¿Qué sucederá en Cuba después de la muerte de Fidel Castro? ¿Raúl Castro ocupará su lugar? ¿Demorará tanto la muerte de Fidel que si Raúl hereda el poder sólo se cambiará un anciano deteriorado por otro que entonces estará igualmente gastado pero con menos facultades y aptitudes que su hermano mayor? ¿Será una Junta Militar la que tenga el control de Cuba, utilizando además un grupo de civiles de confianza del viejo régimen?
Ninguna de estas preguntas tiene respuesta. Pero si obviamos la cabeza visible del gobierno, lo más probable es que comience a ejercer el poder efectivo un grupo de familiares y allegados de Fidel Castro y Raúl Castro, con el apoyo de una casta de militares dueños de la economía y del ejército, lo que significa tener en sus manos el control efectivo del país. Familiares, amigos y militares formarán una especie de clase dominante que regirá los destinos de Cuba después de la muerte de Fidel.
Estos militares y sus satélites seguirán en sus cargos por no se sabe cuánto tiempo. Algunos podrán ser sustituidos con cierta rapidez, otros demorarán más. Muchos de los que ocupan posiciones intermedias en empresas, fábricas, corporaciones y negocios de todas clases, continuarán trabajando hasta que otros con calificación semejante puedan ocupar su lugar, pero este es un proceso que durará varios años y mientras tanto, la influencia de la clase dominante seguirá presionando sobre todas las actividades de la vida del país y de la población.
¿Cuánto tiempo demorará el reemplazo—que simultáneamente será un período de moralización y saneamiento—de los antiguos jefes militares para separarlos de la jefatura de las actividades económicas? Como muchas otras cosas nebulosas en el futuro de Cuba, la respuesta a esta pregunta es impredecible. Mientras, la Isla seguirá funcionando a medias. Pero no hará falta una bola de cristal para prever que la situación de la Isla será sumamente difícil si no se solucionan varios problemas muy graves.
Este trabajo no es un análisis económico de la situación de Cuba. En él no se presentan los indicadores macroeconómicos ni se examinan sus interrelaciones o sus proyecciones. Su objetivo es exclusivamente el de dar un alerta y lograr que las personas que lo lean se percaten de la que la solución de Cuba no está en el cambio (Cuba está cambiando, lo quiera Fidel Castro o no) ni en la transición (que ya existe, mal que le pese al grupo en el poder). La solución de Cuba la va a dar únicamente el ejemplo y el empeño que pongan los cubanos para sacar la Isla del estado ruinoso y apático de sus actividades fundamentales, que es la secuela de 47 años de desgobierno aberrado, caprichoso y voluntarista y de implantación de una economía artificial y subsidiada.
Todas las actividades económicas han sido afectadas por el sistema, por la terquedad antítesis de la inteligencia y la reflexión y por el aventurerismo económico, así como por la priorización de la política (que no se come) sobre todos los aspectos de la vida. También han sido tarados la infraestructura jurídica, ética, los servicios sociales y comunales, la salud pública, la educación, el desarrollo científicos. Este trabajo, por supuesto, no puede abarcar el inmenso panorama del desastre. Pero sí puede alertar a muchas personas que piensan que después de la muerte de Fidel Castro, todos los problemas de Cuba se van a arreglar de inmediato, de un día para otro, como por arte de birlibirloque: es mucho lo que hay que reparar en la Isla, y es proverbial que es mucho más difícil restaurar que edificar.
LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA DE CUBA: EL DESASTRE ECONÓMICO DE LA REVOLUCIÓN
Cuba ha sufrido cuatro transformaciones económicas desde 1959, y ya está comenzando a sufrir la quinta. Seguramente, esto es mucho más de lo que cualquier país puede soportar, por estable que sea, y nosotros, los cubanos, somos los llamados a dar solución a sus nefastas consecuencias. A continuación un breve resumen de estos cambios.
Primer cambio estructural: 1959–1970. El socialismo utópico
Se inició con la I y II Leyes de Reforma Agraria en 1959–1963, y surgimiento del sector estatal de la agricultura, que acaparó el 80 por ciento de la tierra cultivable, dejando el resto al sector privado, y continuó con la nacionalización de medios de producción confiscando primero los bienes de supuestos malversadores enriquecidos durante el gobierno de Batista, y después nacionalizando propiedades norteamericanas entre julio y septiembre de 1960 junto con las efectuadas a propietarios cubanos ese año. Toda la banca y las 383 mayores empresas pasaron al estado,1 con lo que se inició la construcción del socialismo. El proceso de sustitución de la propiedad privada por la estatal de completó con medidas aplicadas en diciembre de 1963 y marzo de 1968 al sector comercial. A continuación se implantó la economía centralizada. Las actividades económicas y las de la vida (comer, beber, vestirse, educarse, transportarse, recrearse) se supeditaron a las decisiones estatales. Se fijaron cuotas de alimentos y productos y la forma, fecha y cantidades en que se distribuirían. Trabajadores, equipos, medios de transporte y edificios fueron redistribuidos. Surgieron nuevas leyes y procedimientos: aventureros, desconocedores y oportunistas elaboraron proyectos caros y absurdos. Los vínculos ancestrales del comercio exterior desaparecieron y se reorientaron Europa del Este. El precio fue alto, y mayor el costo social de la transformación. Su expresión más visible fue la salida del país de decenas de miles de cubanos desde 1959.
