Ante la imposibilidad de realizar investigaciones independientes (no gubernamentales) de opinión en la Isla, un trabajo como éste es necesario y se torna novedoso. Sus resultados pueden ser muy útiles para definir estrategias de acción teniendo en cuenta la vida cotidiana cubana.
En sus aspectos limitantes, es fácil encontrarle defectos metodológicos en contraste a una normalidad exigida a cualquier sondeo de opinión. En el caso cubano, la normalidad es impracticable a cabalidad, especialmente si la investigación no es oficiosa, es decir, si el patrocinador no es el Gobierno cubano. Por otra parte, quizás algunos lectores aguzados argumenten que este estudio sí es oficioso porque esta financiado por la Agencia Internacional de Desarrollo del Gobierno de los Estados Unidos (USAID), y que el orígen de los fondos reduce (o incluso elimina) su validez. Si esta preocupación existiera, creo que es exagerada. Primeramente, ignora que los investigadores del actual trabajo tienen ya demostrada su integridad e independencia profesional en esfuerzos similares anteriores. Además, no es la primera vez que fondos originados en “fuentes comprometidas” contraten a investigadores independientes, dejando que éstos cumplan, a su criterio, con las normas y estándares científicos, convencionalmente aceptados en la profesión.
Hay amplios antecedentes que justifican el método seguido en este trabajo. Existe en la literatura científica una rica veta de “estudios de emigrados recién llegadados,” cuyo orígen se remontan a la época del nazismo, durante la Segunda Guerra Mundial. En nuestro caso, los esfuerzos pioneros del sociólogo cubano Juan Clark (con la colaboración de Angel de Fana, Juan Figueras y Roberto Lozano) hace más de tres décadas abrieron “estudios vivenciales de la sociedad cubana”, basados en opiniones de exilados, recién llegados a Miami. (Veáse, Mito y realidad. Testimonio de un pueblo, Ediciones Saeta, en varios años.) Es oportuno aclarar, sin embargo, que el presente sondeo de opinión muestra más rigor científico, riqueza metodológica y profundidad analítica que otros muchos enmarcados en esta tradición investigativa.
El sondeo abarca trece temas, todos de actualidad: (1) ayuda humanitaria; (2) abastecimiento de bienes y provisiones; (3) logros educativos; (4) logros de salud; (5) actitudes hacia las reformas; (6) libertad de expresión; (7) medios masivos de comunicación; (8) disidencia; (9) participación social; (10) líderes del régimen y organizacón; (11) turismo y jineteras; (12) el futuro; y (13) la transición. Aunque a primera vista es posible señalar “un tema de actualidad” excluído de los trece, como la temática se manejó con realismo y apertura, otros temas “que no estan” entraron como subtemas en la investigación realizada; por ejemplo, el embargo (bloqueo) estadounidense y la visita del Papa.
De aquí en adelante, haré comentarios por tema, destacando “lo principal” para definir o refinar estrategias de acción en la sociedad civil de la Isla, una agenda clave en la actual coyuntura histórica cubana. En los comentarios evitaré repetir estadisticas, números que el lector puede apreciar mejor en el texto y sus tablas. Lo señalado en cada comentario, a veces bajo el genérico título del “cubano,” se aplica a la mayoría de los casos, es decir, son descripciones propias de tendencias mayoritarias, en definitiva verdades probabilísticas siempre con excepciones, que más bien confirman el patrón mayoritario en que se insertan.
Ayuda humanitaria. Se necesita, beneficia al pueblo y es bienvenida, aún por los cubanos que todavía no han recibido ninguna, que es la mayoría. A pesar de esto, es sabido que antes de llegar al pueblo, el Gobierno desvía la mayor parte para entregarla a sus seguidores y miembros de la nomenklatura, y para venderla en dólares a los turistas (turismo médico) y al cubano con “fula” (que no es la mayoría). Lo anterior demuestra que en la Isla para el cubano a pie es mucho más importante recibir esta ayuda y ser un potencial recipiente que eliminar del todo por los negocios que hace con ella el Gobierno. Esto implica la aceptación calculada de un “impuesto político” sobre toda la ayuda humanitaria recibida. Es más, se sabe que aún cuando la ayuda sea monitoreada, “la tajada gubernamental” no se elimina, sino se comprueba.
