El tema de la transición en Cuba ha ocupado un lugar prominente en la cubanología a partir del desencadenamiento de la crisis económica en la isla y de los procesos de reconversión capitalista en Europa Oriental. Desde entonces se han sucedido innumerables análisis sobre las circunstancias, la orientación y el momento específico en que el cambio debe ocurrir.
Más allá de cualquier afinidad ideológica y a pesar de la obstinación del liderazgo cubano a rechazar la posibilidad de una transición, hay que reconocer que los cambios que se han dado en el contexto nacional e internacional obligan a Cuba a producir una profunda transformación sistémica de su ordenamiento económico, político y social como condición para colocar al país en la senda del desarrollo económico y la prosperidad. Para que esta tranformación— independientemente de su orientación—pueda tener lugar sin grandes traumas sociales y alcance sus objetivos debe partir de un proceso de recuperación que revierta la crisis económica y logre reestablecer los equilibrios macroeconómicos.
Los resultados económicos que el país comenzó a exhibir desde 1995 han sido tomados con mucho optimismo tanto por el gobierno de la isla como por observadores extranjeros, al considerarlos como el inicio de la recuperación económica.1 Este trabajo pretende dar una lectura diferente al significado de los resultados alcanzados y tratará de demostrar cuán lejos está el país de la recuperación económica, así como enumerar y analizar sucintamente cuales son—a nuestro criterio—las condiciones y metas necesarias que deben alcanzarse para que la recuperación sea un hecho irreversible.
RECUPERACION ECONOMICA: OBJETIVOS Y CONDICIONES
La literatura económica se ha referido a la recuperación como el proceso a través del cual se reestablece la capacidad de acumulación de un país, es decir, supone la paulatina utilización máxima de las fuerzas productivas, 2 la mejoría de las condiciones para la inversión y la realización, la utilización máxima de las capacidades productivas instaladas y en general el progresivo reestablecimiento de los equilibrios macroeconómicos. 3 Si bien es un concepto ampliamente aceptado y aplicable a cualquier realidad económica, no es menos cierto que está referido únicamente a una noción cuantitativa del problema de la crisis, es decir, se refiere a la posibilidad de reestablecer el crecimiento económico, obviando dimensiones cualitativas que son abarcadas en el concepto de desarrollo económico.
Desarrollo económico es un concepto mucho más vasto que el de crecimiento al vincular la expansión de la base material con el bienestar de la población, ya que además de considerar el desarrollo de la acumulación productiva, entendido como el progreso de las fuerzas productivas que permite el crecimiento de los bienes y servicios, incluye un cambio institucional— calificado como modernización—y una adecuada política distributiva, que corresponden al aspecto cualitativo del concepto. Dicho en pocas palabras, el crecimiento económico es una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar el desarrollo, el cual implica modernización, progreso y bienestar.4 La dinámica entre crecimiento y desarrollo supone que el primero debe ser sostenido y sustentable, lo cual es sinónimo de economía estructuralmente sólida, menos vulnerable a cambios en el mercado mundial.
Las circunstancias, características y duración de la crisis cubana obligan a plantear el problema de la recuperación desde la perspectiva del concepto de desarrollo económico.
La crisis económica cubana es el resultado de una crisis estructural y de una crisis de inserción. Es una crisis estructural porque las actuales estructuras económicas son incapaces de garantizar la reproducción ampliada de la economía,5 a pesar de los esfuerzos desarrollados por el gobierno para provocar una diversificación productiva que se ajustara a las necesidades de la acumulación y a las exigencias de la economía internacional contemporánea. La dimensión estructural de la crisis se refleja, igualmente, en el agotamiento del modelo de desarrollo por vía extensiva que ha prevalecido hasta entonces, que se expresa en la incapacidad de la economía de generar el ahorro necesario para garantizar su reproducción, lo cual obliga al país a invertir una proporción creciente de recursos, mayormente externos, para obtener los mismos resultados en la producción. Cuando hablamos entonces de una dimensión estructural de la crisis estamos reconociendo la existencia de causas internas en su generación.
La crisis cubana tiene a su vez una dimensión exógena—crisis de inserción—derivada de la pérdida de su principal partner: la Unión Soviética y el campo socialista europeo en general. Desde entonces, Cuba no ha podido estabilizar un nuevo sistema de relaciones económicas externas. Un agravante en los esfuerzos por buscar alternativas de inserción en el mercado mundial ha sido el reforzamiento de las expresiones internacionalizadoras del bloqueo o embargo norteamericano.6
Por lo tanto, la economía se enfenta al reto de buscar su viabilidad como consecuencia de la pérdida de sus mercados concesionarios que precipitó la crisis del modelo de desarrollo por vía extensiva. El reto exigía, en primera instancia, un ajuste de la economía a las nuevas circunstancias para pasar a la construcción de un nuevo modelo de desarrollo económico que se basara en la eficiencia y en la competitividad (acumulación por vía intensiva) y que garantizara la reinserción de la economía en un mercado mundial que es mucho más exigente sobre todo para el mundo subdesarrollado y para el caso concreto de Cuba, además, sin solidaridades y con un entorno de hostilidad por parte de la principal potencia mundial.
Sin embargo, la percepción y actuación del liderazgo cubano frente a la crisis ha sido diferente. Consideran que la fuente de la crisis es solamente externa y a la reinserción de Cuba en el sistema económico internacional como un acto exclusivamente de política exterior y no como el resultado de profundos cambios económicos internos. De esta forma han confiado en una recuperación económica basada solamente en la combinación de medidas de ajustes interno, reformas no sistémicas y medios políticos e ideológicos. Sólo decidieron aplicar algunas transformaciones emprendedoras cuando la crisis llegó a niveles intolerables y amenazaba con convertirse en una crisis social y política.
En resumen, el gobierno cubano ha tratado de enfrentar la crisis sin abandonar el proyecto socialista, instrumentando políticas reactivas, no sistémicas y sin una lógica coherente. Han sido políticas reactivas porque fueron tomadas sólo cuando la situación económica fue extremadamente crítica y como respuesta a acontecimientos producidos, particularmente de carácter político. No han sido sistémicas y sin una lógica coherente debido a lo anterior y porque no responden a un programa estratégico explícitamente formulado.7
La renuencia a enfrentar la crisis acorde a sus causas gestoras y obviando los cambios políticos y económicos que se han dado en el contexto internacional ha prolongado excesivamente la misma, provocando el agotamiento de las fuerzas productivas, principalmente la fuerza de trabajo y los bienes de capital.
