La larga y oscura noche de la tiranía en Cuba se acerca a su fin. Un amanecer luminoso parece insinuarse ya en el horizonte, afirmando la certera esperanza de que el cubano recuperará plenamente el disfrute de una vida digna, libre y próspera y que, una vez más, volverá a ser alegre y a reir. Pero no habríamos aprovechado nosotros las lecciones tan costosas que la historia nos ha dado, si pensáramos que ese nuevo día de luz nos será dado como un regalo para compensar las penas sufridas por el pueblo de Cuba. Muy por el contrario, sólo una preparación cuidadosa y una ejecución virtuosa, en todos los sentidos de la palabra, nos permitirá convertir en realidad esa esperanza. Es por ello que me complace tanto esta ocasión de compartir con ustedes trabajos destinados a ayudar a forjar para Cuba un futuro mejor. Y dentro de la amplia gama de asuntos a considerar, agradezco a ASCE la oportunidad de tratar sobre el renacimiento de la agricultura cubana.
I. La cuestión agrícola: algunos antecedentes
Cuba posee suelos fértiles de topografía llana u ondulada en su mayor parte lo que, conjuntamente con prácticas racionales de cultivo, brindaría apreciable protección contra los riesgos de la erosión, protección que, lamentablemente, no se ha proporcionado en Cuba ni antes [ref]International Bank for Reconstruction and Development in collaboration with the Government of Cuba in 1950, Report on Cuba, (Washington, D.C.: IBRD, 1951), pp.101-102.[/ref] ni después de la Revolución. [ref]René Dumont, “Los principales obstáculos para una expansión más rápida de la agricultura cubana: estructurales, técnicos y económicos”, Seminario de Asuntos Cubanos, 1964, p. 39.[/ref] La topografía posibilita al mismo tiempo la agricultura mecanizada. La precipitación pluvial está enmarcada en parámetros predecibles, con lluvias intensas de mayo a octubre y muy escasas el resto del año. Esto permite una planificación agrícola bastante precisa. El único gran riesgo meteorológico lo constituyen los huracanes. En cuanto al comercio, Cuba se encuentra idealmente situada en relación con el gran mercado norteamericano y en posición ventajosa con respecto a Europa. [[questiondown]]Qué falta?
Falta mucho. Una Cuba siboney o taína, con una escasa población que probablemente no llegó a los 200,000 habitantes, dedicada a la caza y a la pesca, con el apoyo de una agricultura incipiente pero efectiva, que aportaba la yuca, el boniato, la malanga, el tabaco, el maní, los frijoles, el maíz, [ref]Leví Marrero, Cuba: Economía y Sociedad, Tomo 1, (Madrid: Editorial Playor, S.A., 1978), pp. 56, 63, 64.[/ref] y otros frutos, podía llevar una vida casi paradisíaca. Una Cuba colonial, donde había pocos ricos y muchos pobres, y donde los esclavos cargaban el peso del trabajo físico, podía ser la joya codiciada por una monarquía caduca. Una Cuba republicana, impulsada por el espíritu emprendedor de los cubanos y fertilizada en su contacto nuevo con la tecnología, el capital y los mercados del mundo, con una población que en 1950 llegaba apenas a 5,850,000 habitantes, esa Cuba pudo progresar y ser próspera, a veces a niveles de opulencia, como resultado de los favorables precios del azúcar determinados por dos sucesivas guerras mundiales y los arreglos comerciales en el mercado estadounidense. Pero en el breve intermedio de aquellas dos guerras, la Gran Depresión puso en evidencia la incapacidad de una economía sustancialmente apoyada en el monocultivo de la caña, de brindar empleo remunerativo a la creciente población cubana. Y entonces se produjeron las convulsiones revolucionarias de los años treinta.
En las reuniones anuales de ASCE de 1991 y 1992 tuvimos el honor de presentar trabajos relacionados con una estrategia agropecuaria para Cuba [ref]Raúl Fernández, “Notas sobre una Estrategia Agropecuaria para Cuba” en George P. Montalván (ed.), Cuba in Transition, Volume 1, Papers and Proceedings of the First Annual Meeting of the Association for the Study of the Cuban Economy (Miami: Florida International University, 1992), pp. 185-192.[/ref] y la política agrícola a mediano y largo plazos. [ref]Raúl Fernández, “Política agrícola a mediano y largo plazos para Cuba: principales objetivos”, en George P. Montalván (ed.), Cuba in Transition, Volume 2, Papers and Proceedings of the Second Annual Meeting of the Association for the Study of the Cuban Economy (Miami: Florida International University, 1993), pp. 343-350.[/ref] Nosotros reiteramos, pero no repetimos lo dicho en aquellas ocasiones, exceptuando los casos especiales en que se justifique.
Hoy queremos enfocar una Cuba que cuenta con unos 11,000,000 de habitantes sin incluir la población exiliada. A nosotros nos corresponde analizar cómo puede materializarse un renacimiento de la agricultura, usando la palabra “renacimiento” como cuando la empleamos para denominar el despertar literario, artístico, científico, económico y humanístico que, con centro en Italia a la terminación de la Edad Media, se extendió pronto al resto de Europa. También podríamos emplear la palabra metamorfosis, porque por lo que vamos a abogar es por una agricultura técnica, basada en la investigación, respetuosa del ambiente, sensible a las influencias del mercado, apoyada en diversos cultivos y crianzas animales y gerenciada por muchos agricultores y ganaderos medianos y pequeños. Al renacer, esa agricultura deberá transformarse en algo mucho mejor que lo que nunca antes fue.
