Notes1
En los primeros años de la década de los 90 se desató la crisis económica que por su complejidad y alcance ha sido considerada una de las más graves ocurridas en nuestro país, afectando profundamente a todos los sectores de la economía nacional, incluyendo al que en la actualidad integran la agricultura, la actividad forestal y la pesca. Con su estallido, a causa fundamentalmente del derrumbe del campo socialista, se puso en evidencia que la producción agropecuaria y alimentaria cubana no garantiza por sí misma las necesidades nutricionales de la población, pues ésta dependía básicamente de las importaciones de alimentos recibidas de esos países. Aunque la crisis de este importante sector no es reciente, ha venido presentando en los últimos años una tendencia a agravarse cada vez más.
Hay que señalar que el presente estudio se circunscribe al plano del otrora denominado sector agropecuario solamente, englobado ahora en el de agricultura, caza, silvicultura y pesca, por cuanto la silvicultura y la pesca constituyen, en interés de los objetivos de este análisis, tema de una reflexión posterior y más abarcadora por la relevancia que tienen las mismas dentro de la economía de la nación.
En términos generales se puede afirmar que, a pesar de tener un elevado nivel de calificación los numerosos técnicos ocupados en las actividades agropecuarias y considerables recursos agrícolas naturales, así como equipos, implementos y sistemas de riego en cantidades substanciales para un país subdesarrollado económicamente, la agricultura cubana ha progresado poco en sus niveles productivos, caracterizados a lo largo de todos estos años por modestos crecimientos y en ocasiones abruptas caídas. La inestabilidad es el rasgo predominante que afecta a la agricultura de nuestro país. Estos resultados decepcionantes se analizan en apretada síntesis a continuación.
ASPECTOS GENERALES
Indicadores de Eficiencia
Al examinar en el período estadístico 1975-88 el comportamiento de los principales indicadores de eficiencia del que fuera hasta hace algunos años atrás el sector agropecuario, los resultados que muestran los mismos son de total deterioro. Debemos señalar, en primer lugar, la tendencia descendente que registró en la etapa analizada el rendimiento de los fondos básicos asignados2 a este conjunto de actividades (agrícolas y pecuarias), el cual disminuyó a un ritmo promedio anual del 7.32% (Ver Tabla No. 1 y Gráfico No. 1).
Por otro lado, el stock de fondos básicos creció más deprisa que el promedio de trabajadores. En consecuencia, éstos tuvieron una cantidad creciente de medios con la que trabajar y, sin embargo, la productividad del trabajo quedó muy por debajo de ese incremento (Ver Tabla No. 2 y Gráfico No. 2).
La dotación de fondos básicos por trabajador se incrementó a una tasa promedio anual del 11.1%, mientras que la productividad del trabajo creció a un ritmo medio anual del 3.2% en igual período. En 1984-88 la productividad del trabajo descendió en un 2.45% como promedio anual.
Ahora conviene analizar un indicador que combina ambos factores (los fondos básicos y la fuerza laboral), conocido como “eficiencia conjunta de los recursos productivos.” Este es favorable cuando registra valores superiores a uno (Ec>1), siendo desfavorable cuando es menos de uno (Ec<1). Entre 1980 y 1988 este índice sólo alcanzó el valor de 0.79 en el sector agropecuario.
Como resultado de la crisis económica y del mal endémico del sistema—la ineficiencia—el índice de volumen físico de la producción agropecuaria declinó entre 1989 y 1995 en un 37.3%. Y 1989 no se caracterizó precisamente por ser un año de plétora en la producción agrícola y pecuaria (Ver Tabla No. 3). En 1996 el sector agropecuario registró un decrecimiento del 2.8% con relación al año anterior.
Rasgos Más Sobresalientes del Sector Agropecuario Cubano
El sector agropecuario se caracterizó antes de la crisis actual por presentar una pérdida de importancia relativa expresada en la tendencia decreciente de su participación en el Producto Material Total (PMT) con un incremento en casi la misma magnitud de las construcciones y un aumento muy ligero en algunos años de la industria (Ver Anexo No. 1). Entre 1962 y 1988 su participación en el PMT descendió del 23.1 al 14%.
En términos generales esta misma situación se produjo en los países subdesarrollados respecto a 1968. La parte de la agricultura en el PIB bajó en las tres regiones subdesarrolladas (Africa, Asia y América Latina) y fue en esta última donde el sector agropecuario hizo menor aporte en la generación del producto en 1985, con un 11.1%, mientras que en Africa representó alrededor de la quinta parte en el mismo año (Ver Tabla No. 4).
Otra de las características más sobresalientes del sector agropecuario en nuestro país es la disminución relativa de la población rural. Entre 1931 y 1988 la población rural cubana disminuyó en términos relativos en un 21%, aunque en términos absolutos se incrementó en más del 47% (Ver Tabla No. 5).
El papel desempeñado en la agricultura en la mayoría de los países subdesarrollados se reafirma al analizar el porcentaje que la población rural representa de la población total en las tres regiones señaladas anteriormente. Si bien en las tres desde 1975 a 1988, la tendencia presentada ha sido descendente—en concordancia con el lugar que ocupa el sector agropecuario respecto a los otros sectores—en 1988 todavía era muy elevada la población agrícola en Asia y Africa, donde representaba más de la mitad de la población total, mientras que en América Latina la relación era casi igual a la de Cuba en 1988 (27.6 frente a 27.2 Cuba). Ver Tabla No. 6.
Toda la información disponible sobre la distribución de la fuerza laboral cubana por actividad económica se presenta en la Tabla No. 7. Ahora bien, si nos llevamos exclusivamente por los datos estadísticos vemos que la participación relativa de la fuerza laboral en el sector agropecuario disminuye de un 41.5% en 1953 al 20.4% en 1989. Sin embargo, este no es realmente así, pues cada año han sido movilizadas decenas de miles de personas de las zonas urbanas hacia las áreas rurales del país—trabajadores de diferentes sectores de la economía nacional, estudiantes de secundaria básica, preuniversitarios, universitarios— con el objetivo de que realicen labores agrícolas como siembras, cultivos y recolección de cosechas. Estos trabajadores son reportados estadísticamente por otros sectores, no por el agropecuario, mientras que los estudiantes son registrados por las estadísticas de educación. No obstante, tanto los trabajadores como los estudiantes laboran una buena parte del año en actividades agrícolas, de forma permanente o individual. Por tanto, esta información está distorsionada y no es representativa de la realidad cubana.