Se sustituyó una economía por otra, pero la actual carecía de controles económicos: éstos irritaban al dueño absoluto que disponía de los ingresos y los gastaba en nombre de toda la sociedad, con arrogancia enfermiza. La carrera de Economía fue eliminada de la Universidad: los economistas y contadores se ocuparon en trabajos artesanales o como tabaqueros. La falta de controles contradijo los métodos burocráticoeconómicos, base de la planificación estatal en los países socialistas, según la teoría de Marx. No hubo coherencia entre la teoría y su implementación. El socialismo utópico no funcionaba y quedó una moraleja: con voluntad política no se resuelven los problemas económicos, como lo demostró el fracaso de la Zafra de 1970; el chasco disipó algo la nebulosa ideológica y los controles se replantearon con urgencia al dispararse la inflación. La bolsa negra funcionaba a plenitud. La población crecía y había que enfrentar las necesidades mínimas. No había reservas de divisas. Vino la segunda transformación de la economía.
Segundo cambio estructural: 1971–1985. El modelo soviético
Al fracasar la Zafra fue necesario emprender el cambio e implantar el modelo soviético. Cuba entró en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME o COMECOM), se creó una Administración Central del Estado calcada de la rusa, y se implantó un Sistema homólogo de Dirección y Planificación de la Economía. Los planes anuales de desarrollo económico y social formaron parte de los quinquenales y constituían leyes de obligatorio cumplimiento. En provincias y municipios se crearon órganos locales que copiaban la administración central.
Todos los niveles de dirección intervinieron en la gestión económica. El papeleo alcanzó grandes alturas. Las trabas burocráticas impedían solucionar los problemas y la economía se frenó. Los costos se dispararon junto con la ineficiencia a pesar (o a causa) de la asesoría de miles de especialistas del CAME. Para estabilizar a Cuba, Rusia aportaba inyecciones de capital y suministros baratos, pagaba la tonelada de azúcar a 600 dólares cuando valía 200 en el mercado mundial, y facilitaba petróleo a un precio equivalente al promedio mundial en los 5 años anteriores. Cuando el precio era más bajo que el del año actual, Cuba “compraba” 4 ó 5 millones de toneladas adicionales y las revendía en los mismos puertos rusos a precios del mercado mundial, con grandes ingresos adicionales. En esta etapa el subsidio ruso significó entre 3 y 5 mil millones de dólares más cada año. Sin embargo, el PIB creció desde 1972 hasta 1985, año en que aparecieron síntomas de estancamiento económico que en ocasiones reflejaban las dificultades de Europa del Este. En 1982 la deuda externa alcanzaba 2 913,8 millones de dólares. El precio del azúcar descendió y Estados Unidos intensificó su presión sobre los bancos en plena contracción de los mercados financieros.2 Las dificultades económico-financieras no hallaron solución en la nueva estructura económica y el estado tuvo que reorganizar de nuevo el aparato económicoproductivo.
Tercer cambio estructural: 1986–1990. Proceso anti-mercado. ¿Regreso al socialismo utópico?
Con los recortes de la ayuda de Europa del Este y las deficiencias de la dirección económica, se perdió la confianza en las concepciones económicas del campo socialista injertadas en Cuba. Entonces Fidel Castro inició un proceso de rectificación de errores y tendencias negativas que solucionaría los problemas por la vía política, al tiempo que fueron sancionados varios funcionarios por negligencia, descontrol y uso en beneficio propio de recursos materiales y financieros. Las ideas del nuevo proceso eran semejantes a las de la etapa 1961–1970. De nuevo se enfatizó en la conciencia y no en los estímulos materiales. Los cambios económicos que se efectuaron no tuvieron importancia y no se resolvieron los problemas de la producción y los servicios.
Los problemas acumulados entre 1959 y 1988 desembocaron en una crisis que empezó a manifestarse junto con la caída del Campo Socialista. En esos 30 años, el saldo de la balanza comercial fue negativo en 28 y positivo en 2 años (1960 y 1974). Los 28 años de saldo negativo representaron un déficit acumulado de 20 015,1 millones, y desde 1989 hasta el 2004 representa más de 40 000 millones que se fueron transfiriendo en buena medida a la deuda externa del país, que ya suma más de 13 000 millones.
Cuarto cambio estructural: 1991–2004. Las reformas a medias
La desaparición de los subsidios rusos, la caída del Campo Socialista, el agotamiento del modelo económico soviético, la pérdida de las reexportaciones de petróleo, el endurecimiento del embargo norteamericano, el incremento de la deuda externa y la desaparición del comercio con Europa Oriental, plantearon tareas urgentes al régimen de Cuba, que declaró un “Período Especial en Tiempo de Paz”:
• El ajuste de la economía a la nueva realidad requería crear nuevas relaciones comerciales en condiciones desventajosas para un país dependiente del comercio exterior: la baja disponibilidad de divisas imposibilitó garantizar un flujo de recursos, materiales y suministros similar al que se obtenía de Europa del Este,
• Para crear nuevos vínculos comerciales, era necesario reinsertar la economía en el mercado mundial sobre bases nuevas,
• Se hacía indispensable cierto nivel de inversión extranjera para la apertura de empresas que permitían altos ingresos de forma rápida, como es el caso de la industria turística, además de abrir las posibilidades de inversión en diversas ramas de la economía para hacerlas competitivas,
• Para lograr esto la economía tendría que abrirse al mercado para funcionar con eficiencia: sin gastos inútiles de dinero, recursos y tiempo, y los trabajadores deberían recibir una adecuada remuneración por su desempeño.