La fuerza de trabajo se encuentra desmotivada laboralmente desde el momento que ha sufrido un deterioro significativo de su nivel de vida y observa que su esfuerzo laboral no es suficiente para garantizar su reproducción y la de su familia, por lo que ha tenido que adoptar soluciones individuales como pasar a puestos de trabajo de mayor remuneración pero con exigencias técnicas por debajo de su preparación o emigrar al reconocer que las mayores posibilidades de prosperidad económica y movilidad social se encuentran en los ámbitos externos.
Los bienes de capital han ido sufriendo una depreciación moral, no solamente por la obselencia tecnológica de muchas de las plantas industriales, sino también por la poca explotación que han tenido en los últimos años dada la carencia de los recursos productivos, piezas de repuestos, etc, necesarios para su funcionamiento.
Es evidente que a medida que pase el tiempo, la crisis económica va dejando huellas indelebles e imponiendo la necesidad de transformaciones más profundas. De la misma forma que un enfermo de cáncer no se puede curar con sedantes, la recuperación económica no será posible con medidas parciales y sin una visión integral de la economía. Por lo tanto, la recuperación es un complejo proceso que abarca la estabilización macroeconómica y una reestructuración de la economía, la cual debe emprenderse paralelamente al proceso de búsqueda de la estabilización y ser el resultado de un conjunto de medidas y políticas coherentes, de aplicación secuencial y con una visión sistémica (integral) de la economía que tenga en cuenta las causas estructurales y de inserción que originaron la crisis, que tienda a resolver las desproporciones macroeconómicas existentes y propicie un crecimiento y desarrollo por vía intensiva, es decir, con altos niveles de eficiencia y productividad.8 Dicha reestructuración debe llevar implícito el diseño de un nuevo modelo de desarrollo económico que exprese nuevas formas de concebir, conducir y organizar la economía.
Igualmente, la meta de la recuperación no puede estar fijada en los niveles existentes en los años precrisis. En aquellos momentos el país disfrutaba de una relativa bonanza y estabilidad económica sustentadas fundamentalmente por los cuantiosos recursos provenientes del campo socialista europeo que garantizaban a su vez el funcionamiento del modelo económico extensivo. Aún en esas condiciones el ideal del bienestar de la población no había sido alcanzado al permanecer muchas necesidades sin satisfacer. Por lo tanto, las aspiraciones de la recuperación tienen que estar ajustadas a las nuevas realidades doméstica y externa a las que Cuba se enfrenta y ser compatibles con las necesidades tanto nacionales como personales del sujeto económico y social cubano.
LOS RESULTADOS ECONOMICOS9
A diferencia del pálido crecimiento económico de 1994 que fué básicamente inflacionario y garantizado por una determinada reanimación de algunos servicios no productivos, el crecimiento de 1995 y 1996 tuvo un componente más sólido ya que fue el resultado de un comportamiento favorable en diversos sectores productivos. Algunos de estos resultados fueron (Tablas 1 y 2):
• Las actividades agrícolas reportaron un crecimiento acumulado de 21.5% en relación a 1994. La producción con mejores resultados fue el tabaco con un incremento en los dos años del 82% respecto a 1994. Las viandas y hortalizas mostraron igualmente resultados alentadores, con crecimientos sostenidos hasta alcanzar en 1996 un nuevo record de producción con 2.2 millones de toneladas.10
• El sector industrial creció acumuladamente un 14.2% a pesar del desplome de la zafra azucarera de 1995. Una de las producciones que más creció fue la del níquel con un total acumulado del 95.1%, y un nivel de producción en 1996 de 55,800 toneladas superior a la cifra más alta alcanzada en los años precrisis que fue de 46,592 toneladas en 1989. • La generación de electricidad creció un 7% logrando cerrar 1996 con una potencia eléctrica disponible del 62%.
• El turismo continuó su paso ascendente generando ingresos superiores a los mil millones de dólares.
• Las exportaciones crecieron un 53% y las importaciones un 55%.
Los resultados mencionados muestran que, al menos, se detuvo la caída en espiral de la economía cubana, pero están lejos de confirmar que son el inicio de la recuperación económica. Las razones son las siguientes:
1. Como se observa en la Tabla 3, el crecimiento alcanzado estuvo sustentado básicamente en el comportamiento de dos sectores: el comercio, restaurantes y hoteles, cuyo dinamismo está basado principalmente en la actividad turística, con una participación alredededor del 23% del Producto Interno Bruto (PIB) y el manufacturero que representa entre el 26% y el 27% del PIB. Pero dentro de este sector, la industria azucarera tiene una participación cercana al 25%, equivalente a cerca del 10% del PIB. Ello significa, que las posibilidades de crecimiento y desarrollo del país dependen de bases muy débiles ya que una caída del precio del azúcar, una recesión mundial o algún desastre natural podrían revertir la tendencia expansionista de la economía.
2. Por otra parte, Cuba posee una ventaja contable que le posibilita reflejar niveles no despreciables del PIB. En el cálculo del PIB se incluyen actividades como la educación, la salud pública, el deporte, la cultura, el arte, los servicios comunales y otros servicios personales, además de computar exclusivamente su valor agregado, uno de cuyos principales componentes es el salario. En Cuba estas actividades emplean a cerca del 30% de la fuerza laboral cubana y en algunas de ellas (educación y salud, por ejemplo) se pagan altos salarios de acuerdo a los estándares cubanos. Ello implica que si bien no son sectores con posibilidades de altos crecimientos, ayudan a garantizar de una manera estable entre un 20% y un 27% del PIB.