Las Reformas Agrarias en Cuba
Las dos reformas agrarias realizadas en Cuba repartieron determinadas tierras a los campesinos, pero la mayor parte—los grandes latifundios ganaderos, arroceros y cañeros—los convirtieron primero en cooperativas de trabajadores que al poco tiempo fueron convertidas en granjas estatales. Es decir, el mismo proceso de colectivización de la agricultura que se llevó a cabo anteriormente en las desaparecida Unión Soviética y en otros ex socialistas.
En la primera (17 de mayo de 1959) se expropiaron las tierras con más de 30 caballerías (402 hectáreas) absorbiendo el Estado el 40% de las mismas. La segunda reforma agraria (3 de octubre de 1963) limitó la propiedad individual a 67 hectáreas, con lo que el Estado se convirtió en el poseedor del 70% de las tierras del país. En 31 de diciembre de 1989 la propiedad estatal ascendía al 82.3% (Ver Tabla No. 8).
Además, el Estado estableció el monopolio más absoluto sobre la producción agropecuaria, la comercialización mayorista y la distribución minorista de esos productos. El gobierno central le exige aún a las unidades de producción agropecuaria, tanto estatales como no estatales, que le entreguen la mayor parte de su producción a sus empresas de acopio, a los precios fijados por él. Todos los recursos productivos que utilizan las entidades agropecuarias en sus actividades se los distribuyen las empresas estatales, de acuerdo con sus criterios y a los precios establecidos por ellas.
División Organizativa del Sector Agropecuario Cubano antes de la Crisis Económica
Antes de la crisis económica actual, el sector agropecuario se dividía en dos grandes sectores sociales: el estatal y el no estatal.
En el primero se incluían las empresas agropecuarias y silvícolas estatales, así como las de servicios agropecuarios—excepto la aviación agrícola—las cuales estaban adscriptas al Ministerio de la Agricultura. Las empresas cañeras, subordinadas al Ministerio de la Industria Azucarera, también estaban incluidas en este sector, conformando los complejos agroindustriales.
En el sector no estatal se incluyen las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS) y finalmente los pequeños productores privados dispersos que establecen compromisos con el Estado en cuanto a la venta de productos agropecuarios.
Las CPA son agrupaciones de campesinos para producir colectivamente, en las cuales se unen las tierras y demás medios de producción fundamentales. Las CCS son organizaciones primarias de carácter colectivo, que posibilitan el uso del riego, de algunas instalaciones, servicios y otros medios, así como el trámite global de sus créditos, aunque la propiedad de cada finca, sus equipos y la producción resultante sigue siendo privada. En 1988, la situación de las empresas agropecuarias estatales y de las cooperativas de producción agropecuarias se presentan en las Tablas No. 9 y 10.
Evolución del Sector Agropecuario en el Período 1966-70
Si le preguntásemos a un estudioso de la economía cubana y en particular del sector agropecuario cuál ha sido su etapa más difícil antes de la crisis actual, la mejor respuesta escueta que podría darnos sería: el período 1966-70.
En el plano nacional: Se inició en 1965 en todo el país el proceso de lucha contra el burocratismo. El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) fue reducido de acuerdo con la opinión del jefe del régimen de que “con 100 hombres se controlaba toda la agricultura.” El aparato central de planificación (la Junta Central de Planificación, JUCEPLAN) se torna en una función meramente operativa. En 1966 el plan anual pierde toda su vigencia práctica, no obstante se continuó elaborando para los fines internos de la Junta, pues fue reemplazado por instrucciones del partido a los centros de producción.
Entre 1967 y 1968 se estableció una forma de dirección que se apartaba tanto del cálculo económico, que era generalmente aplicado en los países socialistas, como del sistema de financiamiento presupuestario que había comenzado a ensayarse en Cuba. El riguroso y moderno sistema de contabilidad heredado de las empresas capitalistas fue desmantelado y en su lugar se estableció un nuevo sistema de registro económico, con mediciones físicas de la actividad empresarial, el cual nunca llegó a concretarse en la práctica, siendo precedido por la erradicación de las formas mercantiles y la supresión de los cobros y pagos entre las unidades del sector estatal. De facto fue eliminado el presupuesto del Estado.
La escala salarial introducida en 1961 en todos los sectores de la economía nacional fue abolida, así como el sistema de normas de trabajo; se introduce el horario de conciencia y las horas extras voluntarias gratuitas. La desvinculación del salario y la norma y la distribución sin tener en cuenta el aporte laboral realizado, actuaron como un factor desestimulante de la productividad del trabajo en todos los sectores, creando condiciones para la indisciplina y el ausentismo. Según René Dumont, ingeniero agrónomo francés, que fue asesor económico del régimen en aquella época. “No había nada que comprar, por cuya razón no existía ningún estímulo para trabajar.”3
En el sector agropecuario: La colectivización fue ampliada mediante la eliminación de las pequeñas áreas destinadas al cultivo familiar de las que disfrutaban los trabajadores de las granjas estatales. En abril de 1968 se le prohibe a los campesinos la venta de la producción excedente, con la obligación de entregarsela al Estado.
Se multiplicaron en la agricultura los planes especiales (en el argot popular planes de Fidel) y los planes integrales. La administración de estos planes se le encomendaba por lo general a personas leales al régimen, mientras que la asignación de recursos para los mismos se realizaba bajo ordenes superiores, al margen de la JUCEPLAN.
Los planes especiales eran agrupaciones productivas de fincas privadas y estatales. Los planes integrales representaban una empresa productiva territorial en que la tierra y demás medios de producción de los pequeños agricultores se integraban en la granja estatal. Los propietarios privados en este caso cobraban un salario por el trabajo realizado y una renta de la tierra por la granja estatal. Sin embargo, el sector privado campesino no se resistió a la tentativa de englobarlo en estos planes, pues solo el 15% de las familias campesinas habían sido absorbidas por aquello que René Dumont definiera como la tercera reforma agraria.
