Antes que nada quisiera expresar mi agradecimiento a Raúl Fernández por haber enviado su trabajo con bastante anticipación. El trabajo de Raúl es un documento interesante y sin dudas una contribución a esta conferencia. Mis comentarios están enviados en tres partes. Primero: aspectos metodológicos generales. Segundo: algunas sugerencias con respecto a los aspectos analíticos. Y finalmente, algunos comentarios sobre los temas normativos del documento.
Tradicionalmente los tres ejercicios más difíciles en las ciencias sociales han sido:
• hacer análisis históricos comparativos;
• comprender y explicar la lógica generalizable que se encuentra en funcionamiento en los procesos revolucionarios; y
• la formulación de predicciones de cambios sociales, o sea, la búsqueda de un futuro cuyas posibilidades se encuentran en el presente
Recientemente hemos encontrado uno nuevo: la política económica de las transiciones. La transición de las antiguas economías socialistas hacia una economía de mercado y una sociedad democrática.
El análisis histórico comparativo requiere conocimientos acerca de la historia, cultura, estructura social, economía e idioma de ambos países. Comprender y explicar la lógica de una revolución es un reto metodológico, ya que necesariamente tenemos que seguir tres pasos: primero, analizar su historia en las acciones sociales; segundo, explicar esas acciones por una lógica situacional; y por último, comprobar la explicación mediante evidencia empírica. Muchos han tratado, y hoy en día hay varias escuelas que van desde las explicaciones antropológicas hasta la imaginería volcánica: el cambio convulsiona la sociedad; el descontento hierve, la violencia estalla. La formulación de predicciones de cambios sociales es también fascinante, sobre todo cuando el análisis es ex-post facto. Siempre se encuentra todo tipo de razón y explicación acerca de por qué ocurren los cambios. Desafortunadamente el récord de estas predicciones es pobre. No creo que exista ningún cambio social importante que haya sido pronosticado por los politólogos o economistas. Todas las revoluciones han sido sorpresas, tanto para los vencedores como para los derrotados. En la Revolución Francesa, tanto Luis XV como los que tomaron la Bastilla fueron los más sorprendidos. En el caso de la Revolución Cubana, no hubo nadie que hizo la predicción que el dictador Fulgencio Batista iba a tomar un avión para marcharse fuera del país. Tanto sus seguidores como Fidel Castro, y todos los que participaron en la Revolución, fueron de nuevo sorprendidos el 31 de diciembre de 1958.
Un ejemplo más reciente fue la sorpresa de 1989. La Academia Americana de Artes y Ciencias Sociales reunió a una docena de especialistas de Europa Central y del Este, incluyendo algunos residentes de la región. Se les pedía que intentaran explicar los desarrollos que estaban teniendo lugar en la región. Los trabajos fueron revisados durante 1988 para su publicación en 1990. De más está decir que ninguno de los participantes habían previsto lo que sucedió.
Los cambios dramáticos que han ocurrido y están ocurriendo en los países que fueron economías centralmente planificadas presentaron y presentan retos formidables a todos aquellos que se dedican a estudiar dichos acontecimientos. La realidad es que ninguna de las disciplinas, sea economía, sociología o las ciencias políticas, aún no nos ofrecen individual o conjuntamente una teoría que explique con exactitud los cambios, y menos todavía que nos sirvan de base para hacer predicciones.
Desde luego, estas dificultades no nos impiden, ni deberían impedir, que individuos como todos los aquí presentes persigamos con ahínco nuestros instintos y tratemos de expandir nuestros conocimientos sobre algunos de los problemas específicos de la transición hacia una economía de mercado y una democracia pluripartidista en Cuba. Este es el caso de la monografía acerca de la cual hoy comentamos — “Cuba y Polonia: Semejanzas, diferencias.”
Creo que la monografía es una contribución importante para esclarecer algunos de los complejos problemas que podemos hallar, como dice su autor, “en la búsqueda de una solución cubana.”