Lo anterior adquiere relevancia ante dos hechos ajenos a este estudio. Primero que en los últimos diez años, la ayuda humanitaria recibida por Cuba y enviada por ciudadanos y organizaciones de Estados Unidos, “del enemigo,” supera en montos anuales a la recibida (en remesas y donaciones) de otras fuentes (incluso sumadas); y que la ayuda recibida se sigue distribuyendo en Cuba bajo la leonina fórmula del “80-20,” donde la gran tajada va “legalmente” al Gobierno. De esto, no se ha escapado ni la Iglesia Católica (Caritas) ni las otras iglesias (Evangélica, Bautista, etc.) que son las que más ayuda han distribuído en esta década.
Abastecimiento de bienes y provisiones básicas. Las políticas del Gobierno y la corrupción en sus organizaciones son las mayores responsables de la carestía generalizada en Cuba.
Contrario a la propaganda del régimen, pocos cubanos creen que sea el clima, o el embargo/bloqueo norteamericano las verdaderas causas de la agobiante carestía generalizada. Por el lado de la oferta, no son las muchas empresas estatales, sino las pocas privadas —más en el mercado negro que en el oficial— quienes con más frecuencia, y en mayor proporción, satisfacen las necesidades básicas del pueblo. Prueba de ello: con la libreta de racionamiento un cubano no come más de siete días al mes, y hoy menos que cuando empezó el Período Especial.
Los casahabientes en la Isla son dueños de la casas en que habitan; y el cubano que no tiene dólares, que es la gran mayoría, enfrenta carestías y dificultades para vestirse, calzarse, adquirir medicinas o hasta para divertirse. Esto significa que la economía dual del dolar- peso provoca, por su exclusión, un gran resentimiento en la población; y que ya en el mercado, predomina un amplio aprecio a los cuentapropistas y bisneros, porque son los que realmente “resuelven” el diario.
Logros educativos. El cubano considera que el régimen mejoró la educación y la brindó “gratuitamente” al pueblo, y que eso es un logro que hay que mantener si cambiara el gobierno. A pesar de esto se le reconocen deficiencias: esta politizada (más énfasis en la ideología y la domesticación política que en los conocimientos); insuficiente en materiales didácticos; atea; se paga con trabajos hechos durante los estudios; no da libertad para escoger la carrera predilecta por vocación sino la que necesita el gobierno; y una vez terminado los estudios, el graduado no encuentra empleo en su profesion porque no lo hay en el mercado. Esto último ha empeorado con la dolarización de la economía. Para emplearse bien y poder sobrevivir ahora hay que ganar dólares y se consigue más fácil un “empleo dolarizado” con un oficio que con una profesión. Esto explica en parte que la juventud ya no quiere ir a la universidad.
El cubano considera que la educación gratuita debe mantenerse, si hubiera un cambio de gobierno. Después de cuatro décadas de educación pública y atea, añora la educación privada religiosa. Es irónico, pues ésta última no era “gratuita,” atraía a los hijos de las familias con ingresos medios en adelante (que no era más del 33% del total de las familias cubanas de ese tiempo), en calidad de educación ofrecida era muy superior a la pública y se ofrecía en varias opciones. En consecuencias sociales era controversial: formaba élites; fomentaba las diferencias de clases, razas y sectas ya existentes; resultaba en bajos niveles de integración nacional; y en cuanto a valores humanos e ideas universales, era tan dogmática como liberadora. Sus costos y beneficios estan manifiestos en sus graduados; entre ellos, y con cuestionamientos incómodos de representatividad, estan incluídos Fidel, muchos “comunistas” que se le unieron y por exilio o solución biológica ya no estan, y otros que todavía le acompañan.