El resultado de estos planes lo podemos obtener del propio Dumont: “La historia de los planes de Fidel, que fueron muy costosos con resultado realmente desastrosos.” El plan especial más importante fue el “Cordón de la Habana,” cuya intención era circundar la ciudad con frutales, café y hortalizas. En este plan “como en muchos otros, la operación de plantación era acompañada de presas de agua, calles, casas, etc.,” más el resultado fue el señalado por el francés Dumont: “¡desastroso!”
El primer año de la década de 1970 llamado de los “Diez Millones” no llegó a serlo. Todo el país se movilizó en función de alcanzar esa cifra en la producción azucarera, limitando a su más mínima expresión todas las demás actividades, entre ellas la agropecuaria.
Esta situación fue el resultado de la tendencia a establecer metas sin tenerse la menor idea de poderlas mantener e incluso cumplir. Así, por ejemplo, con motivo del décimo aniversario del “Triunfo de la Insurrección,” se aseguró que la producción agrícola de Cuba aumentaría a un ritmo promedio anual de un 15% durante los doce años siguientes, lo que representaba la mayor tasa de crecimiento en toda la historia mundial; sin embargo, a la luz de la realidad esta promesa era irrealizable, pues durante la primera década de régimen revolucionario lo que en verdad hubo fue un brusco ascenso de la producción agrícola en general. En diciembre de 1968 se plateó que la producción de leche se duplicaría en dos años; sin embargo en 1970 esta disminuyó un 25% con respecto a 1969.
Al final del experimento la situación de este sector fue el indicado en la Tabla No.11. Como se puede observar en ésta, un producto tan importante como el maíz inició un descenso vertical después de 1962; la producción de yuca, boniato, papa, ñame y malanga—alimentos relevantes en la dieta tradicional del pueblo cubano—disminuyeron considerablemente sus niveles productivos entre 1960 y 1970. La situación de crecimientos que presentaron otras producciones agrícolas puede verse en la Tabla No. 12.
Además, se produjo una baja considerable en la producción de leche. Según datos de la FAO disminuyó en un 25% entre 1969 y 1970. En la ganadería vacuna el descenso fue de 1.4 millones de cabezas en el período 1967-70.
Todo esto, no obstante, las grandes inversiones realizadas en el sector: “… la superficie agrícola cultivada pasó de 2371.4 miles de hectáreas en 1965 a 3059 en 1970; se desarrolló grandemente la mecanización de la cosecha cañera, elevándose la proporción de corte manual y alza mecanizada del 18% en 1964 al 83% en 1970; aumentó la aplicación de fertilizantes en la agricultura a 360 mil tm en 1970 en términos de materia nutriente; y la cantidad de tractores subió de 26.8 mil en 1968 a 51.6 mil en 1970.”4
En realidad, el país se precipitó en el más completo caos, muchas inversiones fueron paralizadas. La producción de la agricultura no cañera volvió a los niveles de 1965. La producción de la mayor parte de las ramas industriales, a excepción de la azucarera, sufrió un significativo deterioro. En 1966 por cada peso pagado por salarios (sin considerar otros costos en los cálculos) se recibía una producción de 1.58 pesos; en 1970 se reducía a 1.38. En muchos centros de trabajo se redujo en un 20% el uso de la jornada y no se superaba el 60% del nivel de eficiencia. En esa etapa el mercado negro se desarrolló considerablemente, a pesar de las restricciones gubernamentales.
ANALISIS RAMAL
Agricultura No Cañera
La producción agrícola no cañera, compuesta por la producción alimentaria y no alimentaria, se ha caracterizado por sus bajos niveles per cápita con relación a 1958. Así tenemos que cultivos como el maíz, los frijoles, los tubérculos y las raíces (boniato, yuca, papa y otros), los plátanos, el tabaco, el café, etc., han registrado disminuciones—en algunos casos extremas —con respecto a ese año (ver Tabla No. 13).
Los resultados de la agricultura no cañera han sido bajos, dado el desarrollo alcanzado en la mecanización, la fertilización y el riego, sobre todo los del sector estatal. El sector privado, no obstante poseen instrumentos de trabajo inferiores a los de las granjas del Estado y no haber disfrutado de las grandes inversiones que tuvieron éstas, ha presentado siempre un nivel de eficiencia superior. El papel del sector privado ha sido importante en la producción agrícola nacional: en algunos cultivos especializados, difíciles de mecanizar, su participación ha sido determinante (ver Tabla No. 14). En otros productos agrícolas ha sobresalido también, incluso por encima del socialista (ver Tabla No. 15).
La producción de tabaco alcanzó una cifra récord en 1961 (57,600 toneladas). Sin embargo, declinó gradualmente a menos de la mitad diez años después. En 1978 se planteó públicamente “la necesidad de recuperar y elevar los récord históricos del tabaco alcanzados bajo el capitalismo.” Los niveles de actividad llegaron a su mínima expresión en 1980 (8,239 toneladas) al ser afectado el cultivo por el moho azul. En 1959-60 se registró la mayor cosecha de café (55,200 toneladas), manteniéndose después de 1980—en términos generales—sobre las 20 mil toneladas hasta 1989. La producción de tubérculos y raíces tubo su pico en 1958 (780,700 toneladas), después sus niveles han sido variados, llegando en 1970 a solo 122840 toneladas. La producción de otras frutas, excluyendo los cítricos, fue alta en 1958 (402,500 toneladas), descendiendo durante las décadas de los 70 y los 80. La producción de arroz, el artículo principal de la dieta cubana, alcanzó su máximo en 1986 (570,517 toneladas). En 1958 la cosecha de maíz registró las 215,200 toneladas, cayendo posteriormente en picada. Este resumen de la producción agrícola de Cuba puede verse en la Tabla No. 16.
De acuerdo con la FAO, el desempeño de la agricultura cubana en 1959-76 fue el peor (empatado con Chile) de América Latina.5 En 1974, 1986 y 1995, Cuba quedó por debajo de varios países latinoamericanos en la producción per cápita de importantes productos agrícolas (ver Anexos No. 2, No. 3, y No. 4).