Desde 1991 el régimen comenzó a dar pasos hacia una Reforma Económica. Los cambios institucionales realizados desde mayo de 1994 aportaron las medidas a continuación:
• Reducir los subsidios a las empresas y aumentar los ingresos del presupuesto para disminuir el déficit,
• Reducir los excedentes monetarios (casi 11 mil millones en manos de la población que no tenían contrapartida en mercancías o servicios),
• Elevar los precios y tarifas de productos y servicios seleccionados,
• Implantar un nuevo sistema de impuestos,
• Agilizar el aparato burocrático estatal,
• Liberalizar la producción y comercialización de los productos agropecuarios,
• Desincorporar el grueso de las tierras estatales.
Otras medidas fueron la liberalización de la tenencia de dólares, la formación de capital a partir de la inversión extranjera, la creación de una segunda economía de la que forman parte los mercados agropecuarios e industriales liberados, el trabajo por cuenta propia, la flexibilización de las regulaciones para la formación de capital a partir de la inversión extranjera, las tiendas para la recuperación de divisas y la formación de circuitos económicos autónomos, fundamentan buena parte de la reconstrucción de la economía junto con el auge acelerado del sector turístico, que ya aportó un ingreso bruto de 1 816,0 millones de dólares al cierre de 1999. Sin embargo, muchas de las medidas tomadas eran medidas a medias, o no tocaban el fondo del problema, o resultaron ser paliativos manipulaciones. En general, todas las medidas que se ponen en marcha tienen su límite—y su limitación—fijada de antemano: mientras no lleguen a una frontera invisible cuyo traspaso pudiera afectar al sistema establecido, las medidas y las disposiciones se pondrán en marcha. Más allá de esa frontera no se implantarán: esto significa que el cambio y las reformas económicas nacieron prisioneras dentro de ciertos márgenes, en otras palabras, quiere decir que nunca hubo una voluntad real de cambio.
Pero la economía no responde a caprichos ni a decretos. Funciona bien si se respetan sus leyes y sus experiencias, ya milenarias. De no ser así, o funciona mal o no funciona, y las medidas que se aparten de sus exigencias no son más que ilusiones. Ni decretos, ni discursos, ni arengas, ni metas, pueden lograr que la economía se aparte de sus inflexibles matemáticas. Muy pronto las medidas a medias dejaron de dar resultado, porque no se puede implantar un capitalismo a medias para apuntalar una estructura socialista arcaica, insuficiente e ineficiente.
Quinto cambio estructural: 2004– …? Regreso a la utopía
Las “reformas a medias” profetizaban que el régimen de Fidel Castro volvería en cuanto pudiera a las andadas. En primer lugar, porque el ego del Comandante en Jefe no acepta la derrota, y para él era una derrota comenzar esas reformas aunque fueran superficiales. Después del derrumbe del bloque socialista comenzó a hablar de la “Opción Cero,” o sea, de lo que se haría cuando se terminaran por completo los suministros. El hecho de haber pensado en esta “Opción” que no lo es (el cero nunca es una opción) habla por sí mismo del voluntarismo del Comandante. Por supuesto, él sería el último en conocer el “Efecto Cero.” Ante la amenaza evidente de una revuelta popular y síntomas tales como la asonada de agosto de 1994 en La Habana, Castro comenzó las reformas a medias, mal de su grado. Prueba de ello es que casi inmediatamente después de consentir el trabajo por cuenta propia en ciertas actividades económicas, el gobierno comenzó a fustigar y perseguir con saña a los trabajadores cuentapropistas, tratando de provocar que ellos mismos dejen los negocios que han emprendido. De la misma forma, ahora la emprende con los países de la Unión Europea, a los que se acercó desde 1991 para atraer a los inversionistas del viejo continente y que en su momento apuntalaron al régimen.
Ocurre que desde hacía rato se estaba presentando en escena el fenómeno de Venezuela. Hugo Chávez encontró en Fidel Castro el ejemplo a seguir, el modelo a imitar, y el consejo a escuchar. Con la ayuda de Chávez en forma de ciertas cantidades de petróleo y de dinero, la manipulación de noticias tales como la aparición de petróleo en zonas de la plataforma insular de Cuba y las entregas nunca cumplidas de ollas arroceras y otros efectos a la población, el Comandante intentó inspirar optimismo al pueblo al tiempo que centralizaba la tenencia de dólares y subía los precios de los productos en el mercado paralelo que antes utilizaba dólares y ahora recibe esos billetes o certificados de divisas que se denominan CUC y que el pueblo bautizó como Castro—Unico—Camino o con el nombre más popular de chavitos, que no tiene nada que ver con Hugo Chávez.
El caso es que el Comandante, asido al áncora de salvación que representa Chávez y la reanimación del fantasma del socialismo en Latinoamérica, regresa ahora a los viejos tiempos. La nueva economía, o capricho, tiene matices del socialismo utópico tan amado y deseado, con la ayuda exterior (antes de Rusia, ahora en grado mucho menor de Venezuela) y el capital que ya ha sido invertido sobre todo en hoteles y algunos otros negocios, por algunos países de Europa.
LA SITUACIÓN ACTUAL
Mientras ocurre todo esto, y Fidel Castro en medio de su vejez irreversible sigue aferrado al pasado, tratando de convertir en éxitos las teorías que cuando contaba con la ayuda poderosa del Campo Socialista lo llevaron al fracaso, la economía de Cuba sigue cada día más afectadas y los activos del país se deterioran más y más.