3. El crecimiento logrado entre 1994 y 1996 ha sido sobre bases extensivas, es decir, con la utilización masiva de recursos en detrimento de mayores niveles de eficiencia. Ello pudiera demostrarse con la desproporción entre el incremento de las importaciones en relación con las exportaciones, que resultó en una ampliación del desequilibrio financiero externo. Ciertamente, la recesión económica obliga a la utilización de cuantiosos recursos materiales y financieros para revertir la tendencia, pero no tenemos información para valorar que nivel de las importaciones responden a esa necesidad lógica y cuanto a manejo ineficiente de la economía. Sin embargo, el dato de que en 1996 el consumo de energéticos creció un 24%, es decir, 3 veces más que el crecimiento de la economía, puede ayudar a mostrar las debilidades de dicha expansión.11
4. El primer peldaño para iniciar y consolidar un proceso de recuperación económica es la estabilización macroeconómica que se logra con la solución del desequilibrio financiero interno mediante la reducción del exceso de oferta monetaria, la recuperación del poder de compra del peso cubano y el incremento de la oferta de bienes y servicios. Como veremos a continuación, esta problemática no ha sido superada.
¿CUAN LEJOS ESTA LA ESTABILIZACION MACROECONOMICA?
Uno de los graves problemas que ha tenido la economía desde el inicio de la crisis ha sido el exceso de liquidez acumulada (exceso de oferta monetaria) originado por el desbalance entre los ingresos y gastos de la población, que ha generado, entre otras consecuencias, la pérdida del interés por el trabajo en la fuerza laboral cubana.
La liquidez comprende tanto el ahorro monetario en banco como el que tiene la población a su disposición físicamente, es decir, el que está en circulación. Ambos representan la posibilidad real de la población para enfrentar cualquier tipo de gasto. En las condiciones cubanas, ese dinero rota en ciclos que comienza con la salida de las arcas del Estado en forma de diferentes tipos de ingresos: salarios, pagos por seguridad y asistencia social, pagos por la producción a los campesinos cooperativizados o independientes y otros y después regresa al Estado a través de la adquisición de bienes y servicios y otras formas recaudatorias. 12
Para garantizar un funcionamiento normal de la economía la estabilización macroeconómica requiere llevar la oferta monetaria a un nivel equivalente al 30% de los ingresos anuales de la población, que de acuerdo a las condiciones en los años precrisis, representaría un poco más de 3 mil 500 millones de pesos. Es decir, esa cifra posibilita que el dinero rote al menos nueve meses al año y el ciclo transcurrido para que entre y salga de las arcas del Estado no deba exceder los 43 días. Por lo tanto, teniendo en cuenta lo acumulado al cierre de 1996 habría que extraer de la circulación algo más de 5 mil 700 de millones de pesos. Ello se puede lograr por dos vías no excluyentes: el incremento de la oferta de bienes y servicios y el uso de palancas fiscales, de precios y el control de gastos.
La segunda vía fue la opción exclusiva de política que adoptó el gobierno cubano para el saneamiento de las finanzas internas y que posibilitó que entre mayo de 1994 (momento de mayor liquidez acumulada) y diciembre de 1995 se extrajeran de la circulación más de 2 mil 800 millones de pesos.13 Sin embargo, a partir de 1995 estas medidas comenzaron a mostrar signos de agotamiento como mecanismo de eliminación del desequilibrio financiero interno ya que cerca del 60% del exceso de oferta monetaria extraída de la circulación entre 1994 y 1995 se debió al aumento de la oferta y de los precios de los cigarros, tabaco y bebidas alcohólicas, productos que han disminuído su demanda en la población, por ejemplo, la venta de cigarros bajó de 16.8 millones de paquetes mensuales en el segundo semestre de 1994 a 7.3 millones en 1995 y 4.5 millones en 1996.14 Todo ello ha dado como resultado que 1996 cerrara con un incremento ligeramente superior de la liquidez acumulada en comparación con igual período de 1995, tal y como lo refleja la Tabla 4.
El control de gasto fue parte de la política desplegada para disminuir el exceso de oferta monetaria y que llevó al déficit presupuestario a 570 millones de pesos en 1996 después de haber alcanzado más de 5 mil millones de pesos en 1993, donde la partida de subsidios por pérdidas a las empresas fue la que más se redujo: de cerca de 5 mil 500 millones de pesos en 1993 a casi 1 mil 400 millones de pesos en 1996. Sin embargo, no parece ser que dicho esfuerzo haya tenido el impacto esperado, lo cual demuestra que la solución del problema de la liquidez acumulada no puede ser viable con medidas parciales, sino como resultado de políticas integradas y sustentadas en una concepción sistémica del problema.
La pérdida del poder de compra del peso cubano está vinculada al aumento del exceso de oferta monetaria, por lo que la reducción de la liquidez acumulada que se alcanzó en 1994 y 1995 contribuyó a detener la pérdida del valor de compra de la moneda nacional y revalorizarla en algo, uno de cuyos indicadores para medirlo es la tasa de cambio. Si tenemos en cuenta que en agosto de 1994 llegó a estar en una relación de 1.00 USD=150.00 pesos cubanos, lo alcanzado en 1995 y 1996 es alentador pero quizás aún insuficiente de lo que la economía requiere para su estabilización (Tabla 5). Decimos “quizás aún insuficiente” basado en una observación empírica porque a pesar del incremento de las posibilidades de compra en moneda nacional con las medidas de liberalización del mercado adoptadas a partir de 1993, todavía sigue siendo el dólar la moneda que garantiza la satisfacción de las necesidades básicas de la población. Además, un problema a resolver es determinar cual debe ser el poder de compra mínimo que debe alcanzar el peso en las nuevas condiciones para que permita estimular el interés por el trabajo y la eficiencia.