En el período 1981-89, en los umbrales de la crisis, los rendimientos de los principales cultivos del país registraron fuertes decrecimientos alcanzando en algunos casos más del 50% (Ver Tabla No. 17). Con la crisis económica la producción agrícola en general registro un descenso considerable, lo cual puede verse en la Tabla No. 18. El cuadro es aún más lóbrego en términos per cápita, pues la producción de cereales en 1994 fue de dos tercios de la correspondiente a 1986 (Ver Anexo No. 5).
La agricultura cubana ha venido presentando en los últimos años una disminución notable en las superficies cosechadas de varios cultivos de gran importancia para el país, entre los que se encuentran los consignados en la Tabla No. 19. Entre los cultivos más afectados se encuentra el arroz, el cual constituye uno de los alimentos básicos más importantes para el pueblo cubano, pues de su consumo depende en gran medida su alimentación o simplemente su subsistencia (Ver Tabla No. 20).
Agricultura Cañera
La caña de azúcar es el principal cultivo agrícola de Cuba, tanto desde el punto de vista de su extensión territorial, la cual abarcaba en 1989 el 45% de la superficie cultivada del país (Anuario Estadístico de Cuba 1989, p. 186), que como suministrador de materia prima a la industria azucarera, principal renglón de exportación de la economía cubana.
En los primeros años de la década de los 60 el régimen no pudo llegar a una decisión sobre el papel del azúcar en la futura economía del país. Aunque la industria azucarera era hasta ese momento la base fundamental del desarrollo de Cuba, se puso en práctica la osada idea de que la Isla debía poner punto final a su dependencia de ese producto.
Fue así que “en agosto de 1961 surge la decisión de reducir en más de 130,000 hectáreas las áreas cultivadas de caña de azúcar, que se encontraban entonces en el sector cooperativo (después sector estatal). De este modo se trataba de diversificar la agricultura.”6 A esto se agrega que se demolieron en la mayoría de los casos las áreas de mayor rendimiento cañero, las que quedaban más cerca de los centrales. Las áreas cañeras fueron reducidas para dar paso a nuevos cultivos, lo que significó un descenso general de la producción agrícola. Serían necesarios varios años para poder restaurar la capacidad productiva de caña de azúcar por parte del sector de la agricultura.
A la vez, mientras que la demolición de las áreas cañeras provocaba una disminución de la producción bruta agropecuaria, las tierras que iban quedando libre no podían ser sembradas, simultaneamente, con los cultivos que debían llevar a la diversificación. En este sentido contra tal pretensión jugaba la inexperiencia para introducir económicamente estos nuevos cultivos, así como la escasez de equipos, semillas, etc., que garantizaran rendimientos suficientemente atractivos. No hubo pues compensación.
La falta de un aparato de control adecuado hizo que no fuera posible determinar, con exactitud, el monto real de las áreas cañeras demolidas, que posiblemente superaron las 10,000 caballerías (134,200 ha.). El resultado fue indudablemente catastrófico. La disminución de la superficie de caña trajo como consecuencia una baja vertiginosa de la producción de azúcar, la que cayó de 6.8 millones de toneladas en 1961, a 4.8 en 1962 y a 3.9 en 1963, repercutiendo este hecho en toda la economía nacional. Veamos lo que dijo posteriormente el dirigente comunista Carlos Rafael Rodriguez, presidente del INRA entre 1963 y 1965:
El error cometido en la agricultura cubana durante los años 1960 y 1961 consistió de una parte, en relegar la caña como si ello fuera indispensable para diversificar la agricultura, y en segundo lugar llevar la diversificación al plano local, es decir, convertir cada granja en un mosaico de cultivos.7
Después las realidades económicas obligaron a abandonar la idea de que la industrialización pudiera convertirse rápidamente en la nueva fuente de riquezas de Cuba. Por consiguiente se le devolvió al azúcar y a la agricultura cañera la prioridad productiva, pasando después al otro extremo de conseguir zafras record, lo cual sería otro lamentable error. La de 1970 es un buen ejemplo de esta cuestión.
En esos primeros años, de 1962-1969, la producción promedio de caña de azúcar (40.8 millones de toneladas) permaneció más o menos a los mismos niveles del período 1953-58 (40.4 millones de toneladas como promedio anual). En 1962-69 los rendimientos por hectárea oscilaron entre 30 y 40 toneladas, mientras que en el período 1970-88 no alcanzaron las 60 toneladas/hectárea (la cifra más alta del período se registro en 1979—58.94 toneladas/hectárea). Estos niveles de rendimiento resultan bajos cuando se los compara con otros países productores de caña de azúcar. En cuanto a sus rendimientos en términos de azúcar, éstos muestran una tendencia decreciente, disminuyendo de más de 12% entre 1959 y 1968 hasta 10.85% en 1988.
También el sector no estatal superó al estatal en el rendimiento de caña de azúcar por hectárea cosechada. En la Tabla No. 21 se comparan ambos sectores sociales en este importante indicador de la agricultura cañera en 1962-89. En 1962-67 los rendimientos del sector estatal eran ligeramente superiores a los rendimientos del no estatal. Sin embargo, este último logró cerrar la brecha y, a partir de 1968 mostraron rendimientos constantemente más altos que los del sector estatal.
En el pasado la producción promedio de caña era de 45,000 arrobas por caballería, con un rendimiento del 12 al 13% de azúcar. Este promedio agrícola también era bajo en comparación con el logrado por otros países, lo que se debía al sistema de cultivo extensivo que predominaba en Cuba. (En Hawaii, mediante cultivos intensivos se obtenía hasta 400 mil arrobas por caballería, con un rendimiento industrial del 8 al 12% de azúcar.) Pero en Cuba se podían obtener numerosas cosechas con una sola siembra (como promedio 10 años existiendo en esa época campos donde se daban cortes durante 20 años), el costo de producción de la caña era mucho más bajo que en otros países donde el mayor rendimiento se obtenía por un costoso cultivo intensivo, a base de regadíos y fertilizantes. Las excelentes condiciones ecológicas de Cuba para el cultivo de la caña lo permitían.
La crisis económica ha agravado considerablemente la situación de la agricultura cañera, pues la producción cayó de 81.0 millones de toneladas en 1989 a 36.0 millones en 1995, mientras que el rendimiento descendió de 59.9 toneladas por héctarea a sólo 34.3 toneladas en igual período. En la Tabla No. 22 se comparan estos indicadores con el total para América Latina y el Caribe.