Las industrias
El principal aspecto es, por supuesto, la recuperación económica de Cuba. Se trata de una tarea colosal después de (hasta ahora) 47 años de despilfarro, de experimentos realizados por desconocedores, de caprichos voluntaristas, de subsidios extranjeros que financiaron aventuras militares y enmascararon los desastres de la producción, de fórmulas fantásticas para construir un país rico y próspero, de mentiras sobre fábulas y fábulas sobre manipulaciones. ¿Cuál es el panorama que se extiende ante la recuperación económica de Cuba? Se trata de un inmenso mural de más de 110 mil kilómetros cuadrados de ruinas. Cuando los “países hermanos” del Campo Socialista hicieron el favor de empezar en Cuba fábricas y plantas industriales en condiciones favorables, se formó una dotación compuesta por equipos con una edad promedio entre 70 y 80 años, si se toma en cuenta que han transcurrido 47 años desde 1959 y que el atraso tecnológico promedio de los equipos que venían de Europa del Este representaba 25 o 30 años. El autor de estas líneas vio en 1964 con sus propios ojos en el complejo fabril INPUD, cerca de Santa Clara, un equipo conformador de piezas de metal que había sido fabricado en 1871 en el Imperio Austro-Húngaro (según la fecha y el escudo del Imperio con el águila grabada sobre el metal del equipo). En 1964 ya contaba 93 años. Si todavía existe, tendría la friolera de 135 primaveras…3
No voy a hablar de los centrales azucareros. Sólo recordaré que en su inmensa mayoría ya existían en 1925. Aunque en el momento en que se construyeron los equipos no eran anticuados, los centrales azucareros que siguen funcionando (aproximadamente la mitad del total de fábricas en 1959) tienen entre 80 y 90 años. Las últimas zafras azucareras apenas sobrepasan el millón de toneladas, lo mismo que se producía en 1894. La mitad de los centrales azucareros han sido desactivados, pero las tierras que antes los abastecían de caña no han sido reincorporadas a la agricultura, según el discurso oficial por falta de fuerza de trabajo, fertilizantes, combustibles y otros insumos. Las plantas de níquel son igualmente anticuadas y defectuosas.
El resto de las industrias: siderometalúrgicas, de materiales de construcción, fábricas de cemento, hilanderías… y todo el resto del espectro imaginable, adolecen del mismo defecto: son fábricas que muchas veces eran desechadas en la propia Europa del Este (donde las fábricas nuevas eran obsoletas en el mismo momento en que comenzaban a funcionar) y entonces eran enviadas en virtud de convenios de colaboración económica para ayudar, dentro de los marcos del internacionalismo proletario, a la hermana República de Cuba.
En muchos casos, una especie de fatalismo geográfico que dentro de los marcos del CAME estimulaba una llamada “división internacional del trabajo,” preconizaba que cada país debía producir aquello para lo que tenía más experiencia y condiciones, y comercializarlo dentro del marco de los países del CAME. En virtud de esa condición, la Cuba subdesarrollada de base agropecuaria y desarrollo industrial incipiente, quedaba restringida a la producción de azúcar, níquel, cítricos y muy pocas cosas más. A cambio de ello, los países “desarrollados” de Europa del Este abastecía la Isla con una tecnología que en su momento era poco más que chatarra. A cambio, Cuba les daba azúcar, níquel, cobalto, cítricos y muy poco más. Con el azúcar cubano, los rusos fabricaban compotas y mermeladas que después vendían bastante caras a Cuba, lo mismo que televisores que ya llevaban muchos años en desuso y lavadoras y refrigeradores de funcionamiento arcaico. Por otra parte, inundaban los llamados “mercados paralelos” que funcionaban en Cuba en los años 80, con innumerables productos envasados (pescados, carnes, vegetales) que no eran aceptables para el gusto de los cubanos, mientras que la producción de la industria alimentaria nacional era casi inexistente … incluso se produjo la aberración de que compraban azúcar a Cuba y luego la reenviaban a la Isla en forma de mermeladas.
En resumen: lo anterior significa que la dotación industrial del país está formada por equipos muy antiguos, altamente contaminantes y grandes consumidores de energía, que realizan producciones limitadas insuficientes para abastecer la demanda. La competitividad de la producción es baja y la ganancia es pequeña considerando los altos costos. La falta de piezas de repuesto desde hace 15 años, la avanzada edad de las plantas, la falta de combustible que ha mantenido paralizadas a muchas de ellas, unida a la falta de materias primas, ha convertido en ruinas la industria nacional. La industria azucarera fue desmantelada en el 2002 cerrando 46 de 150 centrales azucareros. Desde el 1997 hasta el 2002, la producción de carne de ave cayó en un 45 %, la de leche de vaca, en 7 %, las cabezas de ganado, en 14 %, y la captura de peces y mariscos disminuyó un 45 %,4 lo que demuestra que las reformas a medias inauguradas en 1994 no dieron resultado.