Logros de salud. A diferencia de la educación, el cubano esta dividido sobre si la salud es un logro del régimen. Para los que la consideran un logro, piensan que debe mantenerse en el futuro, si cambiara el gobierno. El logro equivale a recibir atención gratuíta y disponer de hospitales y buenos médicos en número suficiente. A pesar de esto, señalan como deficiencias actuales en la salud la carestía de medicinas, de tecnologías para realizar pruebas, la demora para lograr un tratamiento y el acceso privilegiado que le dan al turista extranjero con dólares, al “pincho” del Gobierno y del Partido con hospitales exclusivos, y a los nacionales que pagan en dólares, todo ello contrariando la prédica igualitaria y discriminando al cubano de la calle y creado resentimiento en la población. El Médico de Familia, una pretendida innovación del régimen, no tiene tanta aceptación como dice la propaganda oficial y sí muchas reservas, por falta de recursos, equipos de diagnóstico y por la inoperancia general del sistema.
Si Cuba cambiara a una economía de mercado, el cubano cree que ello sería mejor para el pueblo. En el cambio, se debería mantener la atención gratuíta, la calidad de los doctores y el número de hospitales, con dudas si debería existir la medicina privada. Evidentemente, todo esto supone una expectativa bastante inviable por los costos que supone un sistema nacional de salud operando bajo una economía de mercado con los recursos de un país como Cuba. El reto esta planteado y si no se soluciona realistamente, incidirá en la ingobernabilidad de la nación.
Actitudes hacia las reformas. En general, las consideran demasiado lentas. Las más apreciadas, en orden de importancia, son: la dolarización; los mercados campesinos; las empresas mixtas; y el levantamiento de restricciones a las ideas religiosas (cuyas sus actividades incluyen el reparto de comida y medicinas, aún a sus no seguidores). Todas estos cambios han tenido poco impacto en la calidad de vida de la población, en contra de lo que dicen analistas extranjeros, incluso expertos en transiciones.
Los muchos cubanos que dicen haber realizado actividades de cuentapropistas, reconocen que las llevaron a cabo de manera ilegal—hecho más frecuente en la población no blanca—y sin que dichas actividades hayan variado sus vidas sustancialmente. El cubano considera privilegio tener un empleo en una empresa mixta, debido a lo que se consigue para el diario, a los dólares que se ganan y a los extranjeros que se conocen y que resuelven. Como privilegio al fin, los miembros de seguridad, del Partido y de los órganos de la Juventud estan encima de los que ganan dólares y ejercen un control sobre todo lo que hacen. No se menciona la realización personal o profesional como parte de la experiencia en las empresas mixtas, abriendo dudas sobre su contribución a la nueva cultura empresarial, necesaria para el futuro de Cuba.
Libertad de expresión. Aunque el Papa no pasó desapercibido por Cuba, los efectos de largo plazo por su visita fueron pocos, en contraste al potencial del evento. Durante su estadía en la Isla, hubo una mayor expresión de ideas, beneficiando, más a la Iglesia y al pueblo que al gobierno. A pesar esto, la amplitud lograda no se mantuvo por mucho tiempo. El logro fue temporal y de mayor impacto en La Habana. Los no católicos aprobaron la visita del Papa, y menos los simpatizantes del régimen porque la aceptaron expresando cierto disgusto y reservas.
En general, se interpreta que los mensajes dados por el Santo Padre en sus homilías en Cuba no sobrevirán un largo plazo. En tal sentido, el régimen logró con éxito la “despapización” pronta del ambiente, bajándole el tono al clamor por libertades básicas (de expresión, asociación y reunión), por opciones personales (contra el aborto, la insinceridad reinante y el miedo) y a la solicitud para reabrir la educación religiosa. La propaganda oficial se ha encargado de insistir “que el mundo se abra a Cuba” mientras que reprime su contraparte: “que Cuba se abra al mundo,” demostrando insinceridad cuando habla de apertura.