Empecemos por tomar nota de trabajos sobre nuestra patria que, a pesar del tiempo transcurrido, conservan un gran valor. Este es el caso de la misión del Banco Mundial presidida por el señor Francis Adams Truslow, que viajó a Cuba en 1950 y realizó una investigación comprensiva de la economía cubana emitiendo como resultado el ya citado en nota al pie Report on Cuba. Por la fecha en que se produjo ese trabajo, por la competencia de sus autores y por el prestigio del Banco Mundial, creo que ese Informe puede considerarse como una evaluación respetable de la situación cubana poco antes de la Revolución, obviamente no influído por las pasiones que esta última desencadenaría nueve años después. Permítanme por tanto citar conceptos del mencionado Report on Cuba como antecedentes que considero de gran importancia.
El Informe aboga repetidamente por la necesidad de que Cuba diversifique su economía y señala los riesgos, inclusive en la psiquis nacional, de la dependencia casi exclusiva del azúcar. [ref]International Bank for Reconstruction and Development, op. cit., pp. 3, 4, 13. [/ref] Señala la misión Truslow el viejo dilema que ha afectado a Cuba. Cito: “En tiempos malos, cuando la necesidad de reajuste es urgente y obvia, faltan los capitales y los mercados. En tiempos buenos, cuando la demanda de azúcar es activa, no existe la disposición de hacer cambios”. Advierte el Informe que la economía de una nación que sustancialmente ha dependido de una sola cosecha, no puede transformarse de la noche a la mañana en otro tipo de economía en expansión, diversificada y estable. Esto sólo se puede lograr con un esfuerzo persistente, inteligente y a largo plazo. [ref]Ibid., pp. 784-786.[/ref] [ref]La traducción al español del texto original en inglés fue hecha por el conferencista, así como también las de los demás textos similares en la presente conferencia.[/ref]
Otras características de la agricultura cubana en la época de la Misión incluyen la creciente mecanización del agro y la correspondiente dependencia del petróleo; el mayor empleo de pesticidas y fertilizantes químicos; el uso limitado de fuentes de energía no convencionales; el poco énfasis en el uso racional de los recursos naturales y los controles biológicos; y la no atribución de un costo ecológico correspondiente al agotamiento, en su caso, de aquellos recursos. El nivel tecnológico típico de la agricultura cubana, medido en función de los rendimientos de las cosechas o los costos unitarios, no ha estado, en general, al nivel de la espléndida dotación de recursos del país. La investigación no ha merecido el apoyo necesario, y frecuentemente, resultados obtenidos en otros países fueron los que permitieron mejorar la situación azucarera en Cuba. [ref]Ibid., p. 197.[/ref]
El desempeño de la tiranía marxista en el manejo de la agricultura cubana, no superó ninguna de las deficiencias históricas y por lo contrario, acentuó muchas. Los subsidios soviéticos aparentemente sirvieron para reforzar el monocultivo, [ref]Foreign Area Studies, Cuba: a country study (Washington, D.C.: The American University, 1987), pp. 48, 207.[/ref] a pesar de las protestas iniciales en favor de la diversificación agrícola. Hoy es penoso ver la ruina total del país, el que lejos de disfrutar de una agricultura efectivamente diversificada, no puede siquiera ofrecer los alimentos que requiere la población, ni aproximarse a los niveles tradicionales de producción de azúcar.
Antes de continuar creemos necesario definir las circunstancias que estimamos prevalecerán en Cuba cuando la actual tiranía sea finalmente liquidada. Consideramos necesario que esas circunstancias, u otras equivalentes se materialicen en Cuba, a fin de posibilitar un verdadero renacimiento de la agricultura.
Ellas, a nuestro juicio, serían las siguientes:
- El pueblo cubano, hastiado de la grotesca tragicomedia de los últimos 34 años, participaría activamente en la rápida estabilización del país y reactivación del aparato productivo agrícola, dentro de lineamientos que satisfagan los intereses de la nación como un
- Se abrirían los mercados tradicionales de Cuba, muy especialmente el estadounidense, sin perjuicio de mantener los mercados actuales y procurar otros nuevos, incluyendo la posible incorporación de Cuba a esquemas de comercio
- El período de transición será obviamente difícil. El país, depauperado y endeudado, deberá afrontar expectativas de todas clases, muchas de ellas La demostración de que las autoridades son capaces y tienen la voluntad de acometer creíbles planes para satisfacer las necesidades más apremiantes y legítimas, sería una valiosa contribución al proceso de estabilización. No perdamos de vista que cualquier acción que se tome en una sociedad produce una reacción y que la incapacidad de tomar acciones con la rapidez que las circunstancias demandan, produce también reacciones, a veces de graves consecuencias.
II. Revista de soluciones
El orden cronológico de las medidas que tomen las autoridades deberá determinarse con gran sabiduría y sensibilidad social. En otras palabras, el gobierno deberá definir cuidadosamente sus prioridades. En el trabajo que presentamos en la Primera Reunión Anual de ASCE [ref]Fernández, Notas sobre una estrategia, pp. 189-191.[/ref] sugerimos acciones que deberían adoptarse inmediatamente después de la liberación, con el objeto de aliviar cuanto antes la escasez de alimentos. Esas son medidas a corto plazo que hay que poner en práctica “sobre la marcha”. Las nuevas autoridades, con el apoyo de los técnicos, deben ser capaces de tomar rápidas decisiones para resolver o aliviar problemas impostergables, y es importante que lo hagan así. Algunas cuestiones, por lo contrario, no deberían ser resueltas festinadamente, sino mediante estudios minuciosos, por demandarlo así su propia naturaleza. Otras, por último, deberán merecer la consulta explícita del pueblo de Cuba, mediante los mecanismos apropiados.