Una de las variables estratégicas para asegurar la establización macroeconómica es el incremento del consumo personal. Según lo anunciado por las autoridades cubanas, en 1996 el consumo personal creció un 4% apoyado por el incremento del número de trabajadores incluídos en los planes de estimulación material y salarial directa (830,000 trabajadores en 1996 contra 635,000 trabajadores en 1995) y por el aumento en la adquisición de productos y servicos en dólares, al contabilizar más de 627 millones de dólares en 1996 frente a 530 millones en 1995.15
Estos resultados, sin embargo, no son suficientes para apoyar un esfuerzo estabilizador, ya que cuantitativamente están lejos de satisfacer mínimamente las necesidades más apremiantes de toda la población cubana. Por ejemplo, lo adquirido en dólares representa solamente $57.27 USD de productos por persona en el año, es decir, $4.77 USD mensuales. Otro ejemplo: el área de consumo priorizada por la población es la alimentación, donde invierte alrededor del 80% de sus ingresos. Según las cifras oficiales disponibles, a pesar del incremento de las producciones de viandas y hortalizas y de la dinamización en la comercialización de los productos agropecuarios por la existencia del mercado libre, la población consumió en 1995 un promedio mensual de una libra de dichos productos por persona.16
Por otra parte, el incremento del consumo no es equitativo por la existencia de una diferenciación en las posibilidades adquisitivas de la población cubana, así por ejemplo, los 830,000 trabajadores con acceso a fuentes de estimulación adicional representan solamente el 23% de la fuerza laboral cubana, además, los que tienen acceso a las divisas no es el espectro mayor de la población. La información brindada por las autoridades cubanas de que entre el 30% y el 60% de la población tuvo acceso a la divisa en 9 provincias durante 1996 hay que tomarla con cautela, porque no refleja la frecuencia de dicha tenencia, es decir, alguien puede recibir algunos recursos financieros en divisas de una manera coyuntural en un momento dado y ello no significa que tenga una fuente permanente que es en difinitiva la condición que le permitiría satisfacer regularmente sus necesidades.17
El análisis hasta aquí presentado demuestra que el país está aún lejos de alcanzar la estabilización macroeconómica, por lo que es muy prematuro asegurar que los resultados obtenidos a partir de 1994 son el inicio de la recuperación.
Como ya habíamos mencionado, la estabilización es el resultado del equilibrio financiero doméstico que se alcanza extrayendo el exceso de circulante y evitando a su vez su reproducción. Ello se logra mediante un conjunto de medidas integradas y simultáneas que tienda a la solución del déficit público y sus mecanismos de financiamiento y el incremento de la oferta de bienes y servicios.
La solución del déficit público y sus mecanismos de financiación
La solución del déficit público debe ser el resultado tanto de una reducción de los gastos como de un incremento de los ingresos del presupuesto. ¿Donde radican las principales áreas de reducción y aumento respectivos? Empezaremos primeramente por el lado de los gastos.
Analizando la Tabla 6 observamos que las principales partidas de gastos corrientes son: educación y salud pública que absorben alrededor del 20% de los gastos, los subsidios por pérdidas a las empresas que representan cerca del 15% y la seguridad y asistencia social con cerca del 14% de los gastos del presupuesto.18 Es decir, que entre el área empresarial y el área social están concentradas las principales fuentes de los gastos con casi un 50% de los mismos.
Una de las condiciones del éxito de los procesos de estabilización y de reestructuración es la necesaria legitimización que los mismos deben tener en el amplio espectro de los sectores sociales y una de las bases de dicha legitimidad es la garantía del apoyo estatal a los servicios sociales básicos.19 Si bien se podría pensar en alternativas de reducción de gastos en las áreas sociales sin que se afecten las condiciones de acceso de la población a los mismas, en aras de no afectar las aspiraciones de amplios sectores, el foco debe estar concentrado en el área empresarial con la disminución drástica de los subsidios por pérdidas.
Haber llevado el subsidio por pérdidas a la cifra de 1 mil 400 millones de dólares en 1996 no necesariamente tiene que haber sido el resultado de un incremento de la eficiencia empresarial. Hay que tomar en cuenta que la reducción del subsidio a las empresas se produjo en el contexto de paralización total o parcial de varias industrias por la falta de insumos, por lo que si las empresas no funcionan no generan gastos o estos están reducidos a la mínima expresión. Por ejemplo, la industria azucarera y agricultura cañera— las cuales absorben aproximadamente el 60% de los subsidios por pérdidas—enfrentaron la zafra 1994- 95 con el 40% de los centrales inactivos. Por otra parte, la no existencia de una tasa de cambio realista que permita traducir los precios internacionales a la moneda nacional distorsiona la contabilidad del país al no permitir calcular con veracidad los costos de producción, por lo que se pueden estar reflejando pérdidas menores o incluso ganancias no correspondientes con la realidad.
Descargar al Estado de partes considerables de la carga financiera que resulta del apoyo a un sistema empresarial mayoritariamente ineficiente sin que ello redunde en una afectación de la capacidad productiva del país puede ser solamente el resultado de una reestructuración profunda del sistema empresarial que incluya la privatización total o parcial de algunos sectores o empresas en las que el Estado ha demostrado incapacidad para conducir de una forma eficiente, no solamente en términos monetarios sino también en términos de servicios a la población o en aprovechamiento de las capacidades instaladas.
La reestructuración empresarial debe incluir, además, el redimensionamiento y el otorgamiento de una real autonomía a aquellas empresas que se mantengan bajo la égida estatal. El redimensionamiento implicaría llevar el tamaño de las empresas a una dimensión que le permita competir en las condiciones existentes en los mercados internacionales, es decir, lograr que sus gastos de producción sean iguales a los precios de importación.
La mayoría de los especialistas e instituciones internacionales toman en cuenta el número de empleados como indicador para medir el tamaño de las empresas. De acuerdo a una tipología de las Naciones Unidas basada en dicho indicador, el 88% de las empresas cubanas serían consideradas como “grandes empresas.” 20 Aquí está focalizado uno de los problemas medulares que explica el comportamiento no eficiente de un amplio espectro del cuerpo empresarial cubano, habida cuenta de que si bien la política de pleno empleo practicada por la Revolución tuvo una innegable justificación social, económicamente generó subutilización de la fuerza de trabajo causante, entre otros factores, de los bajos rendimientos y productividad sectorial conocidos.
Por lo tanto el redimensionamiento implicaría la eliminación de la fuerza de trabajo excedente, proveyéndole las condiciones necesarias para que puedan emplearse en el sector privado. La ampliación del trabajo por cuenta propia a partir de 1993 son partes de esas condiciones pero aún insuficientes por cuanto el desarrollo de la actividad privada ha estado constreñida por obstáculos de carácter económico y administrativos.