Ante la reciente decisión de Naciones Unidas de no sancionar a Cuba como violador de los derechos humanos, el cubano esta dividido: los simpatizantes del régimen estan felices, mientras que sus oponentes no salen aún del asombro por la represión existente. Entre éstos últimos, unos sienten que no sancionar a Cuba como violador equivale traicionar a los disidentes y presos políticos (alrededor de 330 todavía en las cárceles).
El cubano se desentiende y no quiere participar en los actos de repudio que la dictadura promueve contra los inconformes al sistema. Muchas veces ayuda en silencio a los repudiados y con precuación para no convertirse en blanco de un acto de repudio. En un acto de repudio, los defensores del régimen ayudan en la persecución de “sus enemigos” y expresan su rechazo a las victimas mientras algunos se desentienden del acto, encerrándose en sus casas.
El estado de represión constante es reconcido por el cubano. Se demuestra por la ubicuidad de los órganos represivos, en la calle, vecindario, centro laboral, iglesia y hasta en la misma familia, amigos y grupos disidentes. Los actos de repudio, la pérdida del empelo y de acceso a la educación disuaden y previenen acercarse o convertirse en disidente u opositor. El régimen todavía tiene a su favor que el cubano siga autolimitándose por el “seguroso” que cada uno lleva por dentro. Por otro lado, como el apoyo al régimen es visible y esta bien orquestado, pero ha perdido mucho en convicción sincera, la minoría creciente que abiertamente se le opone, lo hace ahora con más firmeza, continuidad y transparencia que antes.
Medios de comunicación. Si bien los cubanos en la Isla tienen radio y televisión en sus casas, no usan las fuentes cubanas para noticias, sino Radio Martí. Sin embargo, para la música y el entretenimiento, los medios cubanos, respectivamente, siguen siendo los preferidos. TV Martí carece de cobertura real en Cuba por inaccesible. Su diminuta teleaudiencia en la Isla esta muy concentrada en los cubanos que visitan la Sección de Intereses del Gobierno de Estados Unidos, en la Habana.
Las consecuencias de la noticia para el régimen determina la fuente de información más apropiada a usar en Cuba. Para enterarse de las noticias “negativas” al Gobierno (derribo de los aviones de Hermanos al Rescate en el 96 y hundimiento del Remolcador 13 de Marzo en el 94, o los juegos de Grandes Ligas cada Octubre, sobre todo si pichea el Duque) no hay mejor opción que descansar en medios extranjeros, complementados con la calle (“radio bemba”), y ambos refinados a la distancia con los nacionales, en parte “para ver lo que no dicen.” El Gobierno es la fuente principal de la noticia cuando ésta es “neutral” o “positiva,” bien sea por razones “de logro,” “domesticadora” (el Período Especial o la zafra) o “de escarmiento” (la crisis del General Ochoa), con un complemento mínimo de la calle y de fuentes internacionales. Sin embargo, cuando la noticia es de efectos ambiguos, por tener a la vez consecuencias “positivas” y “negativas” para el Gobieno (la crisis del Malecón, de los balseros, los acuerdos migratorios con Estados Unidos o la Ley Helms-Burton) se recurre a medios nacionales, complementados con igual intensidad con medios extranjeros y lo que dice la calle.
Granma es el periódico nacional más leído pero aún así pocos cubanos leen la prensa nacional; y menos aún se leen periodicos, libros y revistas internacionales, que raramente se consiguen de algun amigo.
El teléfono sigue siendo un medio frecuente de comunicación entre los cubanos de la Isla y sus familiares en el extranjero. Cuando se usa, se habla de asuntos privados y muy poco de “cosas de Cuba,” que por política del Gobierno no estan autorizadas o se mantienen fuera de la agenda oficial.
Bajo la dictadura cubana hay una regla de oro de sobrevivencia diaria: “no hables de lo que no puedes cambiar.” Muchos confunden este silencio con simpatía por el régimen en base a “lo que no le sucede.” Otros, lo equiparan a un estado nacional de cobardía, rememorando épocas heroicas, cuando las manifestaciones callejeras tumbaban dictaduras en el poder.