Otras muestras palpables del deterioro industrial está dado por el hecho de que las producciones de cemento, textiles y fertilizantes en el 2003, estaban por debajo del nivel de 19895. Hasta los voceros de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) de Cuba, mencionan “insuficiencias en la industrialización: poco cambio en la composición de las exportaciones, bajo valor agregado, integración mínima, poca cooperación interindustrial y rezago tecnológico.”6
En el 2003 la producción de azúcar quedó un 73 % debajo del nivel de 1989, la de cemento, en un 64 %, la de textiles, en un 87 %, la de fertilizantes, en el 91%, la masa ganadera es inferior a la existente en 1989 en un 23 %, y a la de 1958, en un 42 %, la producción de pescado y mariscos es inferior en un 65 %, la de leche de vaca en un 46 %, la de huevos en un 33 %, la de cítricos en un 22 %. Esta situación reviste caracteres más graves si se considera que en el 2006, Cuba contaba con 1,2 millones de habitantes por encima del nivel poblacional de 1989: menos productos para más habitantes.7
Por si todo esto fuera poco, en el 2003 el valor de las exportaciones estaba en un 70 % por debajo del nivel de 1989 y el de las importaciones, en un 43 %, lo que provocó un déficit de 2,957 millones en la balanza de bienes. El déficit es un 11 % mayor que el de 1989, pero en ese año Rusia concedía créditos automáticos a Cuba, que nunca fueron pagados, para compensarlo, mientras que actualmente Cuba debe recurrir a préstamos de corto plazo con intereses altos.8 Por otra parte, Cuba tiene ahora 1,5 millones de habitantes más que en el 2009, por lo que se debe tomar en cuenta este factor al realizar el análisis de la caída de las exportaciones y las importaciones.
¿Cómo hacer para salir de este panorama desolador? Modernizar y echar a andar de nuevo gradualmente las industrias de Cuba en toda su dimensión requerirá un nivel de inversión elevadísimo. Será un esfuerzo muy grande que pondrá en tensión todas las energías de la nación, pero resulta indispensable porque en buena medida tanto la producción industrial como la agropecuaria serán el eje y el soporte de las transformaciones económicas que es preciso realizar en el país.
La Vivienda
Según datos aportados por la CEPAL,9 Cuba tiene un déficit de 1 millón de viviendas. El complicado problema de la vivienda en Cuba tiene varias vertientes:
• No ha habido reposición adecuada desde el triunfo de la Revolución: la proporción de nuevas viviendas construidas es inferior a la suma de las que causan baja por deterioro más la que son necesarias para enfrentar el crecimiento natural de la población, que pasó de 6,5 millones (1959) a 11,2 millones (2006).10
• La edad del fondo de viviendas construidas antes de 1959 se ha incrementado en 47 años. Las viviendas construidas después de 1959 se caracterizan por la utilización de materiales de construcción de baja calidad y por el empleo de proporciones inadecuadas de cemento, arena y acero. Según cálculos del Instituto de Planificación Física realizados en 1981 para estabilizar el Fondo de Viviendas en Cuba,11 en ese año la edad promedio del Fondo pasaba de 50 años. En el 2006 debe andar por 72 años.
• En los años 2000 y 2001 el paso de tres huracanes provocó la destrucción de 35, 274 viviendas y afectó 272,105.12
• El deterioro de las viviendas se aceleró desde 1959 por la construcción de pisos intermedios no autorizados (barbacoas), divisiones o ampliaciones en las casas muchas veces con materiales de baja calidad y sin conocimientos de construcción. Las cifras de viviendas a construir en los planes quinquenales desde 1981 en adelante fueron incumplidas en más del 45 por ciento.13
• Como resumen, en el occidente del país más del 40 por ciento del Fondo de Viviendas se encuentra en mal estado, y en el territorio centrooriental, más del 50 por ciento14. Como promedio, el 47,6 por ciento de las viviendas de la Isla está en mal estado, lo que afecta prácticamente a la mitad de la población.
Pero además de los problemas del Fondo de Viviendas, tenemos el déficit oficial aceptado de 1,000,000 de viviendas. Esto significa que por lo menos 4,500,000 cubanos (si se acepta un promedio de 4,5 personas por vivienda) carece de casa donde vivir y vive en condiciones deplorables, en casas ajenas o en construcciones improvisadas y muchas veces peligrosas, dentro de las propias casas. Pero como el Fondo de Viviendas tiene una edad promedio de 72 años, y los materiales de construcción que se utilizan en Cuba vencen a los 50 años según las normas técnicas, una inmensa cantidad de casas que siguen en pie pueden derrumbarse y resultan peligrosas para los residentes.
Si sumamos a los 5,500,000 cubanos que viven en casas en mal estado los 4,500,000 que no tienen donde vivir y residen en casas divididas o en viviendas ajenas, casi siempre sumamente viejas, tenemos que 10,000,000 de cubanos, el 89 por ciento de la condición, vive agregado o residen en viviendas que se encuentran en mal estado.
En 1981 es proverbial el hecho de que durante el Censo, ya se detectó una familia que vivía dentro de un elevador en un edificio en ruinas…
Redes eléctricas y redes de comunicación
Gran parte de las redes eléctricas, sobre todo en Ciudad de La Habana y las capitales provinciales, tiene por lo menos 80 años de edad. La zona soterrada que abarca parte de los Municipios Centro Habana y la Habana Vieja, en la capital de Cuba, tiene casi un siglo. Las líneas aéreas, soportadas por postes de madera, son un poco menos vieja, pero los postes están podridos o debilitados. Los últimos ciclones que han pasado por Cuba demuestran la vulnerabilidad de las líneas aéreas y de las líneas telefónicas, también aéreas. La falta de repuestos, equipos, piezas y accesorios ha impactado todavía más sobre la transmisión de energía, y los apagones continuos, seguidos de alumbrones, ayudan al deterioro de los sistemas. El monto de la inversión necesaria para renovar las redes eléctricas y telefónicas es también multimillonario y es una de las tareas más urgentes que deberá enfrentar una nueva administración.
La generación de electricidad en el año 2003 todavía estaba por debajo del nivel de 1989, 14 años antes, lo que se traduce en afectaciones a la producción industrial y sobre todo a la población.