Rama Pecuaria
La rama pecuaria, no obstante ser una de las de mayor importancia porque constituye fuente de suministro de proteínas de orígen animal para la alimentación de la población, ya estaba en crisis antes del derrumbe total. Desde finales de los años 70, Cuba viene confrontando graves problemas con el ganado vacuno. Según los datos de la Tabla No. 23, en 1989 el país contaba con un rebaño de 4,919.7 miles de cabezas, cifra que es muy inferior a la registrada en 1970 (5,738.1 miles de cabezas), inferior en un 12.5% con relación a 1975 y en un 31.4% respecto a 1967, año en que las existencias vacunas alcanzaron, según el censo de ese año, la mayor cantidad registrada en el país (7,172.0 miles de cabezas).
Las existencias promedio de vacas en ordeño se mantuvieron prácticamente estancadas entre 1966 y 1969 (378.4 y 369.2 miles de cabezas, respectivamente), aunque se incrementó la producción por vaca en ordeño, pasando de 2.8 Kg. diarios en 1966 a 6.8 Kg. en 1988. Esta producción se redujo en 1994 a 4.7 Kg.
Cuba es uno de los países latinoamericanos donde más recursos se han invertido en el “mejoramiento” de las razas de ganado vacuno. Entre los factores que propiciaron este esfuerzo de “mejoramiento” genético cabe mencionar la importación de reproductores de alto pedigree, los cruzamientos mediante inseminación artificial, los programas de extensión, investigación, etc. Un ambicioso plan en la segunda mitad de la década del 60 trató de desarrollar un nuevo tipo de ganado, apareando cepa cubana (principalmente cebú, un deficiente productor de leche) con ganado Holstein y Brown Swiss directamente o a través de la inseminación artificial.
Sin embargo, a pesar de todos estos “avances” genéticos, a la producción de medicamentos, etc., los rendimientos en general de la ganadería vacuna se han mantenido a nivel bajo, con un descenso constante de la masa. El mejoramiento zootécnico es un requisito indispensable aunque no suficiente, pues requiere complementarse con buena alimentación, control sanitario y administración adecuada. Y en este último campo hay mucho que hacer en Cuba.
Ahora bien, la información sobre el comportamiento de la masa vacuna en Cuba, en términos absolutos, no aporta toda la información requerida. Se necesita para realizar una evaluación más completa compararla con el crecimiento poblacional, cuestión que se expone en la Tabla No. 24. Esta cuestión se repite cuando se compara la ganadería vacuna de Cuba con otros países de América Latina (Ver Tabla No. 25). Sin embargo, con motivo del IV aniversario del triunfo de la insurrección, el jefe del régimen afirmó que: “Nuestra ganadería se desarrolla y no tenemos dudas que será en el curso de pocos años una de las mejores ganaderías del mundo.”
Las entregas a sacrificio de ganado vacuno descendieron en el decenio de 1980 con relación a las cifras alcanzadas en 1968 y los primeros años de la década del 70 (Ver Tabla No. 26). En el fondo, esta situación debe atribuirse a la reducción de las existencias. Entre 1989 y 1994 las entregas a sacrificio cayeron de 885.7 miles de cabezas a solo 437.1 miles, respectivamente.
El consumo de carne de res per cápita era muy alto en Cuba. En 1956 el consumo promedio anual fue de 62.5 Kg. per cápita. En La Habana, ese mismo año, se elevaba el consumo per cápita anual a 97.9 Kg. (Geografía de Cuba de Leví Marrero, p. 258). En 1961 el consumo de carne de res bajó a 55.2 Kg. En La Habana y el área urbana circundante el consumo era de 69 Kg. per cápita anual (Panorama Económico Latinoamericano, 26 de diciembre de 1961, p. 34). En cuanto a la carne de res deshuesada, limpia, el consumo per cápita en 1955 fue de 11.9 Kg. (Anuario Estadístico de Cuba 1957, p. 114), disminuyendo progresivamente a partir de la década de 1960 (Ver Tabla No. 27).
El desarrollo del ganado porcino también ha sido pobre después de 1958. Como lo muestra la Tabla No. 23, el número de cabezas porcinas descendió en 1967 en más del 80% con relación a 1958 y un 73% con respecto a 1952 (las cifras se refieren sólo al sector estatal). En 1970 la masa porcina declina aún más debido principalmente a una epidemia de cólera porcina o fiebre africana. A partir de 1975 se produjo una recuperación sobrepasando el millón de cabezas a partir de 1984. En 1989 alcanza 1,292.2 miles de cabezas (0.12 cabezas por habitante, menos de la mitad de las 0.26 cabezas por habitante registradas en 1958).
La carne de cerdo desapareció del escenario nacional desde los primeros años de la década del 60, a causa fundamentalmente de las fuertes caídas en las existencias de ganado porcino, comentadas en el párrafo anterior, reapareciendo a partir de abril de 1980 con la apertura de los mercados libres campesinos hasta su cierre en 1986. En octubre de 1994 aparece de nuevo a la venta con el establecimiento de los mercados agropecuarios, al astronómico precio de 40-45 pesos la libra. En la actualidad el precio oscila entre 22-23 pesos la libra. Sobre estos dos mercados comentaremos más adelante. La carne de pollo en moneda nacional está prácticamente desaparecida, pues sólo se puede adquirir en las tiendas en divisas.
En cuanto a la producción de leche de vaca, veamos a continuación como se comportó ésta en términos absolutos y per cápita, antes y después de 1959. “La producción en 1945 se estima en el orden de las 337,000 T, nivel éste que no evolucionó significativamente en los años posteriores” (Enrique Pérez Marín, Agropecuaria, Desarrollo Económico, La Habana, 1990, p. 43). Sin embargo, considerando incluso que esta situación se hubiera mantenido hasta 1958, la producción per cápita de ese año sólo hubiera sido superada en 1972.