Los aportes de las ciencias biológicas
En los últimos años, importantes nuevas tecnologías agrícolas y material genético se han desarrollado en diversas partes del mundo. La activa incorporación de esos avances a las prácticas agrícolas cubanas, debe merecer una alta prioridad. Desde la biotecnología hasta la aplicación avanzada de la computadora en la agricultura, las décadas recientes han abierto horizontes insospechados. Los países que con dinamismo se preparen y tomen ventaja de esos avances, podrán colocarse rapidamente en envidiable posición. Cuba tiene profesionales preparados y no ajenos a prácticas avanzadas, por ejemplo, en biotecnología. Si el país no avanzó más con ese talento se debe a que en una tiranía, donde sólo una persona tiene derecho a pensar y decidir, siempre dentro del marco rígido de dogmas equivocados, la creatividad de mujeres y hombres se eclipsa y desaparece bajo el peso de la mediocridad del tirano, y el temor de todos a discrepar de la línea oficial. Pero una vez restablecida la libertad y abiertas de nuevo todas las comunicaciones con las fuentes de conocimiento alrededor del mundo, y enriquecida la Patria con el aporte del exilio, Cuba debería iniciar el período más brillante de su historia agrícola, y entrar en el siglo 21 con una tecnología que haga justicia a la excelente dotación de recursos que la naturaleza nos prodigó.
No debemos perder de vista, sin embargo, que la ciencia y la tecnología puras, tienen claras limitaciones. Una de ellas se relaciona con el manejo de los recursos naturales dentro de una sana concepción del ambiente. Cada día se pone de manifiesto con mayor claridad la complejidad de los problemas ambientales y el restringido horizonte que para resolverlos tiene cada una de las profesiones y especialidades. Esta situación viene inspirando una tendencia a involucrar en la búsqueda de las soluciones, al hombre y a la mujer comunes y corrientes, de la ciudad y del campo, con su acervo de experiencias acumuladas cotidianamente, como fruto de sus contactos con el complejo medio ambiente. Como se señala en Ecological Economics: “Nosotros ahora hemos llegado al punto donde una tradición científica estrecha no es ya apropiada a nuestras necesidades. A menos que encontremos una manera de enriquecer nuestra ciencia para incluir la práctica, fracasaremos en la creación de métodos para afrontar los desafíos ambientales, en toda su complejidad, variabilidad e incertidumbre. Afortunadamente, la cambiante distribución social del conocimiento y las técnicas, hace que las condiciones estén maduras para realizar esas transformaciones.” [ref]Silvio O. Funtowicz y Jerome R. Ravetz, “A New Scientific Methodology for Global Enviromental Issues”, en Robert Constanza (ed.), Ecological Economics: The Science and Management of Sustainability (New York: Columbia University Press, 1991), p.151.[/ref]
La biotecnología posee probablemente el mayor potencial para influir en el desarrollo futuro de la agricultura, aunque no debemos olvidarnos que, como otras técnicas, debe manejarse con prudencia en previsión de posibles efectos secundarios dañinos. La Oficina de Valuación de Tecnología del Congreso de los Estados Unidos en una reciente publicación destaca [ref]U.S. Congress, Office of Technology Assessment, A New Technological Era for American Agriculture, OTA-F-474 (Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office, August 1992), p. 3.[/ref] la enorme importancia de la biotecnología, la que define como incluyendo cualquier técnica que use organismos vivos o procesos para hacer o modificar productos, mejorar plantas o animales, o desarrollar microorganismos para usos específicos.
Los problemas a los que la biotecnología puede ofrecer, o tiene el potencial de ofrecer soluciones, incluyen: control de plagas mediante el uso de agentes biológicos para manejar dichas plagas; producción de plantas con nuevas características genéticas tales como un alto grado de resistencia a la salinidad de los suelos. [ref]Paul Kennedy, Preparing for the Twenty-First Century (New York: Random House, 1993), p. 72.[/ref] Conviene no perder de vista que la ciencia contemporánea al hacer factible la manipulación del programa genético de plantas y animales, ha abierto posibilidades que parecen no tener límites. El DNA, usando el término en inglés, constituye el material que forma los genes, los que a su vez son los depositarios de la información genética (podríamos decir el “software”) en todos los seres vivos. La información codificada por el DNA determina la estructura y función de un organismo. [ref]U.S. Congress, Office of Technology Assessment, op. cit., p. 432.[/ref] Consecuentemente, modificando esa información codificada, se puede cambiar la estructura y función de dicho organismo. Discúlpenme la expresión poco académica, pero esto es algo así como la lámpara de Aladino. Yo diría que en esa modificación está la base científica de la gran empresa biotecnológica que está cobrando impulso. Es imperativo para Cuba participar plena y eficazmente en esa colosal incursión en un verdadero nuevo mundo.
Otros aportes que la biotecnología y otras técnicas podrían hacer a la agricultura, incluyen el desarrollo de la capacidad de plantas no leguminosas de captar el nitrógeno atmosférico y ahorrar así considerables sumas en fertilizantes nitrogenados. También la creación de plantas que sean resistentes a enfermedades virosas o insectos. [ref]Kennedy, op. cit., p. 71.[/ref] La capacidad de aumentar la resistencia de las cosechas a las plagas es uno de los más prometedores posibles empleos de las herramientas de la nueva biotecnología. En cuanto a las aplicaciones en los animales, destaca el potencial de mejorar la eficiencia de los alimentos, reducir las pérdidas por enfermedades e incrementar los resultados de la reproducción en todos los sectores de las industrias zootécnicas. [ref]U.S. Congress, Office of Technology Assessment, op. cit., p.16, 65.[/ref] Baste lo anterior como ejemplos que ilustran el enorme potencial de la biotecnología.