Todo esto significa es que en cuanto termine la Transición en Cuba la nueva administración deberá enfrentar con urgencia la modernización del Fondo de Viviendas, lo que conllevará la inversión de grandes recursos, la modernización de numerosas fábricas de la industria de materiales de construcción y la puesta en marcha de otras nuevas.
Por otra parte, el mal estado y las deficiencias notables en los sistemas de acueducto y alcantarillado, que se examinan en detalle en el epígrafe titulado Salud Pública, también conspiran contra el buen estado de las viviendas y las condiciones de vida.
La alimentación
¿Cómo se alimentan los cubanos después de 1991? La cuota mensual de una persona en libras es de 1.25 libra de frijoles, 0,5 de grasa, 6 de arroz, 2,7 de carne, pollo o pescado, 5 de azúcar, 15 de viadas y 8 huevos. Con excepción del azúcar y las viandas, el resto de la cuota cubre las necesidades de una semana. En otros términos, el racionamiento suministra el 51 % de las calorías recomendadas, el 43 % de la proteína y el 17 % de la grasa según los estándares internacionales.15 Por otra parte, los cubanos consumen 41 % menos grasas y 2 % menos proteínas por debajo del promedio regional, que incluye vecinos tan pobres como Haití. Los precios de los alimentos que pueden adquirirse en los mercados no racionados han subido en proporción mucho mayor que los salarios y las pensiones.
La explicación oficial para el déficit de alimentos cita la limitada y desigual recuperación de las producciones industrial y agropecuaria y el déficit crónico de divisas que limita las importaciones, atribuyendo todo esto a la crisis económica que comenzó en 1990. Pero esto no aclara por qué en los años antes de la crisis y a pesar del generoso subsidio ruso, Cuba no aumentó ni diversificó sus exportaciones, tampoco justifica que la masa ganadera de la Isla, de 6,0 millones de cabezas de ganado en 1958, haya disminuido a 3,6 millones en el 2006,16 y tampoco explica la caída constante de la producción agropecuaria a pesar de que con las reformas iniciadas en 1994 el gobierno, que dirige los planes de producción, les vendió los edificios y los equipos. Las Unidades Básicas de Producción Cooperativa arrojaron pérdidas en el 2003 y recibieron subsidios fiscale; estas unidades venden casi toda su producción al estado a precios inferiores a los que regirían si pudieran vender libremente a los consumidores, y sus ventas a los mercados agropecuarios tienen precios tope. Por estos problemas y la falta de incentivos, las Unidades Básicas, aunque controlan el 55 % de la tierra, solo entregaban a los mercados agropecuarios el 3 % de los productos que se vendían en ellos, mientras que los campesinos privados, dueños del 21 % de la tierra, entregaban a estos mercados el 67 % de los productos, y el estado, con el 24 % de la tierra cultivada, entregaba a los mercados el 30 % de los productos.17 El ejemplo explica claramente que los campesinos privados son infinitamente más productivos.
En los últimos años, el pobre desempeño agropecuario tiene un impacto negativo en el déficit fiscal y externo y obliga a la importación de grandes cantidades de alimentos, que desde el 2002 vienen de Estados Unidos, al tiempo que obstaculiza el aumento y la diversificación de las exportaciones. En estos momentos, Cuba es un importador neto de alimentos, los egresos en divisas superan a los ingresos, y el sector agropecuario exportador, que antes tenía un saldo favorable, pasó a ser deficitario. Como la producción de carne, leche, arroz y frijoles es insuficiente, hay que importarlos y representan el 50 % del valor total de las importaciones de alimentos.18
El transporte urbano
Prácticamente desapareció. De 4500 ómnibus que circulaban en La Habana, siguen funcionando 100, en su inmensa mayoría los famosos camellos. Algunos centros de trabajo priorizados de La Habana tienen su propios ómnibus que no transportan sino el 5 % del total de trabajadores de la ciudad. La población usa el servicio de bici-taxis privados (bicicletas convertidas en taxis), o los antiquísimos taxis privados. Los taxis estatales, que cobran en divisas, prácticamente no son utilizados por la población sino por los turistas extranjeros. Al mismo tiempo la actividad de Transporte por Carretera muestra un nivel inferior al de 1989 en un 62 %. Se utiliza mucho el transporte de los campesinos privados, lógicamente insuficiente para las necesidades. El Transporte Ferroviario, por su parte, ha disminuido en un 85 % respecto a 1989 y está afectado por la falta de locomotoras y vagones y el mal estado de numerosos tramos de las líneas de ferrocarril. En cuanto al Transporte Marítimo, que era un factor de gran peso y ayuda para el intercambio comercial, basta decir que los 55 barcos que poseía la Marina Mercante cubana fueron vendidos al extranjero excepto 2. La Isla utiliza barcos alquilados.