En 1945, según la Geografía de Cuba de Leví Marrero, p. 259, al realizarse el último censo agrícola, la producción anual de leche de vaca era de 400 millones de litros (412 mil toneladas aproximadamente), mientras que en 1957 la producción anual fue calculada en más de 700 millones de litros (más de 721 mil toneladas). Entre 1989 y 1997 la producción anual de leche descendió de 924.1 miles de toneladas a 570.6 miles de toneladas, lo que representa un decrecimiento de un 38.3% en ese período (Ver Tablas No. 28 y 29).
Con la crisis económica la producción pecuaria ha disminuido considerablemente, lo cual puede observarse en las Tablas No. 30 y 31. En 1995, el índice a nivel de América Latina y el Caribe fue de 116, mientras que en Cuba fue de 74 (Anuario Estadístico de la CEPAL 1996). En términos de per cápita, el índice de producción pecuaria cayó de 106.36 en 1989 a 68.46 en 1994.
ORGANIZACION ACTUAL DE LA AGRICULTURA CUBANA
El 15 de septiembre de 1993, el Gobierno Cubano anunció una reestructuración de las propiedades agrícolas estatales, con el fin de aumentar la productividad en el sector agroecuario. La medida establecía la subdivisión de las granjas estatales en las llamadas Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) que por tiempo indefinido tendrán el derecho al “usufructo de la tierra.” Pequeñas parcelas fueron distribuidas a trabajadores permanentes de las mismas para el cultivo individual. De este modo se pretendía estimular la producción y fomentar la autosuficiencia alimentaria del país. En febrero de 1995, se habían creado 1,440 UBPC, la mayoría en la agricultura cañera, de un total previsto de 2,000.
Sin embargo, las UBPC no han dado una respuesta positiva a los objetivos para las cuales fueron creadas. Su falta de autonomía les impide el buen desenvolvimiento del proceso productivo que llevan a cabo, destacándose los problemas siguientes:
• Lo que deben producir es determinado por la empresa estatal, manteniéndose un estrecho cordón umbilical con la misma.
• El destino de la producción lo fija la empresa estatal.
• Los precios de venta de los productos son fijados por las empresas de acopio estatal, excluyendo sólo la parte de la producción que las UBPC comercializan en el Mercado Agropecuario.
• Todos los suministros para realizar las actividades productivas—fertilizantes, herbicidas, plaguicidas, combustible, etc.—lo recibe a través de la empresa estatal, la cual les fija los precios.
• Todos los servicios de reparación de equipos, preparación de tierra, entre otros, se los proporciona la empresa estatal, los cuales son cobrados de acuerdo con las tarifas fijadas por ella.
Lo anterior demuestra plenamente que se mantiene el mismo grado de subordinación a la empresa estatal, lo que trae aparejado que se reproduzcan las viejas relaciones de producción y se mantengan categorías del sistema de propiedad centralizada. Es por ello que los productores no se sientan estimulados, lo cual incide indudablemente en sus resultados productivos.
Además, a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa cañeras se les prohibe participar en el mercado agropecuario con los excedentes resultantes de las áreas dedicadas al autoconsumo; las ganaderas, arroceras y cafetaleras no pueden comercializar sus producciones principales allí. A las UBPC de cultivos varios se les prohibe ofertar papa en ese mercado.
Las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) y las Cooperativas de Crédito y Servicios (CCS) siguen produciendo, en términos generales, con su misma estructura organizativa, estando obligadas por el Decreto 125 a venderle la mayor parte de su producción al Estado. “Los artículos 8 y 9 de ese decreto ley establecen que todo agricultor … está en obligación de explotar la tierra en interés del desarrollo económico y social del país. En ellos se sanciona entre otras figuras, la no venta al Estado de los productos que deben ser acopiados, la comercialización ilícita y el incumplimiento de las producciones principales a que están obligados los campesinos.”8
Aplicando este Decreto Ley se le han quitado las tierras a los campesinos por no cumplir sus contratos de entregar al Estado y vender sus productos directamente a la población. Mediate el Decreto Ley 149 se ha hecho lo mismo, a pesar de que en “La historia me absolverá” se dice: “La segunda ley revolucionaria concedía la propiedad inembargable…a todos los colonos, sub-colonos, arrendatarios.” “Si ha habido casos….. Hay un grupo de campesinos al cual se les ha aplicado el Decreto Ley 125 y existen otros 35 casos que se encuentran sujetos a expendiente por enriquecimiento ilícito, según el Decreto Ley 149.”9
Hoy es más evidente que nunca el rotundo fracaso del llamado “Plan Alimentario” para alcanzar incrementos de la producción agropecuaria. Sin embargo, la falta de alimentos en Cuba no es un fenómeno correspondiente a los últimos años, aunque la crisis ha contribuido a acentuarlo considerablemente. En rigor, la escasez de alimentos ha sido después de 1960 un componente básico del “sistema económico cubano.”
ESTADO NUTRICIONAL DE LA POBLACION CUBANA
Abastecimiento de Productos Agropecuarios a la Población Antes del Llamado Período Especial
En marzo de 1962 se decretó el racionamiento de los bienes de consumo, vigente hasta la fecha, como resultado de los grandes desniveles entre la oferta estatal y la demanda solvente de la población. La Tabla No. 32 presenta las cuotas de racionamiento de varios productos alimenticios, entre los cuales se incluyen algunos agropecuarios, en cuatro momentos del período 1962-1979.
De acuerdo con varios estimados oficiales, el racionamiento aseguró un minimo de 2,100-2,846 calorías diarias en 1977, pero Dudley Sears informó que el racionamiento en 1962 (cuando las cuotas eran más altas) permitió solamente 1,307 calorías a los mayores de 7 años y 2,155 a los menores de 7. En cualquier caso las cifras que corresponden a los últimos años de la década del 70 se encuentran por debajo de la disponibilidad nacional promedio per cápita para 1951-1958, la que se reportara en 2,740-2,870.10
El éxodo de más de 120 mil cubanos por el puerto de Mariel hacia los Estados Unidos en 1980 obligó practicamente al régimen cubano a aflojar la mano en el consumo. En 1980 y hasta 1986 en el país se establecieron los mercados libres campesinos (MLC), en donde se vendió la producción excedente de los agricultores privados y cooperativistas, luego de cumplir sus entregas al Estado. En estos mercados los precios se formaron libremente de acuerdo con la oferta y la demanda. La introducción del MLC trajo como resultado una apreciable diversificación de la oferta, vendiéndose en el mismo productos que no se veían desde los primeros años de la década del 60. Además, su calidad era muy superior a la de los que se podían adquirir en el mercado estatal.