Alguien podría preguntar que como los problemas de Cuba son apremiantes [[questiondown]]sería razonable esperar que una empresa eminentemente científica como la biotecnología, la cual requiere un largo período de maduración, hiciera algún aporte sustantivo a tiempo? La respuesta es al mismo tiempo no y sí. Veamos. Es no, si se quiere por ejemplo, obtener a corto plazo variedades de arroz que se desenvuelvan en suelos cubanos altamente salinos. Ello requeriría tiempo. Pero la respuesta es sí, considerando una primera etapa prioritaria en la que Cuba capte tecnologías y materiales genéticos existentes y aplicables en la Isla, los que ya podrían estar disponibles en centros internacionales de investigación y en otros países comparables con el nuestro. Presumimos que la tiranía, por su propia psicosis, se ha mantenido sustancialmente marginada de los avances que en materias agronómicas se han hecho en las últimas décadas fuera de lo que fue el Bloque Soviético. El penoso estado de la presente agricultura cubana parece confirmar esa presunción. Consecuentemente creemos que conviene explorar, como una primera prioridad, los aportes inmediatos que centros de investigación tales como el de agricultura tropical o el del arroz o el de la papa, entre otros, pueden dar a Cuba. Veamos algunos criterios.
Establezcamos prioridades lógicas
La captación de semillas mejoradas, eficientes prácticas agrícolas, material genético, innnovaciones tecnológicas y mejoras institucionales aplicables a Cuba, podría seguir un procedimiento como el que se indica a continuación.
Nuestro país, al reintegrarse plenamente a la familia oficial panamericana y restablecer lazos de cooperación con las entidades públicas y privadas de occidente y del mundo, no necesita y no debe duplicar esfuerzos o financiar expediciones “para descubrir el Mediterráneo”. Cuba debe, con dinamismo y sentido común, procurar acuerdos de cooperación técnica y científica con los centros internacionales de investigación, y otros centros públicos y privados. El Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola (IICA) podría jugar un papel estelar ayudando a Cuba a estructurar equipos profesionales y ejecutivos destinados a organizar rapidamente la captación de información técnica, semillas y material genético ya disponibles, así como su adaptación e implantación en Cuba. Brasil, con su rica experiencia en el uso del alcohol como combustible, así como en otros campos de la agricultura, podría ofrecer a Cuba valioso asesoramiento técnico. La India, con su caudal humano de destacados científicos y la experiencia ganada mediante importantes proyectos en su diversa agricultura, localizada en gran parte en las mismas latitudes que ocupa Cuba, estaría en posición de dar un apoyo significativo. Y desde luego, Estados Unidos y otras naciones situadas en las más avanzadas fronteras tecnológicas, podrían colaborar en la rápida modernización de la agricultura cubana. Eso daría a la nación un impulso inicial significativo, valioso tanto por su contribución material como por su efecto psicológico. Los cubanos, después de tantos sinsabores, podrían decir con razón: “no estamos solos”.
Otros aspectos técnicos agrícolas a los que debería prestarse atención prioritaria incluiría una evaluación del problema de la salinidad en los suelos de Cuba, así como la determinación y adopción de las medidas correctivas adecuadas. Existen indicaciones de que éste podría ser un problema [ref]Raúl Sotolongo y Ernestino Abreu,”El arroz en Cuba: presente y futuro”, en Desarrollo Agrícola de Cuba (Miami: Colegio de Ingenieros Agrónomos y Azucareros, 1992), p. 166.[/ref] en algunas áreas. Un tema bien diferente pero también importante lo constituye la utilización de la energía solar, tanto directamente mediante el uso de células fotoeléctricas, como indirectamente a través de la fuerza de los vientos y otros medios. Constantemente se hacen progresos en este campo y Cuba debe estar atenta para sacar provecho de ellos y evitar una dependencia casi total, como hasta ahora, de los combustibles fósiles, especialmente en las áreas rurales la energía solar tiene aplicaciones ventajosas.
Atención permanente deberá merecer el uso racional del suelo y del agua. El suelo es probablemente la fuente principal de la riqueza cubana y como tal, deberá ser objeto del cuidado de agricultores y autoridades. En este campo parecería que el hombre moderno poco tiene que añadir a las extraordinarias obras de conservación de suelos que realizaron civilizaciones del pasado. Las terrazas irrigadas de arroz de Ifugao en Luzón, Filipinas, algunas de las cuales fueron construídas hace 3000 años, operan todavía. En Perú pueden contemplarse aún las terrazas que los incas y otros pueblos andinos hicieron hace más de cinco siglos. Sin restar nuestra admiración por aquellas sabias civilizaciones que reconocieron temprano el valor del suelo y lo protegieron eficazmente, cabe añadir que los recursos de la ciencia y la tecnología modernas, se aplican con creciente ahínco, a la investigación fundamental destinada a comprender los principios y procesos de la erosión del suelo por el agua y el viento. El Libro del Año de 1991 de la Agricultura de Estados Unidos informa de las labores que, al respecto, se adelantan en este país. [ref]U.S. Department of Agriculture, “Agriculture and the Enviroment,” The 1991 Yearbook of Agriculture (Washington, D.C.: U.S. Government Printing Office, 1991) pp. 23-31.[/ref] Otros recursos naturales deberán además ser considerados dentro de una concepción ecológica moderna.