Yo estoy de acuerdo con mucho de lo que este estudio señala, pero quizás para no defraudar al público me gustaría señalar algunos puntos en los cuales se podría quizás reforzar el análisis, sobre todo en aquellos aspectos donde no se definen muy claramente las diferencias entre ambos países.
Primero, las diferencias que existen entre la posición de la Iglesia Católica. En los años 70, la Iglesia Católica en Polonia contaba con 15,544 sacerdotes, 26,586 monjas, 12,213 iglesias, 2,949 conventos, 46 seminarios, cuatro facultades papales, una universidad católica y una academia de teología. La prensa católica publicaba 15 importantes revistas. En resumen, la Iglesia Católica era una fuerza terrenal y espiritual que no se podía ignorar. Hoy día, la Iglesia Católica en Cuba cuenta solamente con 281 sacerdotes. No existen centros de enseñanza ni universidades, y si bien se publican algunas revistas como Palabra nueva y Vitral, su impacto es limitado.
Segundo, con respecto a la importancia del sector privado. En 1989, el sector privado en Polonia empleaba aproximadamente al 47% de la fuerza laboral.
En Cuba en 1996, si contamos los empleados de las Unidades Básicas de Producción y las Cooperativas, este coeficiente era el 24%; y si no los contamos era solamente 13.5%. Además, en Polonia en 1989 ya existían 15,552 compañías privadas, 429 joint ventures, 813,145 empresas privadas de dueños individuales, y como bien señala el documento, la agricultura estaba prácticamente en manos privadas (73.5%). Las comparaciones con Cuba en estos aspectos son desconsoladoras.
Aunque el documento describe los eventos que antecedieron a lo ocurrido en Polonia antes de 1989, quizás valdría la pena hacer algunas referencias a lo ocurrido en otros países cercanos en el sentido que lo que pasó en Polonia es un ejemplo clásico de cambio gradual y no de Revolución. En resumen, fue un cambio que resultó de una combinación de presión desde abajo pero también cambios desde arriba por una cúpula ilustrada, a diferencia de lo ocurrido en Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria y desde luego, Rumania. Fue un movimiento continuo hacia la democracia, con algunas interrupciones a partir del año 1956 cuando el estalinismo fue derrotado, y ya para el año 1976 de los 460 escaños en el parlamento, 261 eran del Partido Comunista, 113 del Partido de los Campesinos, 37 del Partido Demócrata, 36 no asociados con ningún partido, y 13 activistas católicos.
Ese fue el telón de fondo a lo que pasó en 1989. ¿Y qué fue lo que pasó en 1989? Pasaron tres cosas simultáneamente. Primero: el Partido Comunista perdió las elecciones. Segundo: Solidaridad ganó. Tercero: el Partido Comunista aceptó que Solidaridad ganara las elecciones. Eso suena como un silogismo. Pero el hecho real es que se permitió que hubiera elecciones. Además, Solidaridad ganó contra una oposición fuerte, incluyendo contra candidatos demócrata- cristianos apoyados públicamente por la alta jerarquía de la Iglesia Católica. También valdría la pena señalar que las elecciones en Polonia se celebraron el 4 de junio de 1989, o sea, el mismo día en que ocurrió la masacre de Tianamen. Es decir, que hay intentos de cambios que fracasan. En resumen, la transición en Polonia, como bien señala el documento, tiene características especiales. Pero quizás valdría la pena hacer hincapié en aquellos aspectos que no solamente la diferencian del caso de Cuba sino también de otras transformaciones de Europa Central y del Este.
