Notes[ref]Editor’s Note: This essay was awarded Second Prize in the 2015 ASCE Student Competition for graduate students.[/ref]
Los que han salido de Cuba tras los años, entre ellos los Pedro Pan, los Camarioca y los Marielitos, han luchado mucho, no sólo al salir de Cuba sino también al llegar a los Estados Unidos. Quiero explorar estas tres diásporas para conocer el motivo de la salida de cada grupo. Además, voy a explorar las luchas que experimentaron; sin embargo, quiero destacar sus éxitos y sus contribuciones, no solo en los Estados Unidos sino también en la cultura cubana.
LOS PEDRO PAN
La revolución triunfó el primero de enero y Fidel llegó a la Habana el ocho de enero, 1959. Algunos de los niños entrevistados en el documental Operación Peter Pan hablan de sus recuerdos sobre esos días. Aunque eran pequeños en ese entonces, ellos recuerdan los gritos de “¡Fidel, nuestro liberador!” y “¡Fidel, nuestro salvador!” Desde aquellos días los niños Pedro Pan recuerdan de haber visto las banderas rojas y negras y los carteles con la imagen de Fidel Castro por todas partes. La mayoría de la gente cubana veía a Fidel Castro como un héroe. Desde el principio, Castro dijo que había que tener elecciones, pero con un periodo de espera de unos dieciocho meses. Él se auto-declaró primer ministro el 16 de febrero y ya para abril dijo que habría elecciones dentro de unos cuatro años.
Al principio, muchos de los padres de los niños Pedro Pan apoyaban la revolución, pero empezaron a ver señales negativas. El gobierno nuevo empezó a tener reuniones con los rusos en abril y parte de su iniciativa era mandar niños a Rusia para estudiar. Candi Sosa es un ejemplo de uno de aquellos niños. Candi era muy talentosa y le pidieron cantar para Castro un día. Apenas Fidel la escuchó cantar, a la semana siguiente agentes del régimen llegaron a su casa para llevarla con los que iban para Rusia. Fue en ese momento que sus padres decidieron mandarla a los Estados Unidos como un niño Pedro Pan. Es solo un ejemplo de las muchas razones porque los padres harían algo tan extremo como mandar sus propios hijos a otro país.
Estos primeros meses de Fidel Castro en el poder eran un tiempo de temor para muchos de los ciudadanos cubanos. El régimen confiscó muchos negocios, tierras, fincas, y hoteles, y cerraron los casinos, causando un gran desempleo en el país. Arrestaron los que se quejaron en contra de la revolución y los enemigos del estado fueron mandados al llamado paredón para fusilarlos.
El Señor Don Reynaldo me contó la realidad de este horror en una entrevista personal que tuvimos en una panadería en Columbus Drive, en Tampa, en marzo de 2014. Él era militar en Cuba en 1959 y dijo que cuando Castro reemplazó a Batista, hubo nueve días seguidos de matanzas en enero de 1959. Después de que la revolución tomó el poder, él trabajaba en una embajada como electricista. Durante diez meses, él y sus amigos trataron de hacer una revolución contra Fidel, poniendo bombas en la calle para llamar la atención a la justicia. Pero, por fin, él salió de Cuba porque ya no aguantaba más y porque él pudo lograr salir.
En septiembre de 1960, la revolución formó comités para espiar en los vecindarios, tratando de identificar disidentes. Después, en diciembre de 1960, el gobierno estableció una Ficha Escolar Acumulativa para observar y apuntar las actividades y aptitudes académicas de cada niño cubano. Muchos padres lo tomaron como una señal de control absoluto del gobierno y fue en este entonces que comenzaron los rumores sobre una ley bajo la cual los padres iban a perder la patria potestad. Además, en el verano de 1961, los niños más avanzados en la escuela fueron mandados a alfabetizar a los campesinos, y para muchos padres, esto fue el colmo de los colmos.
Para entender la diáspora Pedro Pan, hay que conocer a dos figuras importantes, James Baker y el Padre Bryan Walsh. El primero era administrador de Ruston Academy, una escuela estadounidense privada en la Habana, y el segundo era administrador del Catholic Welfare Bureau en Miami. Ellos dos encontraron lugar para una escuela en los Estados Unidos y tomaron responsabilidad de los niños cubanos que iban a viajar a dicha escuela. Baker y Walsh hablaron con el departamento de inmigración estadounidense para dejar que los niños entraran sin visas y el acto se aprobó. Los primeros dos Pedro Pan fueron Vivian y Sixto Aquino, quienes llegaron a Miami, el veintiséis de diciembre de 1960. La última memoria que muchos niños entrevistados tienen del aeropuerto de la Habana es estar en la llamada pecera, la sala de espera con ventanas de cristales, donde podían ver sus padres llorando pero ya no los podían tocar ni hablar. Era un choque total para los niños, todos menores de diecisiete, aunque algunos tenían sólo uno o dos añitos.