Este silencio mayoritario resulta, sin embargo, más por la dedicación casi absoluta del cubano a buscarse la vida y la comida día a día, en medio de la represión y de históricas carestías. En tal sentido, las remesas y otras ayudas materiales enviadas desde el exterior al cubano de la Isla y a las organizaciones privadas de su sociedad civil, liberan de la cotidianidad estas preocupaciones, que produce un silencio aparentemente “justificador del régimen.”
Disidencia.
El futuro de Cuba es un tema conversado en la Isla, sobre todo entre amigos. Un cambio en la situación política es más deseado que cualquier otro y se ve como algo posible. Más a la distancia se ve una posible mejoría en la situación económica o en los derechos humanos. Esto no significa que el cubano que conversa estos temas se considere un disidente, o que conozca a uno. Entre los pocos que sí se autodefinen como disidente, hay tres organizaciones que más atraen su pertenencia: periodistas independientes, Partido Pro-Derechos Humanos y Concilio.
Prevalece en Cuba un conocimiento restringido sobre las causas disidentes. Se demuestra por lo poco que se sabe de Concilio y del documento de “La Patria es de todos,” que prácticamente le ha dado la vuelta al mundo. A pesar de esto, los nombres de los líderes de la disidencia se oyen más que sus causas, y generan respeto, sin que ello suponga que el conocedor le dé apoyo al mencionado. Los cinco nombres de disidentes que más se oyen en Cuba son los de Gustavo Arcos, Elizardo Sanchez, Vladimiro Roca, Martha Beatriz Roque y Oswaldo Payá; seguidos por René Gomez Manzano, Raul Rivero e Hilda Molina.
A manera de comentario considero que el número de disidentes cubanos y el conocimiento que se tiene de ellos dentro (y fuera de Cuba) supera a situaciones como las que prevalecían en la URSS, Alemania Oriental y los antiguos países socialistas en su tiempo, y ahora en China, Vietnam o Corea del Norte. En el caso cubano, el régimen sigue sin abrirse internamente.
Jamás un disidente ha tenido acceso a los medios de comunicación de la Isla para expresar sus ideas. Mientras tanto, estos mismos medios controlados todos por el Gobierno si calumnian o desacreditan al disidente u opositor, sin conceder el derecho a oir otra opinión, menos de réplica, como correspondería en una democracia real.
Participación social. Esta parte del estudio es quizás la de menor validez, en parte, por las diferencias existentes entre una población de recién emigrados y la que permanece en la Isla. La población del estudio y su universo en Cuba difieren sustancialmente con respecto a su nivel de participación en las organizaciones de masas. La misma condición de emigrado potencial y declarado provoca la diferencia. Todo cubano que exprese al Gobierno su decisión de irse de Cuba entra en un lapso de espera, que el régimen usa “de castigo,” y que bien puede durar años. En esta larga demora el candidato a emigrante es oficialmente catalogado como “gusano,” lo “botan” del trabajo, le prohiben seguir sus estudios y hasta puede ser que se gane un mitin de repudio, a domicilio, como “despedida” a él y “escarmiento” para otros que estan dudando. Durante todo ese tiempo queda separado de las organizaciones de masas: CDR, FMC, CTC, ANAP, Milicias, etc. Por tales razones, la población de este estudio quedó finalmente muy subrepresentada en participacion social, aunque todavía en Cuba sobreviven, en involución, las organizaciones de masas, hoy con exigencias más represivas que antes.
Líderes y organizaciones del régimen. Los lideres nacionales más odiados en Cuba no generan siquiera un poquito de amor . Y aunque los rangos de dispersión entre ellos estan apretados, hay ciertas variaciones internas interesantes. Roberto Robaina (¿se acuerdan de él?) supera a los hermanos Castro y a Juan Escalona, entre “los más odiados.” Carlos Lage es el menos odiado y a la vez el más respetado. Ulises del Toro atrae un temor máximo, sin que le lleguen odios equivalentes. Nadie de los mencionados es “amado” y la negativa de amor se extiende con pocas diferencias a José Machado Ventura, Ramón Balaguer, Abelardo Colomé y Osmany Cienfuegos.