Ante todo debe asegurarse que el derecho a emplearse privadamente sea una garantía constitucional a la que todo cubano tenga acceso, sin que para ello sea necesario la autorización de las autoridades locales, provinciales o nacionales. A su vez, para que el área privada sea una fuente efectiva de empleo, ingresos y de producción se debe pasar de la simple forma de prácticas laborales individuales a la creación de pequeñas y medianas empresas. La experiencia internacional ha demostrado que las pequeñas y medianas empresas han sido componentes esenciales en las dinámicas productivas nacionales y en la satisfacción de las necesidades de la población. Una experiencia similar en Cuba podría ser el centro del proceso de privatización aludido anteriormente.
Cuando hablamos de otorgar real autonomía a las empresas estatales nos referimos a la concesión de prerrogativas que le provea a las empresas de amplias responsabilidades sobre sus ingresos y gastos e implica que el Estado renuncie al control totalmente centralizador que ejerce actualmente sobre las empresas en Cuba que, entre otros efectos, desmotiva el interés y la preocupación por los resultados productivos y la eficiencia en general.21 Por supuesto, esta política descentralizadora sería un proceso de mediano y largo plazo en la que poco a poco el Estado le iría traspasando facultades decisionales a las empresas, ya que no es posible de la noche a la mañana eliminar toda una cultura paternalista y verticalista muy enraizada en las mentes de los empresarios cubanos que los lleva a pedir autonomía pero a su vez no desean desprenderse de la protección estatal cuando la situación económica de sus respectivas empresas no es favorable. 22
Otra fuente de gastos que podría ser factible de reducción son los subsidios a los productos de primera necesidad que se comercializan por el Estado.23 La vía de reducción es cambiando la concepción del subsidio: en vez de subsidiar a los productos se debe subsidiar a las familias de más bajos ingresos.
La reestructuración empresarial ayudaría a resolver igualmente el problema del déficit público por el lado de los ingresos. Como se puede observar en la Tabla 7 la fuente principal de ingresos son las empresas y unidades presupuestadas con más del 80% de la recaudación, sin embargo la mayoría de dichos ingresos provienen del impuesto de circulación cobrado fundamentalmente de la venta de cigarros, tabacos y bebidas alcohólicas. Solamente entre un 10% y un 15% de los ingresos corresponden a los aportes de la ganancia, es decir, son vinculados a la eficiencia empresarial.
La estructura de los ingresos no puede viabilizar la solución del déficit presupuestario y sus posibilidades de reproducción ya que como hemos visto se está verificando una reducción paulatina del consumo de cigarros, tabacos y bebidas alcohólicas, por lo tanto es necesario que los aportes de la ganancia de las empresas privadas y estatales sean la fuente principal de los ingresos lo cual sería factible con un lógico incremento de la eficiencia productiva, alcanzable con la reestructuración del sistema empresarial ya mencionada.
Podría pensarse en una mayor participación de los impuestos y derechos de la población a tenor de la experiencia de otros países en los que esta partida tiene un peso significativo en la recaudación presupuestaria vía los impuestos a los ingresos. Sin embargo, en las condiciones cubanas podría ser sólo una posibilidad de largo plazo ya que dado la pérdida del poder adquisitivo del Peso y el congelamiento de los salarios nominales no sería política ni económicamente aconsejable recargar el ya sufrido “bolsillo” del consumidor con nuevos impuestos, a pesar de que el actual Sistema Presupuestario de la isla tiene contemplado tal posibilidad con un impuesto sobre los ingresos y un impuesto suplementario para la seguridad social. En la actualidad el impuesto sobre los ingresos se está aplicando solamente al trabajador por cuenta propia y aquellas personas que obtienen otros ingresos suplementarios. Según cifras oficiales, por este concepto se recaudaron en 1995 106 millones de pesos y en 1996 192 millones de pesos.24
Incremento de la oferta de bienes y servicios
Este sería el otro componente de política para reducir o eliminar el exceso de oferta monetaria y evitar su reproducción, pero a su vez uno de los más difíciles de lograr en el corto plazo dado la profunda recesión que atravieza la economía cubana.
Cuando hablamos de incremento de la oferta de bienes y servicios estamos apuntando al hecho de que el consumo personal tiene que jugar un papel determinante en las posibilidades reproductivas de la economía cubana, lo cual implica necesariamente la solución de la contradicción latente entre acumulación y consumo, es decir, reestablecer las proporciones adecuadas entre ambos destinos del producto final. Históricamente la participación del consumo personal en el producto final ha manifestado una tendencia decreciente en favor de los crecientes volúmenes de recursos destinados a la acumulación productiva. Por otra parte, de las disponibilidades para el consumo se ha destinado prácticamente más de la mitad al consumo social, lo que indudablemente ha limitado las posibilidades del consumo personal.
A simple vista, la solución de dicha contradicción en el corto plazo no parece ser viable habida cuenta de que para revitalizar la economía se necesita un fuerte y sostenido proceso de acumulación que indiscutiblemente le restaría recursos a la revitalización del consumo personal. Pero el asunto no es insoluble si se enfrenta de una manera integral.
En primer lugar, habría que hacer una lectura diferente al concepto mismo de acumulación, el cual se ha manejado de una forma parcial por los dirigentes cubanos. Cuando se habla de acumulación no se refiere exclusivamente al proceso de reproducción de la base material, sino también incluye la reproducción de la fuerza de trabajo, en definitiva, uno de los factores productivos más estratégicos con los que cuenta un país por ser el único capaz de absorber y trasmitir habilidades y conocimientos y de manejar y manipular todos los demás factores. Por lo tanto, si a ese recurso no se le garantiza su reproducción y la de su familia—que es decir la satisfacción de sus crecientes necesidades—no se estaría propiciando el incentivo para lograr su involucramiento intensivo y por lo tanto eficiente en la producción. Dicho en otras palabras, el consumo personal debe convertirse en una de las variables estratégicas más determinantes en los próximos años, lo cual no significa sacrificar los planes de desarrollo, pero si adecuarlos a las nuevas realidades.