A la par del MLC se crearon los mercados paralelos estatales con ofertas diversas, a precios muy superiores a los del mercado racionado. La mayor parte de los productos que se vendían allí eran importados de los países ex socialistas.
En 1986 fue clausurado el MLC, sobre él se dijo lo siguiente: “Creo que el mercado libre campesino va a pasar sin gloria y habiéndonos dejado una gran lección y no pocos daños, no se cuantos millonarios por ahí. Rectificaremos lo que incuestionablemente fue una decisión equivocada.”11
La gran ayuda económica recibida del desaparecido campo socialista, fundamentalmente de la ex Unión Soviética, durante la década del 80 creó la imagen de un país bien alimentado y con “virtual pleno empleo.” Las grandes cantidades de alimentos recibidos de ese país—tanto para la alimentación humana como animal—redundaron en un aporte diario de calorías superior al de muchas naciones de América Latina y en algunos productos el consumo fue superior al de otros con ingresos más o menos similares al de Cuba, ya que en el mismo influían precios al por menor relativamente bajos y fuertemente subvencionados (Ver Tabla No. 33).
Situación Actual
Con el derrumbe del socialismo en los países de Europa Oriental y la desparición de la Unión Soviética, Cuba quedó prácticamente sin ningun fuente de abastecimiento del exterior. Además, según datos de la CEPAL, la producción de alimentos registró fuertes decrecimientos a partir de 1990 (Ver Tabla No. 34). Estos decrecimientos produjeron a su vez un considerable descenso en el índice de volumen físico de la producción de alimentos por habitante (Ver Tabla No. 35).
Considerando los datos más recientes sobre la disponibilidad de alimentos, calculada con arreglo al suministro de energía alimentaria (SEA) per cápita diario, vemos que esta cayó abruptamente en los primeros años de la década del 90 (Ver Tabla No. 36). En 1992, Cuba quedó por debajo de varios países de América Latina y el Caribe en el consumo de proteínas y grasas per cápita diario (Ver Tabla No. 37).
Del análisis del SEA per cápita diario en Cuba queda un saldo poco alentador, pues cuando se comparan los registrados en los últimos años con los resultados promedio alcanzados por los países desarrollados más de diez años atrás, se observa que el consumo calórico per cápita diario de los mismos fue de 3,299 calorías, 97.6 gramos de proteínas y 136 gramos de grasa. Ello deja en evidencia el rezago en materia nutricional que actualmente tiene nuestro país, partiendo de que estos datos no hayan sido alterados por el régimen cubano. La crisis de los años 90 ha provocado efectos muy negativos en la utilización de los medios productivos agrícolas, y en la productividad del otrora sector agropecuario, lo que ha repercutido en el empeoramiento de sus niveles de producción.
El 1 de octubre de 1994, después de varios años de restricciones entró en vigor el “Mercado Agropecuario.” Se trata de la reaparición del antiguo “Mercado Libre Campesino.” A diferencia de este último, en el Agropecuario se autoriza la participación de entidades estatales: Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC), Ejército Juvenil del Trabajo (EJT) y otras.
El Mercado Agropecuario, la medida más popular de todas las implantadas con motivo de la crisis económica (Ver Anexo No. 6), inició sus operaciones en medio de un agudo descenso de la producción agrícola y pecuaria, impulsada su creación por la situación imperante en ese momento y no por el deseo oficial de establecerlo. Sin embargo, en la actualidad existen un grupo de factores que impiden su expansión. Enfrentando una de las peores crisis alimentarias que ha padecido el país, el Estado mantiene la prohibición de comercializar una serie de productos en este mercado. Entre estos se encuentran la papa, la leche, la carne vacuna y de caballo, el café y otras.
Además, existen un grupo de problemas que inciden sobre la participación de las entidades estatales y los productores privados autorizados a participar en este mercado, entre los que se pueden enumerar los siguientes:
• El alto compromiso de venta al acopio estatal.
• Los altos costos de transportación de los productos (alquiler de vehículos automotores).
• Los gastos de comercialización de los productos (alquiler de la tarima en el mercado y un segundo alquiler por el espacio—almacenamiento—si se dejan los productos para el siguiente día, por el alquiler de las pesas, por los altos impuestos).
La apertura del Mercado Agropecuario desflacionó los precios a que se vendían los productos agropecuarios en la llamada economía sumergida o mercado negro. Sin embargo, éstos se han mantenido altos, fuera del alcance de las posibilidades de las personas de bajo ingreso. Por otra parte, lo exíguo del abastecimiento racionado estatal obliga a la gran mayoría de la población a acudir a esos mercados, aumentando considerablemente la participación de la alimentación en el presupuesto familiar.
En realidad, el descenso de los precios en el Mercado Agropecuario—una vez sobrepasada la baja inicial— sólo será posible mediante el incremento de la producción agropecuaria. Los factores antes señalados imposibilitan este descenso.
En sus inicios, en C. La Habana solamente, las ventas realizadas en este mercado entre octubre de 1994 y abril de 1995 generaron ingresos estimados de 903.8 millones de pesos. Sin embargo, entre 1995 y 1996 descendieron en un 21.9%, descendiendo de 1,848.5 millones de pesos en 1995 a 1,158.9 millones en 1996 (Estadísticas Seleccionadas de Cuba 1996, Oficina Nacional de Estadísticas, abril de 1997, p. 7). Y esto no se debió a que aumentarán las entregas racionadas a la población.
MEDIOS DE PRODUCCION Y RENDIMIENTOS
Las actividades agrícolas y pecuarias constituyen la laguna más visible del ineficiente “sistema económico” cubano. No obstante, han sido en su conjunto las mejores dotadas de recursos en toda la economía nacional. Entre 1960 y 1969, Cuba invirtió 15,856.3 millones de pesos en las mismas. En 1989 nuestro país contaba con 76,783 tractores de diferentes tipos (Anuario Estadístico de la CEPAL 1996, p. 658), registrando uno de los más bajos índices de América Latina y el Caribe en el indicador hectáreas de tierra cultivable/tractor (Ver Anexo No. 7).