En resumen, Cuba tiene una inmensa tarea por delante, pero también tiene incontables oportunidades. Más importante que todo, es que a la creatividad y laboriosidad de los cubanos se añadirá, con generosidad y eficacia, la colaboración de nuestros hermanos en este continente y en el mundo.
Hay asuntos menos llamativos que la biotecnología, pero no por ello menos importantes. Me refiero a los insumos agrícolas en general (semillas, fertilizantes, insecticidas, fungicidas, etc.). Dos cuestiones deben subrayarse al respecto. La primera se relaciona con el uso racional y prudente de los insumos con vista a no crear problemas de contaminación ambiental. El 28 de junio de 1993 los diarios estadounidenses informaron que un estudio realizado por un comité de la Academia Nacional de Ciencias había concluído que se conocía poco sobre cómo los pesticidas afectaban a los niños e infantes y que existía una potencial preocupación de que algunos niños estuvieran ingiriendo cantidades no seguras de pesticidas. Tres días después, un juez de distrito de los Estados Unidos resolvió que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte debe estar acompañado de una declaración de impacto ambiental. Cualesquiera que sea la posición personal que cada uno de nosotros tenga respecto de las cuestiones anteriores, para mí es evidente que existe una conclusión que no podría ser discutida. Ella es la presencia destacada de las problemas ambientales en importantes aspectos de la vida cotidiana. Cuba debería tomar las precauciones necesarias para hacer un uso prudente de los pesticidas y otros productos químicos, evitando los excesos que han llevado la enfermedad y aún la muerte a muchas víctimas inocentes.
La segunda cuestión es la necesidad de promover la más alta calidad de todos los insumos y establecer los mecanismos que controlen esa calidad. Conozco de primera mano un caso en una república, de cuyo nombre no es necesario acordarse, en que practiqué un sondeo de opinión sobre el pienso balanceado que usaban los productores lecheros. Muchos de ellos me informaron que cuando los obreros de la fábrica de pienso fueron a la huelga y los lecheros, muy a su pesar, tuvieron que sustituir los supuestos piensos balanceados por simple maíz, la sorpresa de todos fue mayúscula, al notar que las vacas empezaron a dar más leche. Obviamente se había puesto en evidencia que los famosos piensos no respondían a los estándares de calidad que se les suponían. Estos problemas son generalmente el resultado de la corrupción y la incompetencia. Es imperativo que Cuba democrática establezca los mecanismos técnicos e institucionales para hacer imposible que tales cosas ocurran.
Los aportes de las computadoras
Seguramente no sorprenderá a nadie el hecho de que la Oficina de Evaluación de Tecnología del Congreso de Estados Unidos [ref]U.S. Congress, Office of Technology Assessment, op. cit., pp. 99-101.[/ref] destaque entre las tecnologías de la nueva era de la agricultura americana, aquellas de naturaleza avanzada relacionadas con las computadoras. Citamos a título de ejemplo los llamados sistemas basados en conocimiento o “knowledge-based systems”, los que se clasifican dentro de la categoría de computación simbólica e inteligencia artificial y tienen la capacidad de manejar datos simbólicos o imitar el proceso de razonamiento de un experto. Una forma en que el conocimiento es representado en la base, es mediante reglas tales como: “si las hojas de la planta son carmelitas aplique el insecticida X”. Este tipo de sistema, a su debido tiempo, podría constituir el centro técnico de estaciones rurales de servicio a los agricultores y ganaderos cubanos. En tales estaciones podría haber también terminales conectadas con bancos de datos que posibilitaran poner a disposición de los productores rurales las últimas informaciones técnicas y económicas. En ciertos casos, quizás mediante el pago de una tarifa razonable, los finqueros que así lo deseen, podrían pedir a la estación que procesara electronicamente para ellos cálculos de fertilizantes, planes de administración del predio, y realizara otros trabajos similares. Este tipo de labor, al mismo tiempo que rinde un valioso servicio a la comunidad, ofrecería a los cubanos interesados, la oportunidad de responder al desafío de las más avanzadas tecnologías y hacer un aporte importante al país. Estos son algunos de los ingredientes físicos y psicológicos con los que se alumbra y alimenta el renacimiento de una colectividad.
Un tema económico
Con la venia de los distinguidos economistas aquí presentes, quisiera tratar un tema, a mi juicio muy importante, donde la economía y la ecología suelen en la práctica mantenerse en posiciones que yo llamaría de recíproca incomprensión. Durante nuestra carrera tratando con problemas agrícolas de países de América Latina y el Caribe, comprendimos claramente el peligro de que algunos de dichos países, si no todos, con el tiempo destruyeran sus suelos al ignorar las prácticas conducentes a un uso racional de los mismos. Ese temor nuestro no provino de un pesimismo patológico, sino simplemente de la triste experiencia, entre otras, de un país que fue la colonia más rica de Francia y hoy es la nación más pobre de América. Pero si ese temor era preocupante, mi sorpresa mayor fue contemplar cuán difícil resultaba para algunos de mis asociados de otras profesiones, comprender la necesidad de invertir recursos en la conservación de los suelos. Aquí convergen numerosas circunstancias, entre ellas, la falta de sistemas apropiados para la contabilización de los recursos naturales. Como ilustración sobre este asunto, permítaseme transcribir párrafos de Ecological Economics [ref]Robert Constanza, Herman E. Daly and Joy A. Bartholomew, “Goals, Agenda, and Policy Recommendations for Ecological Economics” en Ecological Economics: The Science and Management of Sustainability (New York: Columbia University Press, 1991), p. 11.[/ref] los que me parecieron particularmente elocuentes sobre algunos aspectos de la ecología, la economía, los indicadores económicos y la contabilidad. Uso algunos términos en inglés, tomándolos directamente del texto original, para evitar posibles imprecisiones en la traducción.