El documento también sugiere una serie de respuestas a muchos de los problemas més acuciantes que plantea la cuestión cubana. Esta es una sección útil, pero quizás valdría la pena aclarar algunas de las premisas sin descartar su tema principal de “todos para el bien de todos.” Una de las recomendaciones es organizarse alrededor de una estructura operativa. Como objetivo eso puede ser deseable, pero no creo que, dada la historia de Cuba, la naturaleza del régimen, y la experiencia de otras transformaciones eso sea posible, y mucho menos recomendable. Si examinamos la experiencia de Polonia vemos que Solidaridad, como dice el documento, jugó un papel crucial, pero también es cierto que en el año 1988 la oposición al régimen polaco consistía de más de 60 grupos, movimientos independientes y partidos, además de cientos de organismos pequeños. No tengo cifras de la diáspora polaca, pero no creo que haya sido muy diferente de la cubana, quizás menos organizada.
Además, si examinamos el mensaje principal de todos los grupos y organizaciones que existen en la oposición al régimen en Cuba, vemos que hay unanimidad de criterio con respecto a tres principios fundamentales: Primero, todos respaldan los principios registrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Segundo, en materia política todos respaldan el principio de una democracia basada en elecciones libres y un sistema pluripartidista. Tercero, en materia económica todos respaldan el principio de una economía de mercado en todos sus matices.
El documento también hace referencia a la ley Helms- Burton como una ley que responde a los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos. Eso es evidente, ya que es una ley emitida por el Congreso norteamericano. Podríamos estar de acuerdo o discutir si algunos de sus aspectos tienen un impacto negativo o positivo para los intereses de Cuba, o si no valdría la pena eliminar los aspectos que tratan acerca de la exportación de alimentos y medicinas. Pero lo que no podemos ignorar es que la presión internacional también jugó un papel importante en lograr los cambios en Polonia. Como respuesta a la implantación de la ley marcial en Polonia en diciembre de 1981, los Estados Unidos y poco más tarde los gobiernos europeos impusieron sanciones severas. El levantamiento de las sanciones fueron condicionadas a la eliminación de la ley marcial, la libertad de presos políticos, y el restablecimiento del diálogo político entre el régimen, Solidaridad y la Iglesia Católica. Las sanciones económicas fueron eliminadas gradualmente después de 1984 en reconocimiento de las acciones por parte del régimen hacia una liberalización política y económica. Las relaciones tanto diplomáticas como económicas no se normalizaron hasta 1987, luego que el régimen de Jaruzelski anunciara en 1986 una amnistía general y reconociera tácitamente la existencia de la oposición política.
El documento también hace referencias a que debería darse un contenido más nacionalista afirmativo al discurso de oposición al régimen. En ese sentido yo sería un poco más cauteloso, ya que el nacionalismo ha sido quizás en Cuba, en algunos de sus aspectos más dogmáticos y arcaicos, un factor negativo en la formación de una sociedad estable y democrática. Quizás para terminar valdría la pena citar al Monseñor Pedro Meurice Estiu en su reciente discurso de bienvenida al Santo Padre:
Le presento además, a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas décadas y la cultura con una ideología. Son cubanos que al rechazar todo de una vez sin discernir, se sienten desarraigados, rechazan lo de aquí y sobrevaloran todo lo extranjero. Algunos consideran esta como una de las causas más profundas del exilio interno y externo.1
BIBLIOGRAFIA
Daedalus. Journal of the American Academy of Arts and Sciences. Winter 1990. Vol. 119, No. 1.
Dahrendorf, Rolf. Reflections on the Revolution in Europe. New York: Random House, Inc., 1990.
Garton Ash, Timothy. The Magic Lantern: The Revolution of 89. New York: Random House, 1990.
Rostowski, Sarah. Macroeconomic Instability in Post- Communist Countries. Oxford: Clarendon Press, 1998.
Sachs, Jeffrey. Poland’s Jump to the Market Economy. Cambridge, Massachussetts: M.I.T. Press, 1993.
FOOTNOTES
1. “Discurso de bienvenida al Papa Juan Pablo II pronunciado por el Monseñor Pedro Meurice Estiu en Santiago de Cuba, 24 de enero de 1998,” en Juan Pablo con los cubanos (Washington: Of Human Rights, 1998), p. 89.
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