Para reestablecer las proporciones adecuadas entre la acumulación productiva y el consumo personal sin sacrificar las metas del desarrollo se debe garantizar una tasa de acumulación constante y sostenida mediante el incremento del rendimiento de los fondos básicos (bienes de capital) y de la productividad del trabajo. Teniendo en cuenta las experiencias de los NIC’s, hay que lograr que este componente intensivo responda, por lo menos, por el 30% del incremento de la producción. A su vez, se debe propiciar un incremento anual del consumo personal del 5% o al menos proporcional al incremento del PIB.
El incremento de la oferta de bienes y servicios no debe ser solamente en términos de valor. Cuando el incremento del consumo va correspondiéndose con la liquidez acumulada pero no satisface las necesidades en valores de uso, se produce un “gap” entre la demanda material y la oferta monetaria que ejerce igualmente una presión inflacionaria.
Pensamos que el Estado no debe ser el único responsable que garantice los incrementos del consumo personal, sino que debe tener una participación activa la pequeña y mediana empresa privada nacional y la inversión extranjera en esa esfera.
Sin ánimo de ser exhautivo, hemos señalado simplemente algunos de los componentes de política que deben ser adoptados dentro del proceso de estabilización macroeconómica partiendo de las condiciones actuales de la economía y la sociedad cubana. Por supuesto que un proceso de esta magnitud requeriría la aplicación de otras políticas en otras esferas de una manera integrada y coherente. Sin embargo, habría que retener la premisa de que cualquier decisión que se aplique no puede desconocer las desproporciones que existen con respecto a la distribución de los ingresos: el 85% de la población tienen un percápita de ingresos de $150 pesos o menos mensuales cuando el costo de la canasta básica supera los $300 pesos; el 13% de los ahorristas atesoran el 84% del dinero depositado en las cuentas bancarias.25
El factor tiempo es otro elemento que merecería una consideración en el proceso de lograr la estabilización macroeconómica. Como se observa en el análisis que realizamos, en las condiciones presentes la búsqueda de la estabilización requeriría de una dinámica secuencial, es decir, paso a paso, para ir acomodando la economía a las nuevas condiciones y evitar a su vez grandes traumas sociales, además de que algunas de las medidas como el incremento de la oferta de bienes y servicios requieren en si mismo de un período de tiempo mayor. No obstante, si la economía y todos sus factores siguen depauperándose, la opción de la terapia de choque no debe ser descartada.
EL LARGO CAMINO DE LA REESTRUCTURACION ECONOMICA26
La solución del desequilibrio financiero interno es una condición necesaria pero insuficiente para garantizar la recuperación económica del país, ya que el desequilibrio financiero no es la causa sino la manifestación de fenómenos económicos de carácter estructural imposibles de corregir exclusivamente con medidas de ajuste monetarias y financieras. Su no solución dejaría intactas las condiciones para la reproducción de problemas financieros similares. A su vez, la recuperación económica es impensable con una desestabilización en su punto de partida.27 Por lo tanto, la estabilización debe ser la antesala y a su vez parte integrativa de un programa de reestructuración económica que en el mediano y largo plazo garantice la recuperación económica del país.
Dado que en las condiciones de la economía cubana el sector externo sigue siendo factor clave para su reproducción ampliada, uno de los objetivos medulares del programa de reestructuración es la solución del desbalance financiero externo. Ello es posible a través de un adecuado equilibrio entre el incremento de los fondos exportables en bienes y servicios y la sustitución de importaciones.
Las nuevas condiciones en que Cuba debe desarrollar sus relaciones externas la hacen partícipe del llamado desafío exportador, cuyo éxito o fracaso está directamente relacionado con el comportamiento de la competitividad externa del país, entendiendo por ella la capacidad para mantener o extender su participación en los mercados internacionales y lograr al propio tiempo que no se afecte el desarrollo interno, lo cual demanda una mayor productividad y la incorporación del progreso científico-técnico.
Esta competitividad está, por otra parte, íntimamente asociada al tipo de bienes que se exportan ya que no todos los patrones de especialización internacional participan en igual medida en las corrientes más dinámicas del intercambio comercial a nivel mundial. El éxito de la especialización escogida dependerá de su correspondencia con los núcleos más dinámicos del intercambio internacional. En relación con esto, los bienes que se comercializan mundialmente se han clasificado de acuerdo con su desempeño en los últimos 15 años en: productos dinámicos (su participación en el comercio mundial se ha incrementado), productos estancados (su participación virtualmente no ha variado), y productos en retroceso (su participación ha disminuído). Los rubros más dinámicos se concentran en manufacturas de alto contenido tecnológico, consideradas “industrias de punta,” en tanto que los rubros regresivos están constituídos por los productos primarios y de poca elaboración.
La característica de la situación actual a nivel mundial es la polarización entre los renglones dinámicos (52% del comercio mundial) y los regresivos (38% del comercio mundial) y la disminución del peso de aquellos que pueden considerarse como estancados. De hecho puede afirmarse que el dinamismo del primer grupo tiene altas posibilidades de perdurar ya que está inducido por las tendencias mundiales en tecnología, consumo y el comercio. Este esquema de análisis lo aplicamos a Cuba, dando como resultado de que más del 50% del perfil exportador de la isla está conformado por productos considerados en retroceso, mientras que los productos considerados dinámicos representan alrededor del 34%.28
Hoy en día no es posible concebir el desarrollo sustentado en un patrón cualquiera de especialización internacional, sino sobre la base de aquellos modelos a partir de los cuales avanzan dinámicamente las corrientes principales del intercambio. Por tal motivo, las posibilidades de desarrollo económico de Cuba son bastante precarias si se siguen sosteniendo básicamente sobre sectores primarios de exportación.
En este contexto, las debilidades de la estructura industrial actual requieren ser evaluadas rigurosamente y proyectar una industrialización sustentada en aquellas ramas que tengan mayores perspectivas de desarrollo y competitividad en el mercado mundial y a su vez permita la sustitución selectiva de aquellos bienes y servicios cuyos costos de producción domésticos sean inferiores a los del mercado mundial. Por supuesto, ello requiere una modernización tecnológica de la dotación industrial instalada, algo solamente concebible a largo plazo dada la escacez de recursos financieros.