“El _gross national product’, así como otras medidas relacionadas con el desempeño económico nacional se han convertido en extremadamente importantes como objetivos y temas de política, y puntos de referencia del bienestar general. Sin embargo, el _GNP’ tal como se le define actualmente, ignora la contribución de la naturaleza a la producción, frecuentemente conduciendo a peculiares resultados.”
“Por ejemplo, un bosque provee servicios económicos reales para la gente: conservando el suelo, limpiando el aire y el agua, proveyendo habitat a la vida silvestre, y permitiendo actividades recreativas. Pero como el _GNP’ se computa actualmente, sólo el valor de la madera cortada se calcula en el total. Por otra parte, los miles de millones de dólares que Exxon gastó en la limpieza de Valdéz –y los miles de millones gastados por Exxon y otros en más de 100 otros derrames de petróleo en los últimos 16 meses-todos realmente mejoraron nuestro aparente desempeño económico. [[questiondown]]Por qué? Porque la limpieza de los derrames de petróleo crea empleos y consume recursos, todo lo cual se suma en el `GNP’. Por supuesto, esos gastos no habrían sido necesarios si el petróleo no se hubiera derramado, por lo que no deberían considerarse como “beneficios”. Mas el `GNP’ agrega toda la producción sin diferenciar entre costos y beneficios, y por tanto no es una buena medida de salud económica.”
“De hecho, cuando el agotamiento y degradación de los recursos se facturan en las tendencias económicas, lo que emerge es un cuadro radicalmente diferente del que presentan los métodos convencionales”.
La nueva Cuba debería considerar la adopción de métodos más modernos en sus cuentas nacionales, dando una inteligente acogida a innovaciones que ayuden a una más realista y constructiva administración del Estado. Para ello será necesario que la liberación de Cuba sea acompañada y completada con la liberación, que en la mente de cada uno de nosotros los cubanos debe tener lugar, mediante el abandono de ideas que han perdido vigencia y la valiente adopción de las nuevas ideas indispensables para forjar un futuro mejor. Proyectos como los de reforestación deben considerarse teniendo en cuenta todos los factores y proporcionárseles el apoyo a que sus méritos los hagan acreedores. La reconstrucción de la riqueza forestal de Cuba y la protección de los suelos contra los daños de la erosión, justifican una alta prioridad a la cuestión forestal. Dada la larga y favorable experiencia con el bambú que tienen muchas naciones, incluyendo algunos países de América Latina, hacemos nuestra la recomendación del Report on Cuba, [ref]International Bank for Reconstruction and Development, op. cit. pp. 909-913.[/ref] de que se deben considerar variedades apropiadas de esta planta con la finalidad de reforestar rapidamente las áreas erosionadas, así como proveer material de construcción y satisfacer otras necesidades que esta singular gramínea puede solventar. El análisis de proyectos de tales tipos, se perfeccionaría con una metodología de un carácter más completo e integral que la que hasta ahora se ha practicado.
III. Tierra y azúcar en la balanza del futuro
De todos los desafíos que tendrá que afrontar la agricultura cubana, ninguno excederá en importancia a los que plantea, por un lado, la reestructuración de la tenencia de la tierra, y por otro, la redefinición del papel que en la economía debe jugar la industria azucarera. La consideración de esos desafíos puede hacerse en función de intereses menores y criterios subalternos. Y también se puede, aceptando el reto del destino, levantar sobre las ruinas de un país desecho, la república por la que tanto se ha luchado. Concluyamos esta presentación con algunas observaciones sobre ambos temas.
Tenencia de la tierra
Cuba tiene necesidad de contar con una estructura de tenencia de la tierra que facilite el renacimiento de su agricultura y favorezca el mantenimiento de la paz social. Por ello, la cuestión de la tenencia y la solución satisfactoria de las múltiples reclamaciones que pesan sobre la propiedad rural, constituye uno de los más delicados e importantes problemas que deberán afrontar las nuevas autoridades de Cuba a la caída de la tiranía. En nuestras ya citadas conferencias de años anteriores, hemos ofrecido algunas observaciones y recomendaciones al respecto. No han sido éstas completas ni exhaustivas. No podrían serlo, si reconocemos la complejidad del asunto, la falta de informaciones detalladas y la imposibilidad de prever la situación que existirá en Cuba al momento de la liberación. Pero tampoco podrían hacerse desde ahora recomendaciones muy concretas para todos los casos, cuando se trata de decidir, después de un tercio de siglo, el destino de la principal riqueza física de Cuba: su suelo agrícola. Creemos firmemente que esa decisión corresponde al pueblo de Cuba, mediante una asamblea constituyente u otros mecanismos como el referéndum.
Para nosotros está claro que no existe derecho alguno por encima del derecho del pueblo de Cuba de decidir libremente, al final de este trágico episodio de su historia, sobre los pocos activos que podrían permitirle superar la grave crisis en que se encuentra. Como mínimo, Cuba debe derivar de esa tragedia el beneficio de un régimen de tenencia de la tierra compatible con una adecuada distribución del ingreso y el desarrollo de una agricultura moderna, competitiva y autosostenible. Ello no significa que arbitrariamente se desconocerán derechos legítimos. Pero sí significa que el reconocimiento de esos derechos se hará por los procedimientos y en la oportunidad que convengan a los intereses de Cuba.