Para los países subdesarrollados el consumo de fertilizantes adquiere una importancia particular, porque de su acción depende en gran medida la autosuficiencia alimentaria. Si se analiza el consumo de fertilizantes en los países latinoamericanos durante la década de los 80, se observa que Cuba registró el mayor consumo por hectarea cultivable, pasando su consumo total de 73,500 toneladas en 1980 a 107,000 toneladas en 1989. En 1995 el consumo total ascendió a 137,000 toneladas, a pesar de haber descendido la producción en el país de 161 mil toneladas en 1989 a sólo 15 mil en 1994 (Anuario Estadístico de la CEPAL 1996, p. 682).
Otro elemento de gran importancia en la agricultura cubana es el riego, que permite bajo condiciones normales de organización la elevación de los rendimientos y la recuperación de tierras, con lo que se puede ampliar la superficie cultivada. Cuba, en cuanto al indicador de tierras irrigadas del total de tierras en cultivos, ocupaba un lugar destacado en el mundo. En 1980 tenía 729.4 ha. bajo riego por cada 1000 de superficie agrícola, pasando en 1989 a 879.6 ha. A lo anterior se agregan los miles de técnicos de diferentes niveles de calificación y especialidades que trabajan en las actividades agrícolas y pecuarias.
Sin embargo, como hemos visto anteriormente, los resultados del otrora sector agropecuario han sido bastante decepcionantes. ¿Cuáles han sido las causas de esta situación?
El sistema de dirección basado en la rígida centralización de toda la actividad económica en el Estado, con la ausencia total en determinados períodos de estímulos materiales a los productores, sustentado fundamentalmente en la ayuda económica recibida del exterior, ha sido una de las causas principales de las ineficiencias presentadas no sólo por el sector agropecuario, sino también por los demás sectores de la economía nacional.
Todos los que han trabajado en las actividades económicas en Cuba, saben que hasta hace muy poco timepo las cuestiones de la eficiencia, tan pregonadas en la actualidad, se consideraban exclusivamente como un problema consistente en conseguir aumentos de la producción sin tener en cuenta para nada el gasto productivo. Sin embargo, eficiencia significa que no hay despilfarro de recursos, o sea, todo lo contrario de lo que ha ocurrido en la economía cubana, caracterizada por el derroche.
En verdad, la dirección del país nunca ha asumido plenamente la responsabilidad de lo que ella misma ha mandado a hacer, manteniendo una gran inestabilidad en la conducción de la economía. La mala administración existente en todo momento y en todos los sectores de la economía nacional ha afectado negativamente el trabajo y la producción, y las carencias resultantes de todo ello han agravado el problema de la baja productividad, el elevado ausentismo y el despilfarro de recursos en los centros de producción y servicios del país. El robo continuado en entidades estatales, así como el mercado negro, constituyen constantes en el panorama económico nacional. Sin embargo, se rechaza de que el gran culpable de todo eso sea el supercentralizado e ineficiente “sistema económico.”
PROBLEMAS ECOLOGICOS
Un aspecto adicional que influye sobre la crisis agrícola y alimentaria en Cuba es la constante degradación del medio ambiente. Este fenómeno universal para todos los países subdesarrollados, tiene rasgos propios y resultados singularmente desvastadores para la agricultura cubana.
Cuba, con una extensión de 11086,1 miles de hectáreas y unos 8,8 millones de hectáreas cultivables presenta hoy:12
• Un millón de hectáreas afectadas por la erosión.
• Un millón de hectáreas afectadas por la salinidad y de ellas medio millón en grado extremo.
• Un millón de hectáreas en peligro de salinizarse.
• Veinte por ciento del territorio afectado por la erosión y un sesenta por ciento con algún tipo de daño al respecto.
• Acidez en el 25% del territorio.
• Los centrales azucareros y destilerías arrojan más de 60 millones de m3 de aguas residuales no tratadas a ríos, lagunas y bahías.
• Las cuencas hidrográficas, con unos 6,7 millones de hectáreas están afectadas en gran medida por todos los males anteriormente apuntados.
• Creciente deforestación para atender necesidades de industrias, como la azucarera que consume 600 mil m3 de leña anualmente; así como para sustituir combustible doméstico.
• Disminución de los manglares por la contaminación y para sustituir combustible doméstico.
• Tala indiscriminada de frutales.
FOOTNOTES
1. Este trabajo apareció originalmente como un suplemento especial del Boletín No. 8 del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna para el Análisis de la Situación Económica Cubana, Diciembre de 1997. Fue leído en la reunión de ASCE por Ricardo A. Puerta.
2. Este indicador era el utilizado antes de la crisis actual en las estadísticas oficiales: Rf=Producción bruta/Fondos básicos productivos. Es equivalente a la relación Producción bruta/Capital fijo.
3. René Dumont,Cuba ¿es socialista? Editorial Tiempo Nuevo, 1970, pp. 70-71.
4. José Luis Rodríguez, Estrategia del desarrollo económico en Cuba, La Habana, 1990, p. 128.
5. FAO, Anuario de Producción 1976, Roma, 1977, pp. 74-75.
6. Charles Bettelheim, “Cuba en 1965: Resultados y perspectivas económicas,” Revista Nuestra Industria Económica, No. 18 (1966), pp. 8-9.
7. Carlos Rafael Rodríguez, “El nuevo camino de la agricultura cubana,” Cuba Socialista, No. 27 (1963), p. 71.
8. Entrevista a Orlando Lugo Fonte, presidente de la oficialista Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), Trabajadores (11 de julio de 1994).
9. Ibid.
10. Carmelo Mesa Lago, “La economía en Cuba socialista,” p. 238.
11. F. Castro, en el Encuentro Nacional de Cooperativas de Producción Agropecuaria, Ciudad de La Habana, 18 de mayo de 1986, Cuba Socialista, septiembre-octubre 1986.
12. Basado en información en Gramma, Juventud Rebelde, Trabajadores y Anuarios Estadísticos.
[…] los datos de 1957 consultar https://www.ascecuba.org/asce_proceedings/el-sector-agropecuario-cubano-bajo-el-socialismo-de-estado… y para […]