Educación
Desde 1991 la educación padeció los efectos de la falta de recursos, falta de alimentación para los niños en las escuelas, reducción o desaparición del transporte, escasez de medios de enseñanza y deterioro de la infraestructura. La tasa de matrícula en la enseñanza elemental aparentemente se mantuvo, pero la de enseñanza secundaria cayó de 90,2 % (1989) a 74,5 % en 1994 respecto a la población en edad escolar. En cuanto a la matrícula universitaria, disminuyó en un 56% durante la etapa peor de la crisis. Aunque luego comenzó a subir, en 2002–2003 todavía estaba un 20 % por debajo del nivel de 1989, aunque con grandes diferencias en la distribución por carreras. En Ciencias Agropecuarias disminuyó un 57 %, en Ciencias Naturales y Matemáticas, un 38 %, en las carreras técnicas un 32 % y en Medicina 26 %, mientras que en las carreras de Humanidades y Ciencias Sociales aumentó 565 % y en Educación, 343 %.19
Tomando en cuenta la escasez de recursos, la inmensa inversión en carreras de humanidades o en educación, al compararla con el déficit en las carreras vitales para el desarrollo, no sólo es una asignación insuficiente sino que traerá graves problemas en el futuro. Por otra parte, es una muestra de que el gobierno prioriza las carreras que de alguna forma tienen que ver con la política estatal.20
Una de las causas principales de la disminución de la matrícula universitaria es la inversión de la pirámide salarial. Antes de la crisis los médicos, ingenieros, profesores universitarios y otros profesionales tenían los mayores salarios. Pero su lugar ha sido ocupado por los dueños de pequeños restaurantes privados, taxistas, empleados en el turismo, campesinos privados, etc. No es lógico estudiar durante 5 ó 6 años una carrera universitaria para recibir al graduarse un salario que ni siquiera alcanza para alimentarse, y ésta es también la causa de que muchos profesionales hayan dejado sus trabajos para dedicarse a actividades mejor pagadas. Según los aumentos salariales en la educación, el salario puede llegar hasta 500 pesos, que significa alrededor de 20 dólares mensuales, cifra insuficiente para enfrentar el alto costo de la vida.
Por otra parte, muchas escuelas urbanas y rurales, falta de atención, pintura, cuidado y mantenimiento, están a punto de cerrarse por presentar condiciones de peligrosidad. Alrededor del 48 % de las escuelas primarias, secundarias y tecnológicas se encuentra en malas condiciones desde el punto de vista constructivo. No existen en la práctica bibliotecas ni laboratorios, por lo que la base material de la enseñanza está severamente afectada.
Salud Pública
La pérdida de las importaciones de medicinas, materiales y equipos que llegaban de la Unión Soviética, unida a la crítica escasez de divisas para importarlos y al deterioro de la alimentación, impactó con fuerza sobre el sistema de salud. El gasto real de salud per cápita disminuyó de 66,90 pesos en 1989 a 16,40 pesos en 1993 y luego aumentó a 53,00 pesos en 1999, o sea, un 21 % por debajo del nivel de 1989.21
Prácticamente todos los indicadores de salud comenzaron a mostrar un grave deterioro. Los hospitales comenzaron a funcionar con grandes dificultades. La interrupción casi total de los suministros, equipos de repuesto y productos químicos desde Europa del Este, así como la disminución en la generación de electricidad, afectó las bombas y los sistemas de abasto de agua y saneamiento, disminuyó las horas de servicio y redujo el tratamiento del agua y su potabilidad con el consiguiente aumento de enfermedades infecciosas. Al respecto hay que decir que la calidad del servicio de agua potable esta afectada por muchas causas: el tiempo promedio de servicio es 12 horas diarias, lo que obliga a la población a almacenar agua en tanques y depósitos, lo que reduce los beneficios de la potabilización y obliga a muchas personas a hervir el agua destinada al consumo. Por otra parte, la red de distribución es insuficiente y parte de ella está en mal estado igual que los equipos de bombeo. Al mismo tiempo, el suministro es inestable por falta de electricidad.
La falta de mantenimiento a hospitales, policlínicos y demás construcciones de la salud ha afectado no solamente muchas de las estructuras con peligro para los pacientes y los profesionales de la salud, sino que también impacta el funcionamiento de los hospitales donde escasean las camas, los colchones, las placas para rayos X, la ropa estéril, las medicinas y hasta los bisturís, al tiempo que se incrementa la contaminación de los salones de operaciones. En grandes hospitales ha dejado de funcionar el aire acondicionado.
El número de camas de asistencia médica ha bajado de 5 por 1000 habitantes a 4,5 por mil, pero el índice de ocupación cayó en 1989–2002 de 73,9 a 79,8 %, a 56 % en los hospitales pediátricos y a 48 % en los de neonatología. El índice de estadía hospitalaria aumentó de 9,9 días en 1989 a 10,4 en 1993 y se ha mantenido alto, por lo que el índice de ocupación se ha visto afectado.
Se ha reducido la eficacia del sistema de médicos de la familia debido a su alto costo que no es posible enfrentar. Si se enfrentaran necesidades más urgentes y severas como el mejoramiento de la infraestructura para proveer agua potable, la alimentación las bajas pensiones y la vivienda, podría disminuir el impacto sobre el sistema de salud.
El mal estado de los más de 19 000 kilómetros que poseen los sistemas de acueducto (solamente en Ciudad de La Habana se mencionan más de 70 000 salideros, algunos de los cuales constituyen manantiales “históricos” con más de 20 años de edad a pesar de los continuos llamados de los vecinos), hacen que alrededor del 35 por ciento del agua bombeada se pierda por las filtraciones y roturas, disminuyendo el abasto a la población y aumentando inútilmente los costos de potabilización. Por otra parte, los casi 5000 kilómetros que cuenta la red de alcantarillados también se encuentran en mal estado, afectados por tupiciones que impiden la adecuada evacuación de las aguas albañales. Todo ello se traduce en problemas de alto riesgo en caso de ciclones o tormentas tropicales, cuando no se puedan evacuar altos volúmenes de agua, y en la contaminación ambiental producida por las aguas estancadas, verdaderos focos de infección y criaderos donde se fomentan numerosas enfermedades. Todos estos aspectos se traducen, por supuesto, en el abasto deficitario a hospitales, policlínicos, etc., y en focos de contaminación que conspiran contra la salud de la población.