Además, significa que las compensaciones que en su caso correspondan, se solventarán en los valores que sean compatibles con la soberanía, el bienestar y el progreso del pueblo cubano. Pero debemos añadir, repitiendo dos preguntas de nuestra conferencia del año pasado: “[[questiondown]]es posible, en relación con las reclamaciones, arribar a decisiones jurídicamente bien fundamentadas con la celeridad que se requiere para que la producción agrícola no descienda aún más, considerando que han transcurrido más de tres décadas de las confiscaciones y se ha producido toda clase de situaciones con respecto a los dueños originales y sus herederos? Sabiendo que las empresas inactivas se deterioran rapidamente, [[questiondown]]es razonable crear situaciones inciertas en cuanto al control de las fincas en litigio y provocar así su parálisis?” Dejemos las preguntas formuladas. Las respuestas a éstas y otras interrogaciones sobre el tema deberían provenir, como sugiere Jorge A.Sanguinetty, [ref]Jorge A. Sanguinetty, “Some Issues about Expropriation Claims in Cuba,” en NEWSLETTER (ASCE, May 1993), pp. 10-11.[/ref] de un diálogo.
Ojalá contemos, durante la realización de ese diálogo, con la ilustración, la comprensión, la serenidad y el patriotismo necesarios para ofrecer a Cuba una verdadera solución.
La industria azucarera del mañana
Por muchos años en el presente siglo, la industria azucarera cubana se desenvolvió al amparo de arreglos que permitieron el pago del azúcar por encima de los precios del mercado. Primero, Estados Unidos practicó esa política a cambio del acceso al mercado cubano de los productos del norte, desde los alimentos hasta los automóviles, así como a cambio también de una gran influencia política y económica. No sería ocioso decir que habiendo sido de propiedad de compañías norteamericanas, una fracción apreciable de la industria azucarera cubana, los beneficios correspondientes a los precios preferenciales del azúcar, en parte fueron a engrosar los capitales de aquellas compañías.
A partir de la década de los sesenta, la Unión Soviética asume el papel de comprador dispuesto a pagar un sobreprecio por el azúcar cubano. Era la época en que Khrushchev anunciaba los funerales del capitalismo y Guevara intentaba convertir la Cordillera de los Andes en un nueva Sierra Maestra. En esa atmósfera beligerante, poseer una posición avanzada en el Mar de las Antillas debió ser una tentación para los soviéticos. Considerando que tal enclave se establecería en una isla dirigida por un tirano obediente, en cuyo territorio se podían instalar y desmantelar armas nucleares sin su necesaria aprobación, todo ello al modesto costo de algunos centavos por encima del precio que en el mercado mundial se pagaba por la libra de azúcar, el establecimiento del enclave se habría considerado como una verdadera ganga. Además, se recibía como bono adicional la posibilidad de subvertir un continente que parecía estar maduro para la revolución.
Decimos lo anterior, no para hacer historia política, sino para abogar por algo que parece muy distante de lo dicho, pero que está íntimamente vinculado con ello. Nos referimos a las investigaciones en la industria azucarera, incluyendo en ésto tanto los aspectos agronómicos como los industriales, con énfasis en los subproductos. Pero expliquémosnos.
Una industria mimada por los virtuales subsidios que recibió, no resistió la tentación de dormirse sobre los laureles. Una larga siesta tropical la mantuvo con frecuencia ausente de las investigaciones diligentes que otros países avanzaban en la búsqueda de nuevas variedades, mejores técnicas de cultivo y más eficientes métodos industriales. En general, el desempeño de la industria azucarera ha sido pobre en materia de rendimientos y eficiencia, tanto en lo que respecta al aspecto agrícola como al industrial.
Todo ello entraña una lección muy importante para esa industria y ciertamente, para todas las actividades agrícolas en general y probablemente todas las demás actividades económicas. En un mundo altamente competitivo, que hace un uso creciente de técnicas derivadas de intensos y progresivamente sofisticados programas de investigación, Cuba tiene que adoptar una militante actitud en este campo. El viejo lema de “sin azúcar no hay país” hay que sustituirlo por nuestro pasaporte al siglo 21 que deberá proclamar “sin investigación, no hay azúcar ni hay país.”
El clima de Cuba, con su cálido verano pleno de lluvias, que promueve el rápido crecimiento de la caña, se complementa casi milagrosamente con el invierno benigno y seco, que ayuda a la concentración de la sacarosa en los jugos de la planta. Si a esta combinación perfecta que la naturaleza nos ha dado, añadimos los suelos fértiles con topografía donde predominan las llanuras y las suaves ondulaciones, podemos afirmar que Cuba posee condiciones naturales ideales para producir azúcar. La posición geográfica de la Isla hace accesibles, por otra parte, los principales mercados de América y Europa. Con programas de investigación creativos se podrían completar los requisitos naturales y técnicos necesarios para desarrollar una nueva industria azucarera importante, pero no dominante. Importante para capitalizar las favorables condiciones de la naturaleza y de la geografía, y toda la cultura cañera y azucarera que poseen los cubanos. Asimismo, para dar utilización a las grandes inversiones que se han hecho en la industria y garantizar a Cuba un aporte substantivo de divisas y empleo. Pero no dominante, porque la nueva Cuba debe desarrollar, por fin, una agricultura diversificada que la proteja de los vaivenes de un solo producto. Y debe estar la República defendida de la influencia que, de manera desmedida, podrían ejercer en los asuntos del país nuevos barones del azúcar.