La organización más odiada en Cuba es el Partido Comunista, y en especial sus estructuras: Comité Central y Buró Político; seguida por la Oficina del Comandante. Las organizaciones menos odiadas son la UNEAC y la ANAP. Esto quiere decir que si los artistas (y campesinos) más conocidos no fueran del Partido, reducirían sustancialmente el odio que han acumulado en torno a sus personas.
Turismo y jineteras. El cubano no ve mal al turismo y le agradan los españoles, italianos y europeos en general, siempre que no sean rusos. A pesar de esto, reconoce que los extranjeros en Cuba tienen más derechos que los nacionales, en parte por el acceso privilegiado que tienen al turismo sexual. Estos privilegios crean resentimientos sin llegar a la hostilidad contra el extranjero. Aunque un extranjero en Cuba esta más propenso que un nacional a que lo asalten para robarle pertenencias y dinero, y a que lo expulsen del país, si se relaciona con disidentes.
En Cuba, todo el mundo sabe de las jineteras. No es extraño que cada cubano conozca personalmente una decena o más de mujeres (¿y los hombres?) que se dedican al jineterismo, pues en definitiva, es una actividad más para buscarse la vida. Los opuestos al régimen miran a las jineteras con sentimientos entre simpatía y pena. Este mismo juicio lo comparte el régimen, aunque sus partidarios son más hostiles. Las consideran una vergüenza nacional, que a veces llegan a justificarlas por el embargo.
El futuro. Un cambio político y económico es necesario en Cuba en los próximos diez años, aunque muchos ni siquiera saben el tiempo que tomará. Se piensa que ninguno de los líderes actuales el gobierno podrá encabezar la reforma, y sí quizás disidentes como Vladimiro Roca y Gustavo Arcos.
Aún cuando la economía se recupere totalmente, se cree que la mayoría de los cubanos que estan fuera no regresarán a la Isla. Es incierto o improbable que la mayoría de los parientes y amigos de los que estan afuera quieran venir a los Estados Undidos, aun cuando la situación politica y económica de la Isla cambie. Esto último me parece la típica respuesta de recién emigrados, pero me atrevo a proponer que sería diferente si el entrevistado llevara más tiempo fuera de Cuba, estuviera económicamente ya establecido y dispusiera de ahorros para “sacar a su gente.” Además, “el traer a los suyos” al lugar de residencia es lo sucedido con más frecuencia entre los grupos migrantes a Estados Unidos en este siglo.
La transición. El mejor sistema para el país sería un capitalismo democráctico que resolviera, entre otras, tres grandes preocupaciones: la ausencia de libertad y el miedo a la represión, la actitud de desdoblamiento personal prevaleciente en Cuba, y la corrupción y privilegios de los funcionarios del gobierno. La reconstrucción económica del país — que no esta incluída en las anteriores preocupaciones — será la tarea más dificil a resolver en la transición, y durante la misma, el caos y los asesinatos representan los mayores temores expresados hasta ahora. Ni la religion, ni la Iglesia Católica tendrán un papel importante en los cambios que tengan lugar en la Isla.
La solución económica que se propone— ”capitalismo democrático”—cuenta por ahora con una buena etiqueta pero su contenido, en atributos básicos, sobre todo los económicos, sigue oculto en una caja negra, que este estudio no trató de abrir. Por ejemplo, ¿cómo serán la educación y la salud en ese capitalismo democrático?, por mencionar solamente dos logros del régimen “que deben sobrevivir.”
El velorio del Comandante y el diálogo (exilados-disidentes- gobierno cubano) posterior al velorio, parecen ser el punto de partida y el motor para la transición, contando con el apoyo de la comunidad internacional, y en especial de los Estados Unidos. El papel de la Iglesia en la transición me parece tratado con ligereza en el estudio, sobre todo cuando la estrategia recomendada para el proceso se centra en el diálogo.
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