmento de los defensores de la Cuba Republicana que adoptaron la postura de “Plantados Hasta la Libertad de Cuba.”
El ejemplo de esta minoría selecta de entre el pueblo cubano representó a la parte de la sociedad que nunca pudo ser vencida por el terror estalinista del castrismo. Precisamente, de esos estamentos de avanzada que, a pesar del salvajismo pandillero y de las atrocidades de los sicarios de Castro, que asesinaron mediante los paredones de fusilamiento a una parte considerable de la flor y nata de esos luchadores por las libertades ciudadanas, sin embargo, de esos paradigmas del sentido de misión, aunque ello fuera, al decir de Armando Valladares, “Contra Toda Esperanza,” de que el triunfo pudiera esta cercano, surgió dentro del presidio político cubano, la iniacitiva principe para la organización del movimiento pro derechos humanos y democracia de Cuba, que se fundó en 1976.
La promoción de los valores relacionados con el ideal de los derechos humanos y, las denuncias de las atrocidades sistemáticas que Fidel Castro lleva a cabo contra estos fueros inalienables a todo ser humano, se convirtieron para nosotros en una vía civilista para coadyuvar al desmantelamiento total del modelo de tiranía totalitaria, impuesto por los comisarios de La Habana.
Cuando, junto a la Dra. Marta Frayde, concebimos los primeros proyectos de acción del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en momento alguno de nuestras proyecciones estuvo la del “adecentamiento,” mediante las reformas de algunos de los peores aspectos del castrismo, para intentar la búsqueda de la continuidad de los patrones marxistas, en ninguna de sus variantes.
Nosotros teníamos la convicción en aquellos momentos iniciales, como la proseguimos teniendo de manera reforzada en la actualidad, de que el marxismo- leninismo, el marxismo, el castrismo y, los demás engendros diseñados para camuflar las ansías frenéticas de control absoluto y de perpetuación en los poderes públicos de los tiranos y, de los aspirantes a serlo, representan la negación total de las esencias fundamentales de la Declaración Universal de Derechos Humanos y, de todos los tratados complementarios que, en nuestro tiempo, conforman las nuevas reglas del “Derecho Humanitario Internacional.”
Sabemos que existen diversas agrupaciones de la actual disidencia cubana que poseen múltiples interpretaciones en torno a estas ideas. En tal sentido, somos respetuosos de la libertad de opinión de todo individuo y de los programas de cada una de las entidades políticas y sociales del país. No obstante, también siempre estamos dispuestos para el debate lúcido, que esté inspirado en la apertura de nuevos rumbos hacia la luz.
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