Al llegar a la Florida, vivieron en unos campamentos para niños. Había varios, incluyendo el Campo Matecumbe en Kendall, Saint Raphael Hall en Miami que antes era un Hotel Ritz, el Kendall Children’s Home que pertenecía al Dade County Welfare Department, Florida City, y Opa-locka. Florida City abrió en octubre 1961 y era el campamento más grande con hasta 1.100 niños a la vez. Dicen que a veces la cafetería se llenaba con dos niños sentados en cada silla y que tenían que servir las comidas en tres o cuatro turnos. Fue aquí donde el gobierno filmó la película The Lost Apple (1962), un documental sobre los niños refugiados que estaban tratando de escapar del comunismo. Muchos niños Pedro Pan opinan que documentales y noticias como éstas señalan como el gobierno estadounidense estaba utilizando aquella situación y los niños como peones en un gran juego político.
Como los campamentos estaban sobrepoblados después de unos meses, Walsh pidió la ayuda de las diócesis católicas en todos los estados para poder ayudar con los niños y encontrarles cabida en hogares. Así que muchos de los niños Pedro Pan vivieron en casas temporales con familias en unos cuarenta estados diferentes. Otros niños fueron enviados a vivir en orfanatorios en otros estados. Cuando ocurrió la crisis de los cohetes en octubre de 1962, los vuelos entre los Estados Unidos y Cuba cesaron completamente. Pero ya para ese entonces habían llegado 14.048 niños.
Cuando los padres de los niños Pedro Pan que se habían quedado en Cuba se dieron cuenta de que la revolución no se iba a acabar pronto, muchos trataron de reunirse con sus niños en los Estados Unidos. Algunos padres pudieron venir, pero tuvieron muchas dificultades en reunirse con sus familias. Los padres no sabían inglés, así que era difícil para ellos encontrar trabajo. A menudo los niños tenían que trabajar para ayudar a los padres. Un ejemplo de esto está narrado en el libro de Carlos Eire, Waiting for Snow in Havana. Él se reunió con su mamá en Nueva York tres años después de haber salido de Cuba. Carlos era el que trabajaba como lavaplatos, junto con su hermano. Su papá nunca llegó a los Estados Unidos porque esperaba el fin de la revolución en Cuba y él murió allí en su país con esa expectación. Aunque Carlos ha escrito un libro sobre esta experiencia, originalmente no recordaba nada de las memorias de haber sido un Pedro Pan hasta que el caso de Elián González salió en las noticias. Eire cuenta que fue en ese entonces que se le abrió una puerta de memorias y él pudo, por fin, escribir ese relato.
Hay otros casos donde los niños Pedro Pan, al llegar a ser adultos, se independizaron porque su familia nunca pudo o quiso llegar a los Estados Unidos. Igual que el padre de Eire, algunos siempre creían que el régimen se iba a acabar. En algunos casos, los niños Pedro Pan se independizaron aunque después la familia llegó, porque ya llevaban tanto tiempo separados. Muchos niños se olvidaron mucho del español porque venían tan jóvenes o no tenían nadie con quien conversar en su idioma natal. Otros no querían hablarlo, porque lo asociaban con el trauma del pasado, o porque tuvieron que actuar como traductores de sus padres y lo resintieron.
Hoy en día, muchos de los niños Pedro Pan son profesionales educados y han contribuido significativamente a la cultura cubana en los Estados Unidos. Es notable que de los que se han entrevistado, 61% tienen su licenciatura de cuatro años en la universidad o más. Son contadores, abogados, dueños de negocios, directores, ingenieros, gerentes, y médicos. Varios otros han contribuido a la cultura cubana estadounidense en la música, el arte, y la literatura. Entre estos incluyen los cantantes Willy Chirino y Candi Sosa, la artista Ana Mendieta, y autores como Yvonne Conde, Román de la Campa, y Carlos Eire. Los que anteriormente fueron niños Pedro Pan ahora trabajan en la política también, abogando por los derechos de los cubanos. María de los Ángeles Torres, profesora de política en University of Illinois en Chicago, investigó los documentos secretos del CIA sobre la operación Pedro Pan. Tomás Regalado, quien empezó como DJ en la radio de Miami y después se hizo periodista y corresponsal durante cuatro administraciones diferentes en la Casa Blanca, fue elegido alcalde de Miami en 2009.