Servicios Sociales
En el período 1989–1998 la pensión promedio real disminuyó en un 41 % y simultáneamente se deterioró la red complementaria de protección social. En el 2002, la pensión media mensual de 108 pesos representaba poco más de 4 dólares y era inferior a la de 1989 en un 48%.22 El subsidio fiscal a las jubilaciones y pensiones aumentó de 1,3 % a 2,3 % del PIB entre 1986 y 2003. Mientras tanto, los precios en los mercados agropecuarios tuvieron un aumento entre el 15 y el 20 % y en las shoppings, un incremento neto del 15,3 %. Si a esto agregamos que cuando los cubanos reciben remesas por cada 100 dólares les entregan 80 en divisas convertibles, con una afectación del 20 %, el aumento total de precios de los productos de las shoppings es del 35,3 %. Esto significa que el incremento de precios de los artículos a la venta en mercados agropecuarios y en las shoopings ha crecido 15 veces más que los subsidios a jubilados y pensionados, impactando severamente sobre su poder adquisitivo.
NOTAS FINALES: POSIBILIDAD DE ARREGLAR ESTE DESASTRE
He obviado en esta síntesis los problemas de la deforestación y la reforestación, el mal estado de carreteras y caminos, la contaminación ambiental y en particular la de las grandes bahías (La Habana, Nipe, Santiago de Cuba, etc.) para enfatizar en los problemas más imperiosos de la reconstrucción económica. La sociedad libre se da a partir del mercado libre y por eso la reconstrucción económica es de trascendencia vital.
La reconstrucción moral es otra cosa. La recuperación de la cubanidad, de la identidad, los valores, la historia, las tradiciones, las costumbres, será una tarea gigantesca para sacerdotes, educadores, filósofos y sociólogos, que deberán restaurar en Cuba el Humanismo Cristiano y la Tradición Occidental.
Los cubanos de aquí y de allá podemos hacerlo, y lo vamos a hacer. No sería la primera vez. En 1898, los cubanos no heredaron un país, sino una tierra en ruinas. La Isla había perdido 300,000 hombres en la contienda libertadora por el plomo, la reconcentración, el bloqueo y las epidemias. De 1200 ingenios azucareros apenas quedaban 200, porque la tea libertadora los había quemado para que España no pagara la guerra de Cuba con nuestro propio oro. De 1 millón 200 mil cabezas de ganado, la guerra había devorado 1 millón. Junto con las plantaciones de caña habían desaparecido las de tabaco y café. Más de la mitad de la población era analfabeta…
Sin embargo, la energía de los cubanos pudo salir adelante. Hacia 1915 ya se había recuperado tanto la cantidad de centrales como la industria azucarera. Las plantaciones de tabaco y café se habían recuperado con creces y las minas se explotaban normalmente. En 1926, a pesar de la gran crisis económica mundial de los años 20 que se mantenía en toda su crudeza, la economía de Cuba manifestaba una gran vitalidad y de ella se daban opiniones como ésta: “William H. Inge … afirmaba en un diario londinense que la riqueza per cápita en la República de Cuba superaba a la del Reino Unido y era solamente inferior a la de los Estados Unidos.23”
En la coyuntura actual, no será difícil para los cubanos construir una Patria Grande, Digna y Hermosa. La Isla renacerá y las consejas sobre Fidel Castro se recordarán igual que se recuerda la leyenda de Alí Babá y los Cuarenta Ladrones, pero sin la belleza y la poesía de la literatura oriental. Sólo se conservará en la memoria el final de los ladrones. La mejor moraleja será la comparación entre la Patria que levantaremos y la Isla que arruinó el tirano.
FOOTNOTES
1. Cuba Económica, no. 1, abril–junio 1991, p. 18; y Juan Auping Birch s.j., Entre Socialismo y Neoliberalismo (Méjico: IMDOSOC, 1992), p. 131
2. Cuba Económica, no. 1, abril – junio 1991, p. 30.
3. No se trata de una anécdota. Ese equipo tan antiguo sirve para fabricar angulares. Accionando un pedal avanza unas tres o cuatro pulgadas de cinta metálica, accionando una palanca la máquina corta el pedazo de cinta, lo dobla en ángulo recto y perfora los extremos.
4. Cf. Carmelo Mesa-Lago, “Problemas sociales y económicos en Cuba durante la crisis y la recuperación,” Revista de la CEPAL, 86, Agosto 2006.
5. Ibídem.
6. Ibídem. Referencias a voceros de la ONE.
7. Fuente: para 1989, Comité Estatal de Estadísticas (CEE), desde 1993 en adelante, Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y CEPAL.
8. Ibídem.
9. Ibídem.
10. Ibídem.
11. Este Informe fue preparado y redactado por el autor de este artículo.
12. Ibídem (5).
13. Ibídem.
14. Ibídem.
15. Ibídem.
16. CEPAL. Política social y reformas estructurales: Cuba a principios del siglo XXI. Anexo estadístico, julio del 2004.
17. Ibídem (15).
18. Ibídem.
19. Ibídem.
20. Ibídem.
21. Ibídem.
22. Ibídem.
23. Cf. Salvador Larrúa Guedes, ”Un Siglo de Evolución y Desarrollo de la Economía Cubana,” Revista Palabra Nueva, Arzobispado de La Habana, 2000, nros. 86–89.
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