La inversión extranjera es el recurso imprescindible para garantizar el esfuerzo diversificador de la estructura productiva y exportadora cubana. Su afluencia ha apoyado grandemente los resultados económicos obtenidos en los últimos dos años, cuando precisamente los sectores que han recepcionado la mayor cantidad de inversiones como la minería, la industria y el turismo—tal y como muestra la Tabla 8—son los que han exhibido los mejores resultados. Pero aún es insuficiente el volumen inversionista: si bien se han creado entre 1988 y 1996 unas 266 asociaciones económicas con un aporte de capital superior a los 2 mil 500 millones de dólares esta cifra es muy pequeña si la comparamos con los $15 mil millones de dólares que recibió Viet Nam entre 1990 y 1995.29
Hay tres razones que han impedido una entrada masiva de capital extranjero en Cuba: una administrativa, una económica y otra política. La administrativa está relacionada con las restricciones de carácter legal y sectoriales impuestas a los inversionistas, como por ejemplo, la imposibilidad de realizar contratación libre de personal o la aceptación exclusiva de inversiones para generar fondos exportables, cuando algunos potenciales inversionistas muestran interés en desarrollar producciones para el mercado interno. La restricción económica está dada por lo poco atractivo que resultan algunas industrias o sectores por su pobre competitividad dado en muchos casos por su obsolecencia tecnológica y los altos costos que implicarían su posible reconversión.30
Las razones políticas están vinculadas a la extraterritorialidad del embargo o bloqueo aplicado por los Estados Unidos a Cuba que ha ahuyentado a no pocos inversionistas, reforzada con la promulgación de la controversial Ley Helms-Burton. Indiscutiblemente, cualquier modelo de desarrollo que se implemente estará condicionado por las consecuencias derivadas de estas presiones, que por demás dificultan la reinserción de Cuba en el sistema económico internacional, elevan los costos de la recuperación económica y alejan cualquier posibilidad de transición inmediata.
Es imprescindible la solución de dos nudos gordianos para el reestablecimiento del equilibrio financiero externo. Uno es el acceso al mercado financiero internacional que es una fuente decisiva para el financiamiento de la recuperación. En la medida que la economía cubana vaya mostrando signos reales de recuperación mejorará la confianza de los prestamistas, pero sobre todo Cuba tendría que aprovechar la renovación de sus posibilidades externas para plantearse alternativas renegociadoras de su deuda externa cifrada en 10 mil 400 millones de dólares.31
El otro problema a resolver es la alta dependencia del petróleo importado. Cuba necesita para su funcionamiento de alrededor de 11 millones de toneladas anuales, de las cuales un poco más de 5 millones se destinan a la generación de energía eléctrica. Esta dependencia la hace vulnerable frente a las variaciones que se producen en el mercado petrolero mundial.
El país requiere disminuir su dependencia externa del combustible importado o al menos reducir su vulnerabilidad. Dos alternativas complementarias y a largo plazo se pueden manejar: garantizar una base financiera sólida para la adquisición del combustible incrementando los fondos exportables y producir una reconversión tecnológica de la planta industrial que posibilite la introducción de tecnologías de consumos energéticos más eficientes.
FOOTNOTES
1. Carlos Lage, “Intervención en la segunda reunión con los dirigentes de las entidades que operan en divisas,” Granma (12 de diciembre de 1996).
2. Las fuerzas productivas es el conjunto formado por la fuerza de trabajo, los medios de trabajo (bienes de capital y herramientas) y los objetos de trabajo.
3. Los análisis sobre las crisis y las recuperaciones o expansiones económicas son tan antiguos como el propio capitalismo, en definitiva, el objeto de estudio de la mayoría de dichos análisis, dado que ha sido la formación socioeconómica predominante y porque el sistema socialista no había experiementado crisis económicas de las características de la cubana que pudieran servir para un esfuerzo teorizador, sin negar la existencia de relevantes análisis sobre la naturaleza y funcionamiento de los modelos económicos en los países socialistas. Para tener una aproximación más cercana al debate sobre la crisis y la recuperación se deben consultar: Samin Amin y otros, Dinámica de la crisis global (México: Siglo XXI, 1983); Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital, (Barcelona: Editorial Grijalbo, 1978) y Ernest Mandel, El capitalismo tardío (México: Editoral ERA, 1979).
4. El debate sobre los conceptos de desarrollo y crecimiento ha sido muy extenso. Para una mejor aproximación a las distintas posiciones en torno a estos conceptos se deben leer: G. Myrdal, Teoría económica y regiones subdesarrolladas (México: Fondo de Cultura Económica, 1962); A. Gunder Frank, El subdesarrollo del desarrollo (Madrid: IEPALA, 1991); y M. Blomström y B. Hettne, La teoría del desarrollo económico en transición, (México: Fondo de Cultura Económica, 1990).
5. Por reproducción ampliada nos referimos al proceso de acumulación productiva y a la satisfacción de las necesidades crecientes de la población.
6. Para un mejor análisis del diagnóstico de la crisis, cfr. Gerardo González, “Cuba y el mercado mundial,” en Jorge Rodríguez Beruff (comp.), Cuba en Crisis (San Juan: Universidad de Puerto Rico, 1995) y Julio Carranza, “Cuba: los retos de la economía,” en Cuadernos de Nuestra América, No. 19 (julio-diciembre de 1992).
7. La despenalización del uso de las divisas, la expansión del auto empleo y la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) fueron en respuesta a las manifestaciones de descontento social que se produjeron en la capital en el verano de 1993. La liberalización del mercado agropecuario y de productos industriales, el lanzamiento y aplicación de un sistema tributario, la eliminación de algunas gratuitidades y el incremento de los precios de algunos productos fueron en reacción al incremento de los signos evidentes de descontento social que tuvieron su máxima expresión en los sucesos del 5 de agosto de 1994 y en la crisis de los balseros. Todo ello como resultado de un agravamiento de la crisis cuya mayor expresión fueron los pobres resultados obtenidos en las zafras azucareras de 1993 y 1994.
8. Para una mejor aproximación a las cuestiones de la coherencia, integralidad y secuencialidad de la reestructuración, cfr. Julio Carranza, Luis Gutiérrez y Pedro Monreal, Cuba: La reestructuración de la economía. Una propuesta para el debate (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1995).