Uno de los roles actuales de los Pedro Pan es abogar por los derechos de los cubanos. Muchos de los adultos que llegaron como niños se oponen al liberalismo en los Estados Unidos por su experiencia con Castro. Sólo quince por ciento de los entrevistados son demócratas. También algunos de la diáspora Pedro Pan abogan por el comercio libre con Cuba. Por ejemplo, Silvia Wilhelm es una activista política y la presidenta de Cuba Puente en Miami, una organización activista que trabaja para eliminar el embargo. Otro ejemplo es Carlos Saladrigas, un hombre de negocios quien aboga por quitar el embargo para ayudar a los cubanos. Los que pertenecen al grupo Pedro Pan se apoyan entre sí y benefician a la comunidad. Hay un grupo que se llama Operación Pedro Pan que ayuda a niños abandonados hoy día. Elly Vilano, antigua presidenta de este grupo, produjo la película Operación Pedro Pan. Es notable que los de la diáspora Pedro Pan, a pesar de su experiencia tan chocante, contribuyan tan positivamente a los Estados Unidos y a la cultura cubana. Algunos han sugerido que mucho tiene que ver con que muchos niños Pedro Pan eran jóvenes adolescentes que venían a los Estados Unidos con ganas de trabajar, y que, por eso, han sobresalido tanto hasta todavía hoy día.
LOS CAMARIOCA Y LOS VUELOS DE LA LIBERTAD
El 28 de septiembre de 1965, Fidel Castro anunció que hasta el 10 de octubre de 1965 el puerto de Camarioca estaría abierto para todos los exiliados que quisieran venir a buscar a sus familiares y salir de Cuba. Por fin, el puerto estuvo abierto hasta el 15 de noviembre. Un total de 2.979 cubanos salieron por este puerto, y otros 2.104 quedaron en Camarioca hasta que fueron recogidos en barcos alquilados por el gobierno de los Estados Unidos. La diáspora de Camarioca es notable porque fue el primer éxodo masivo autorizado por la revolución. El exilio de Camarioca fue una herramienta que Castro utilizó como arma política en contra de los Estados Unidos. Este acto tomó por sorpresa a las autoridades estadounidenses porque era la primera vez que enfrentaban una emigración masiva provocada deliberadamente por un país extranjero.
Después del cierre de la diáspora de Camarioca, el Presidente Lyndon B. Johnson autorizó los vuelos desde Cuba. Para suavizar la tensa situación, Castro dijo que Cuba estaría dispuesta a enviar dos vuelos diarios a Miami desde La Habana. Entonces, se iniciaron lo que se llamaron los “Vuelos de la libertad” que viajaron dos veces al día durante cinco días a la semana desde Varadero. Estos vuelos comenzaron el primero de diciembre de 1965 y duraron hasta abril de 1973 cuando fueron cancelados por el presidente Richard Nixon. En estos vuelos viajaron 260.561 cubanos a Estados Unidos.
Los motivos que provocaron la diáspora durante esta época no sólo eran los problemas internos de Cuba sino también la situación desastrosa económica en la isla. El objetivo de la salida de la diáspora de Camarioca, según el gobierno cubano, era la reunificación familiar, pero tenían otras motivaciones también.
Mucha de la gente que salieron por Camarioca y en la primera ola de los vuelos de la libertad eran mujeres, niños, y gente de mayor edad. Esto fue porque el gobierno cubano no permitió que muchos hombres jóvenes entrenados (como técnicos, por ejemplo) salieran de Cuba. La segunda ola de estos inmigrantes que fue a los Estados Unidos consistía de gente principalmente blanca, educada, y de clase media.
Al principio, la gente de esta diáspora sufría de discriminación de vivienda y de empleo en los Estados Unidos. Era común en esa época en Miami ver letreros que decían “No Cubans, no pets, and no children.” Esta discriminación fue especialmente difícil después de haber venido de Cuba, donde eran considerados como clase media o clase media-alta. Eventualmente, este grupo sobresalió en la sociedad de Miami porque, como muchos eran de tez blanca y de clase media, podrían identificarse más fácilmente con los estadounidenses y vencieron la barrera racial en su nuevo país. Sin embargo, no fue un proceso fácil.
Hoy en día, se encuentran muchos de las personas que vinieron por Camarioca y en los vuelos de libertad todavía en Miami. Se piensa que de los 250.000, hay unos 180.000 que viven en Miami hoy día. Ellos abogan en la política, trabajan en el sector privado, son dueños de sus propios negocios, y son líderes en instituciones religiosas. Algunos ejemplos incluyen Rolando Llanes y Olga Carballo. Llanes es un arquitecto en Miami quien considera que la salida fue un rescate de la doctrina del comunismo. Olga Caraballo ahora es la supervisora de la educación bilingüe en el condado de Miami-Dade, es decir que ella, entre otros, preserva su propia cultura promoviendo el idioma español dentro de los Estados Unidos.