La presencia aquí de distinguidos expertos conocedores de la industria azucarera cubana, modera mi inclinación a formular sugerencias sobre qué hacer con esta industria. Me limito por tanto a recoger ideas captadas aquí y allá, las que me han parecido razonables, por lo menos, para un planteamiento preliminar de la cuestión. Son ellas las siguientes:
La industria azucarera debería ajustarse a su tamaño óptimo teniendo en cuenta, principalmente, las condiciones del mercado. La investigación tanto en los aspectos agronómicos como en los industriales, deberá merecer una alta prioridad y organizarse sobre tales bases institucionales y económicas, que su calidad y continuidad queden garantizadas. Posibles cuestiones que podrían ser objeto de investigación incluyen el mejoramiento de variedades, prácticas de fertilización e irrigación y almacenamiento del bagazo. Los derivados y subproductos deberían ser objeto de activos programas de investigación y desarrollo. Por otra parte, parecería que a la expansión de la capacidad de refinación, a fin de generar un producto más valioso, debería asignársele una temprana consideración.
IV. Los prerequisitos sociológicos
No debemos acariciar la ilusión de que las medidas económicas y financieras, por una parte, y la ciencia y la tecnología por la otra, por sí solas pueden producir el renacimiento de la agricultura cubana.
Además, una cuestión muy delicada en relación con la sociedad cubana deberá merecer atenta consideración por parte de sociólogos y líderes de la comunidad. Me refiero al efecto que más de tres décadas de tiranía marxista han tenido en la conducta, los valores y las actitudes de la población de la Isla. También, a la distorsión de los conocimientos y la percepción de la realidad que la prédica del régimen ha introducido en la mente de los compatriotas nuestros que no han tenido la oportunidad de mirar al mundo sin deformaciones doctrinarias. Si Cuba ha de progresar en paz, es imperativo que se desarrollen ideas creativas sobre cómo proponer a esos hermanos cubanos, los valores y las normas de conducta que se requieren para impulsar al país hacia adelante. La iniciativa de esos cubanos, por ejemplo, que ha sido contenida por la doble barrera de una filosofía dogmática y la egolatría autocrática de un tirano sin escrúpulos, esa iniciativa hay que liberarla de nuevo, y rapidamente. Sin duda, eso no se podrá legislar. Habrá que buscar maneras de, en la mente de cada cubano, destruir los mecanismos del miedo, el terror y la inhibición que la tiranía tan habilmente construyó durante más de tres décadas.
Por otra parte, sería poco responsable dejar de reconocer que la población cubana del exilio ha tenido experiencias que crean diferencias marcadas con la población de la Isla. De la forma en que se manejen esas diferencias podrían derivarse grandes perjuicios o sustanciales beneficios. Martí, contemplando un fenómeno similar hace exactamente un siglo, auguró para Cuba un gran progreso cuando los cubanos de la emigración llevaran a la Patria el caudal de sus talentos enriquecidos con una experiencia universal. Y así sucedió, y así Cuba se levantó de las ruinas de la guerra para ocupar, rápidamente, uno de los primeros puestos entre los países de América Latina.
Arnold Toynbee, ese gran maestro de la historia, luego de una labor incansable durante toda una larga vida estudiando la dinámica de las civilizaciones, concluyó que la naturaleza de los desafíos que se les plantearan y las respuestas que la creatividad diera a esos desafíos, determinaba su ascenso o desintegración. Para Toynbee la falta de creatividad es un factor muy importante en el declínio de las civilizaciones. [ref]Arnold Toynbee, A Study of History (New York: Weathervane Books, 1972), pp. 73, 97, 127, 136, 137, 141[/ref] Cuba no constituye una civilización tal como el historiador británico definió el concepto. Creemos, sin embargo, que las conclusiones de Toynbee son aplicables al caso cubano, como lo son a muchas otras naciones. O nos salvamos con la creatividad, o no nos salvamos. O adoptamos en serio el postulado de Martí de que cada cubano piense por sí propio y practique el ejercicio íntegro de sí,
o sacrificaremos nuestro futuro tratando de seguir al pie de la letra dogmas y recetas que no observan, generalmente, ni siquiera aquellos que las proponen. Y es emocionante ver como dos titanes del intelecto, uno cubano y otro inglés, convergen en la conclusión de que el talento del ser humano y su voluntad de ejercitarlo, constituyen las mejores esperanzas de construir una sociedad mejor.
Devolver la libertad, la creatividad y la iniciativa a los cubanos que han sufrido los efectos de la tiranía, y al mismo tiempo tender un puente fraternal y compresivo entre las comunidades cubanas de Cuba y del mundo, es un prerequisito del renacimiento de la agricultura cubana.
V. Arco de triunfo
Tengo en casa un pequeño arco. Se trata de una réplica en miniatura del llamado arco romano, esa maravilla arquitectónica que en su tiempo revolucionó la construcción de acueductos y otras obras. Las piedras independientes que forman el arco no están adheridas fijamente por cemento o argamasa alguna, pero se sujetan entre sí. Se sostienen en su posición, apoyándose unas a otras, en aparente desafío de la gravedad, por un complejo equilibrio de fuerzas. Las piedras se podrían mover libremente pero están unidas obedeciendo a leyes naturales. Constituyen un conjunto armónico que es, al mismo tiempo, útil y bello. Me gusta pensar en la Cuba del futuro como cuando pienso en el arco. Formada por ciudadanos independientes pero unidos. En equilibrio estable determinado por leyes naturales. Y formando, todos los ciudadanos de esa nueva patria, un conjunto que sea también, al mismo tiempo, útil y bello. Ese sería un arco de triunfo apropiado para celebrar el renacimiento de la agricultura cubana.
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