9. El análisis de la evolución de la economía cubana es una tarea muy compleja dada la poca disponibilidad de datos, las dudas que existen sobre su confiabilidad y las contradiccones que existen entre las diferentes fuentes, por lo que siempre va a existir la posibilidad de un margen de error. En este trabajo aceptamos el reto al basarnos en las estadísticas oficiales y asumir que las mismas son confiables, ya que discutir su veracidad implicaría otro artículo.
10. La información de la producción de viandas y hortalizas es un ejemplo de las contradicciones en las cifras sobre el estado de la economía cubana, que se dan, incluso, en las esferas oficiales. Según el informe sobre los resultados económicos de 1996 brindado por José L. Rodríguez, Ministro de Economía y Planificación, al Parlamento a finales de diciembre del propio año la producción de viandas y hortalizas fue de 2 millones 200 mil toneladas (es la que brindamos en nuestro trabajo), sin embargo, 3 semanas después salió un artículo en Granma Internacional (14 de enero de 1997) sobre la producción agropecuaria basado en una entrevista realizada al viceministro de agricultura Alcides López que señalaba que la producción de viandas y hortalizas en 1996 fue de 1 millón 700 mil toneladas.
11. “Informe sobre los resultados económicos de 1996” presentados al Parlamento cubano por José L. Rodríguez, Ministro de Economía y Planificación, Granma Internacional (2 de enero de 1997).
12. Recordemos que en Cuba el Estado es el gran empleador con el 97% de la fuerza laboral ocupada, por lo que la gran mayoría de la población depende de los ingresos provenientes de dicha fuente. Además, como no existe un sistema impositivo suficientemente abarcador y estructurado, la vía virtualmente exclusiva que el Estado posee para captar el dinero de la circulación es a través de la venta de bienes y servicios. En una economía de mercado, la institución que se toma en cuenta como punto de partida y de llegada para medir el nivel de rotación del dinero es el banco (ya sea privado o estatal) que es en definitiva el depositario de dicho dinero.
13. En mayo de 1994 había una liquidez acumulada de alrededor 12 mil millones de pesos, equivalente a un ciclo de rotación de un año de duración y a 18 meses de salario.
14. Una combinación de altos precios, priorización de los gastos por parte de los consumidores, una campaña nacional antitabaquismo y una ley bajo estudio que prevee limitar el espacio a los fumadores hacen pensar en una reducción mayor en el consumo de esos productos no esenciales. “Desenfrenada la liquidez del peso en Cuba” por Carlos Batista de la Agencia France Press en La Habana, El Nuevo Día, Puerto Rico (26 de marzo de 1997).
15. “Informe sobre los resultados económicos de 1996.”
16. Bussiness Tips on Cuba, no. 3 (marzo de 1996).
17. “Informe sobre los resultados económicos de 1996.”
18. Es necesario hacer algunas precisiones. Las partidas de educación y salud pública han mantenido por los años una participación similar en los gastos del presupuesto. La participación de los subsidios por pérdidas se ha visto reducida, ya que en los años precrisis representaba entre un 20% y un 25%. Algo diferente ha ocurrido con la seguridad y asistencia social que antes de 1989 solamente tenían una participación en los gastos presupuestales del orden del 9%-10%.
19. El análisis de las condiciones para la legitimidad de un proceso de transición en Cuba será abordado en el artículo ya aludido que se titula: “¿Se encuentra Cuba en transición?.”
20. La clasificación utilizada por las Naciones Unidas para medir el tamaño de las empresas es la siguiente: microempresa—menos de 10 ocupados; pequeña empresa—10 a 49 ocupados; mediana empresa—50 a 99 ocupados; grandes empresas—más de 100 ocupados.
21. Para conocer la percepción del empresario cubano sobre los efectos que provoca el sistema de dirección económica centralizada, cfr. Gerardo González, Possibilities and Realities of Cuba´s Integration into the Caribbean: Perceptions of Cuban Entrepreneurs. The North- South Agenda, Paper 26 (Coral Gables: University of Miami, North-South Center, May 1997).
22. Los problemas vinculados a la autonomía empresarial en Cuba fueron ampliamente investigados en un estudio no publicado titulado Autonomía empresarial y participación de los trabajadores en Cuba realizado por Haroldo Dilla y Gerardo González con el apoyo de la International Development Research Centre de Canadá.
23. No hay cifras precisas de lo que se desembolsa por este concepto. Generalmente, estos vienen incluídos en la partida de otros.
24. Business Tips on Cuba, No. 6 (junio de 1997).
25. Cfr. “Desenfrenada la liquidez del peso en Cuba” e “Informe sobre los resultados económicos de 1996.” Para el cálculo del costo de la canasta básica tuvimos en cuenta los precios del mercado estatal y del mercado libre de los siguientes productos: manteca, aceite, pan, café, leche, frijoles, detergente, jabón, mantequilla, pollo, carnes y huevos.
26. Nuestra intención en este epígrafe no es exponer un programa de reestructuración detallado ya que ello implicaría un trabajo más extenso. Simplemente señalaremos algunos de los objetivos y políticas esenciales que debería comprender dicho programa.
27. Carranza, Gutiérrez y Monreal, Cuba: La reestructuración de la economía.
28. En el caso de Cuba consideramos productos en retroceso al azúcar, níquel, cítricos, pesca y productos agropecuarios; productos estancados: confecciones y tabaco; productos dinámicos: turismo y medicamentos.
29. Carlos Lage, “Intervención en la 4ta. Conferencia sobre la economía cubana organizada por The Economist,” La Habana (marzo de 1997) y Granma (30 de septiembre de 1995).
30. Fernando Zalacaín, “La economía cubana en transición,” Boletín de Economía, no. 3, Unidad de Investigaciones Económicas, Universidad de Puerto Rico (enero-marzo de 1996).
31. En esta cifra no está computada la deuda con la ex Unión Soviética. Cfr. “Nuevo banco central será eje de reformas” por Pascal Fletcher de la Agencia Reuter en La Habana, El Nuevo Herald (15 de junio de 1997).
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