LOS MARIELITOS
Los Marielitos se llaman así porque salieron del puerto del Mariel. Esta salida ocurrió entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980. Más de 125.000 cubanos fueron a Florida durante estos 6 meses. En 1977, la relación entre los Estados Unidos y Cuba se estaba mejorando y se establecieron secciones de interés diplomáticas mutuamente. Cuba acordó dejar salir algunos prisioneros políticos y que algunos cubanos americanos volvieran a visitar a sus familiares. La administración de Carter dejó que los inmigrantes llegaran y que fueran dados un estatus de refugio.
En ese entonces, había bastantes tensiones internas en la isla. Además, la economía se había empeorado. En mayo de 1979, un bus tumbó la verja de la embajada peruana en la Habana y penetró en la embajada. Los pasajeros del bus buscaban asilo político y empezaron a ir muchos cubanos a las embajadas extranjeras en Cuba. Hubo alrededor de 10.000 pedidos de asilo en la embajada peruana en las semanas que siguieron la entrada del bus. Entonces, Fidel decidió retirar a los guardias de la embajada peruana y que los que quisieran irse fueran permitidos a salir del país por el puerto del Mariel. Este acto tuvo implicaciones negativas para el presidente Jimmy Carter porque algunos de los exiliados que salieron por el Mariel fueron mandados desde las cárceles e instituciones mentales cubanas. Por consiguiente, hubo un acuerdo mutuo entre el gobierno de los Estados Unidos y Cuba para descontinuar tal diáspora en octubre de 1980.
En la opinión de muchos, esta diáspora en general tenía la peor calidad de inmigrantes. Los rumores dicen que Castro quería expulsar a todo lo que él consideraba negativo de su país: los delincuentes, los encarcelados, los discapacitados, y los homosexuales. Aunque muchos de este grupo solo querían salir de Cuba a causa de opresión política, desafortunadamente el grupo en general tiene una mala reputación, especialmente en los Estados Unidos.
Las condiciones de la inmigración en el sur de Florida en aquel momento llevaron a que las agencias de los Estados Unidos trasladaran a los marielitos a varios otros lugares en otros estados. Entre ellos incluyeron Fort Indiantown Gap en Pennsylvania, Fort McCoy en Wisconsin, Camp Santiago en Puerto Rico, y Fort Chaffee en Arkansas. En varios lugares, los marielitos protestaron las condiciones de vida en los campos y fue necesario llamar a la policía para controlar los disturbios. Sin embargo, cincuenta por ciento de los marielitos decidieron vivir en Miami permanentemente; por consiguiente los marielitos expandieron en un siete por ciento la oferta laboral en Miami.
El contexto histórico de la diáspora de los marielitos aparece como el tema en varias películas. Fue el sujeto del documental de PBS Against Wind and Tide: A Cuban Odyssey en 1981. Este fue nominado para un Academy Award como mejor película documental. Otra película bastante popular que se trataba de unos marielitos criminales es Scarface que se estrenó en 1983. También, esta diáspora es el tema en The Perez Family (1995) y Before Night Falls (2000). En el programa de televisión Miami Vice, en el primer episodio, el acompañante del villano era un marielito.
Algunos marielitos notables que han contribuido positivamente a la cultura cubana y estadounidense incluyen la escritora y ganadora del premio Pulitzer, Mirta Ojito, el poeta y novelista Reinaldo Arenas, el fundador de I Had Cancer, un sitio para los sobrevivientes de cáncer, Mailet López, el jugador de béisbol Bárbaro Garbey, una estrella del programa The Real World, Pedro Zamora, el actor y estrella de telenovelas René Lavan, la cantante de ópera, Elizabeth Caballero, el rapero y escritor de canciones Cuban Link, y la banda de reggae cubana, Arawak Jah. Sin embargo, hay algunos que se destacan por sus crímenes, por ejemplo el pirómano y múltiple asesino Julio González, el asesino Pedro Medina, y el asesino y fundador de la pandilla Latin Kings en Nueva York, Luis Felipe.
LAS DIÁSPORAS EN GENERAL
A pesar de todo, las diásporas de Cuba han dejado una gran huella. Los cubanos que han llegado a los Estados Unidos son unos cubanos totalmente diferentes a los que viven en Cuba. Piensan, actúan, y hablan distintamente. Han pasado por muchos sufrimientos y luchas a causa de sus salidas, y la mayoría han eventualmente sobresalido, algunos a un nivel más alto que otros. Lo lindo es que no se han olvidado de lo que es ser cubano, amar a su patria, y ser orgulloso de quien es uno. Muchos pensaron que iban a poder volver una vez que se acabara la revolución, pero no todo sale como uno quiere. Los cubanos inmigrantes en los Estados Unidos viven con la mentalidad de orgullo cubano, pero aquí en su nuevo país.
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